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“No hay mejor cosa que ser útil, que servir”, dijo Abel Albino. El médico pediatra y creador de CONIN (Cooperadora para la Nutrición Infantil) conoció la situación de pobreza y desnutrición de nuestro país y ya no pudo hacer la vista gorda. Una profunda vocación nació para interpelarlo y no dejarlo descansar hasta poner sus manos a la obra.

Así fue como renunció al hospital en el que era jefe, resignando su sueldo, su jubilación e hipotecando su casa para poder dedicarse a chicos que sufrían problemas de salud a causa del hambre y de necesidades básicas insatisfechas. “Me fundí, pero pude hacerme cargo de un problema que existe y demostré que con voluntad se puede”, contó Abel Albino en una entrevista con Tigris. Esa convicción fue la que llevó a que CONIN se convirtiera luego en una fundación de renombre, con sedes en todo el país y en una lucha constante contra la desnutrición infantil a través de alimentación a los niños y formación a sus padres.

Muchos profesionales eligieron sumarse a esta causa y hoy ponen ellos también sus manos a la obra. Sin embargo, al hablar de sí mismo, Abel Albino asegura ser un instrumento de Dios que lleva a cabo la obra de Él. “Me cuesta hacer las cosas buenas como le cuesta a todo el mundo. Yo compito conmigo, con las ganas que tengo a veces de no hacer, con las ganas que tengo a veces de hacerme el distraído, igual que todos”.

Su lucha sin descanso se fue haciendo eco en todos los rincones del país -y en el exterior también- tocando los corazones de muchos, sumando voluntades. “Nadie puede querer lo que no conoce. Hay que tener contacto con la gente, con el sufrimiento”, así lo explica al hablar de cómo nació su propio compromiso con esta causa.

Definitivamente, él logró tocar corazones y generar un cambio. Contagió su espíritu de lucha; hizo visible lo que estaba escondido. Convocó a otras vocaciones y a otros muchos corazones que hoy forman parte de esta lucha. Y demostró que si se quiere se puede y que con voluntad nada se quiebra. “Ver es focalizar, es compartir, es condolerse con otra persona”. Él pudo ver y darse cuenta y respondió con un testimonio inquebrantable, siendo así un gran ejemplo de humildad y de amor desinteresado.

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