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Por Domitila Diez

El compromiso implica mucha acción y pocas palabras. ¿A quién conocés que desde la humildad hace muchísimo sin que casi ni te enteres? 

Ser madre, además de ser pura acción, es ser modelo para los hijos que miran atentos, es abrirles el paso en un mundo desconocido. Las madres son ejemplo para sus hijos, los conocen como nadie, se adelantan a sus necesidades y dan el empujón para que dejen las rueditas y se manden solos en bici cuando sea el momento. 

Así también distintas mujeres son madres sin límites, atentas a las necesidades de su comunidad y ejemplos para las personas en las que van dejando huella con su entrega. Criar es una responsabilidad que entusiasma a ser mejor persona y a ampliar la mirada más consciente hacia la sociedad donde se desarrollan después los hijos.

A continuación, cinco mujeres que empezaron por su metro cuadrado y lo traspasaron completamente, involucrándose con niños, adolescentes y adultos con distintas necesidades emocionales y materiales. Comprometidas con su rol de madres y con otros que exceden a sus familias, llevan su energía a la educación, al acompañamiento, a la formación y a la acción social. Grandes testimonios que nos dejan mucho para pensar.¡Conocelas!

Lucrecia Nicholson, oportunidad para mejorar la calidad educativa

“Veo una transformación en el acompañamiento de familias y en el trabajo con chicos que tienen dificultades, y esa conexión con el otro me llena”, dice Lucrecia Nicholson. Es fundadora de PADI, un programa de prevención de alteraciones en el desarrollo de niños y niñas de nivel inicial en contextos vulnerables.

Nicholson es Terapista Ocupacional. Hizo un posgrado en Comunicación Aumentativa Asistiva en la UNSAM y está terminando un Máster en Educación Infantil en la Universidad del Atlántico. 

Amante del trabajo y del estudio, viajó a Los Ángeles en 2013 para hacer una certificación, y trabajó en un programa de prevención que impulsó sus ganas de aplicar el modelo en su país. Entonces, en 2016 nace PADI, un lugar de contención y un trabajo interdisciplinario de fonoaudiólogas, psicólogas, psicopedagogas y terapistas ocupacionales con el objetivo de detectar riesgos en el desarrollo de cada niño.

Preocupada por la educación en la Argentina, le entusiasma la expansión de este programa, a través de capacitaciones virtuales, a otras provincias y países durante el próximo año.

“Lo que me gusta de PADI es esa búsqueda en mi propia realidad de lo que yo puedo aportar. Me parece que hoy la Argentina necesita integrar la salud y la educación, como también necesita de mucho apoyo. Sabemos que la escuela no es sólo donde aprenden y socializan, es también donde reciben la comida, donde se les da contención, por eso es tan importante”, explica. 

Buscando desarrollar el mayor potencial de aprendizaje, trabajan dentro de las escuelas y, a la vez, dan charlas de apoyo a los docentes y talleres de crianza, conducta y autoestima a los padres. “Ver cómo los chicos cambian, cómo sus familias cambian, incluso cómo el colegio toma una nueva dirección es emocionante. Las directoras siempre están agradecidas”, cuenta.

Siendo mamá de Justina de 2 años, y con un nuevo niño en camino, admite que le llevará la vida aprender a dividir sus tiempos. Es totalmente consciente de que cuando su trabajo le permitió desarrollarse, trabajar para los demás y aprender, ese día vuelve a su casa con una sonrisa, disfruta más estar con su hija y se siente plena y realizada.

Inés Repetto, cambiar realidades desde una ONG 

“Siempre trabajé en ONG”, dice Inés Repetto, antropóloga social, que desde sus estudios orientó su carrera profesional al tercer sector. Participó en Cimientos, organización que impulsa la continuidad educativa y la inserción laboral, en la Fundación Germinare, que trabaja por la educación de niños de bajos recursos, en la Fundación Loma Negra, que impulsa la inserción socio-laboral para jóvenes y ahora, desde hace casi 10 años, en la Fundación Oficios, que dicta cursos de formación integral en oficios para adultos y les devuelve la dignidad a personas que creían haberla perdido.

