A veces nos lamentamos por la contaminación y el maltrato que sufre nuestro medio ambiente. Sin embargo, hay elecciones que podemos tomar para compensar estas problemáticas. Por eso, hoy quiero invitarte a que consideres la posibilidad de tener tu propio muro verde: quizás empezar con un pedacito de tus paredes o cercos. Como sea, intentarlo vale la pena y ya vas a ver por qué.

Los muros vivos traen beneficios ambientales y favorecen al clima interno de una construcción. Además, ¿qué puede ser más lindo que extender tu espacio verde? Una pared de este tipo tiene la habilidad de hacer de cualquier edificación, un eslabón más de tu contexto natural.

¿Es lo mismo que una hiedra?
Por supuesto que estos muros difieren de cualquier fachada verde, como las hiedras convencionales. En realidad, se trata de estructuras que se sujetan a la pared misma, y las plantas reciben agua desde el interior de ese soporte.

Incluso, se pueden diseñar sistemas de riego que hagan uso de aguas grises, es decir, de las resultantes del uso doméstico como la bacha de la cocina o los baños. En este sentido, también retendrán la lluvia, aprovechándola al máximo y evitando un poco más las inundaciones ya que, al igual que los techos vivos, liberan el agua en etapas sucesivas.

Más biodiversidad
Vas a ver que en este tipo de muros se juega con diversidad de plantas y flores, lo que es ideal porque representan un hábitat para especies nativas o migratorias.

En caso de que hagas uno, será muy positivo que optes por las que son autóctonas, dado que de ellas se alimentan las especies locales de pájaros e insectos. Al mismo tiempo, necesitarán de  menor mantenimiento, aparte de las dos o tres podas anuales que requieren.

Fijate cómo el arquitecto Eduardo Barak lo implementó en el Edificio PROA ubicado en plena Av. del Libertador, a la altura de Vicente López. Y si un día te acercás a verlo, vas a notar que hay abejas y mariposas revoloteando por sus plantas.

Menos sonido y otros beneficios
Esta iniciativa nació como una respuesta a la falta de vegetación en lugares sin mucha superficie de suelo para plantar, y ya se adaptaron a la mayoría de las ciudades del mundo. De hecho, hace rato que nos encontramos con estos diseños en autopistas y avenidas en la Ciudad de Buenos Aires.

Sucede que, no sólo son aislantes sonoros, sino que también reducen el calentamiento global, dado que no refractan el calor como sí lo hacen el cemento y otros materiales que no logran absorberlo.

Algo parecido pasa cuando estas paredes se instalan en casas y edificios porque mejoran el aislamiento térmico de las construcciones: al retener las altas temperaturas, mantienen el aire interno bien fresco y liberan la calidez una vez que hace más frío.

Un estilo casero
Podés darle oxígeno a tus muros con el estilo más simple de los jardines verticales, en los que se alinean macetas con estructuras caseras que te llaman a jugar con tu creatividad.

El reciclaje de postigos o maderas de todo tipo es bien común, pero también podés aprovechar las columnas que tengas disponibles en tu balcón o galería.

Por suerte, ser green ahora está de moda y las ideas a aplicar se vuelven infinitas. ¡Aprovechalo y dejate llevar por el bienestar que te genera rodearte cada vez de más y más naturaleza!

¡Nos vemos en el próximo posteo!

Mechi,
www.espiralista.wordpress.com
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