“La particularidad de Oficios se orienta a un público adulto y es un gran desafío, pero es justamente esto lo que más me gusta también”, dice. Lo destaca como el fuerte de esta organización, por la que ya pasaron más de 6.000 alumnos, y aún en la pandemia siguen trabajando para no frenar este camino educativo.

Está a cargo del área de Desarrollo Institucional y de la captación de fondos para la fundación. Es el nexo y el puente con aquellas empresas que buscan ayudar y alentar estas iniciativas. Porque, como ella misma resalta, hay mucha gente que genuinamente quiere ayudar y no sabe cómo. Su función es dar a conocer los canales de ayuda que existen y fomentar el compromiso empresarial con la causa.

“Cuando uno hace ese puente y la gente que ayuda está contenta, te das cuenta que estás haciendo un buen trabajo”, reconoce. Describe que la cadena de favores que se desprende con una ayuda concreta es impresionante. “No podes estar dormida, tenés que conectar con la gente para que la rueda siga girando, con el norte puesto en que vale la pena”, explica. 

Otro aspecto que destaca de Oficios es que su oficina está en la misma sede en la que opera la fundación, lo que les permite ver el fruto de su trabajo. “No es lo mismo que te cuenten cómo está el pueblo argentino que está sufriendo, a verlo de primera mano. Son cachetazos de realidad que despiertan”, dice.

Tiene tres hijos de menos de 4 años y los lleva y los trae al trabajo, que por suerte, dice, es completamente inclusivo con los hijos. “Tengo en claro que me parece muy importante trabajar y ser mamá. No tiene que ser excluyente, sino positivo y dar un mensaje valioso”, aclara.

Victoria Ray, los valores a la pasarela

“La belleza no es una meta a alcanzar, sino más bien un don que llevo dentro por descubrir”. Esta es una de las frases que más le gustan a Victoria Ray de Pure Fashion, el programa de moda y valores para mujeres adolescentes del que fue coordinadora, organizadora, directora y ahora acompaña. En total, suma 10 años promoviendo valores en este ámbito.

Siendo maquilladora, peinadora y cosmetóloga y teniendo su propio estudio, el proyecto se ajustó a su profesión. “Fue espectacular porque es el complemento de mi carrera con el lado social, el más importante, el de la belleza interior y exterior” cuenta.

Su trabajo implica acompañar a personas en situaciones festivas, y buscar hacerlo desde la sinceridad. Intenta ayudar a conectar con lo real, con lo que está viviendo cada uno “más allá de los nervios o la arruga de un vestido que muchas veces nublan un momento divino”. La meta profunda es que las presiones sociales y las dificultades propias de la adolescencia no debiliten la autoestima y la belleza propia.

A la par del proyecto, se casó y tuvo dos hijas. “Fui creciendo como mujer, empapándome de estos valores que tanto trabajé, siempre desde un costado nuevo”, cuenta. Aprendió a conocerse, aceptarse y quererse para explotar lo que la hace única. Porque el camino para transmitir amor propio empieza por casa.

Destaca la importancia de trabajar con adolescentes. “Son las que más necesitan de esta motivación y de consolidar la autoestima, porque están inmersas en un mundo con mucho bullying y exposición”. Habla de un círculo virtuoso en el que verse linda motiva, hace que se quiera más, se acepte más y aflore el interior más querido. “Pure Fashion es eso: de afuera se ve moda, maquillaje, pero con esa diversión se alimenta y se fortalece nuestra parte más íntima” aclara Ray. 

“Soy una montaña rusa, siempre necesito crecer, estar abierta y mirar para todos lados”, cuenta. Este año lanzó una marca de velas y aromaterapia, y busca “ofrecer productos que acompañen buenos momentos”, que se suman a la experiencia de mirar el alma, como el resto de las cosas que hace.

Clara Naón, la familia en el centro

El día en que nació su primer hijo, Clara Naón se recibió de profesora de Historia. Pasó el tiempo, y cuando estaba embarazada del quinto, decidió estudiar Orientación Familiar en el Instituto de la Familia de la Universidad Austral.

“Quería herramientas para educar a mis hijos y cuando me recibí dije que me gustaría compartir este conocimiento con otras personas”, cuenta. Así empezó a dar clases a otras madres junto a una amiga. Lo aprendido le permitió educar en lo positivo, “con menos gritos y con más proactividad de parte de ellos”.

A la par de la crianza de sus 6 varones, fue responsable de contenidos, como voluntaria, en la revista Sembrar Valores en Familia, una publicación que busca transmitir mensajes positivos para cuidar nuestros vínculos. Se reúne semanalmente “a pulmón” desde hace 16 años junto con otras cinco mujeres para definir los contenidos de las distintas secciones.

“Me gusta que en Internet haya contenido con valores, eso es lo que nos motiva”, explica y agrega: “Me parece que el primer lugar donde se tienen que enseñar los valores que requiere la sociedad es la familia”. Y sí, para esta misión cuentan con el apoyo de la familia como núcleo principal, y suman profesionales de diferentes campos que complementen su mensaje.

También participa en CONIN Bancalari, un centro que forma parte de la red CONIN, la ONG que previene y combate la desnutrición infantil, asistiendo en su programa a toda la familia. 

Por ejemplo, las madres de los chicos dentro del tratamiento reciben una vez por semana charlas de nutricionistas, pediatras y talleres de manualidades, con el propósito de ayudarlas en la crianza y contención de sus hijos.

Sofía Cuesta, cruzada por el estudio

Con un diagnóstico de dislexia desde chica, hoy Sofía Cuesta se dedica a ayudar a otros a estudiar. Es psicopedagoga y en 2019 creó el Instagram @transmitiendo.valores.salta para compartir consejos para que las madres ayuden a sus niños con el estudio. 

Sin embargo, su cuenta y sus contenidos llamaron la atención de un público inesperado, al que no se imaginaba poder ayudar, los universitarios. Desde entonces, recibe consultas de jóvenes, no solo argentinos, sino también de Chile, Perú, México y España, que no saben estudiar ni organizarse, que les cuesta ordenar prioridades o no tienen un método con buenos resultados. 

“Las dificultades que más veo con respecto al estudio son la falta de planificación, la procrastinación, un pobre método de estudio y el déficit de concentración, y en la mayoría de los estudiantes se debe a que estudian con el teléfono activo”, dice. Esto último le preocupa en especial, porque todos tienen acceso a un teléfono celular desde chicos y,  aunque la tecnología pueda apoyar al estudio, tienen que aprender a usarla correctamente. 

Lanzó, junto a su colega Luisa Donovan, una guía universitaria con consejos, herramientas y actividades prácticas para mejorar diferentes aspectos del estudio, como el método y el control de los nervios. También empezaron juntas a dictar charlas grupales donde se puedan plantear dudas y sentirse acompañados.

Cuesta enseña de manera presencial en Salta y de forma virtual a otras provincias. Su objetivo es que adquieran autonomía y puedan seguir por su cuenta. Resume su trabajo en una línea: “Creo que todos pueden aprender a estudiar. Planificando y organizándose es mucho más fácil; así como me ayudaron a mí, me encanta poder ayudar a otros estudiantes a encontrar su forma”.

Mujeres, madres y ejemplos

Madres desde adentro pero también hacia afuera de sus casas, estas mujeres suman miles de otros hijos postizos de todas las edades a los que les entregan su tiempo y su corazón. Son diferentes modelos a seguir que muestran que siempre hay una forma de ayudar, de hecho, ¡infinitas! De la mano de tu profesión, tu hobbie, tu pasión o tu tiempo libre podés transformar una vida y esto cambiará la tuya. 

Lucrecia desde su formación, Inés haciendo puente, Victoria acompañando, Clara desde su dedicación, Sofía enseñando. Cada una nos deja algo para hacer propio y nos recuerda el valor de estar despiertos, conectados, atentos con quienes lo necesitan. 

Estar presentes, reconocer dónde están paradas para conectar con ellas y desde ahí con los demás. Quizá ese es el consejo que podemos llevarnos, quizá después de conocer sus historias también todos somos, un poco, sus hijos postizos.

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