El viento siempre parece traerme de regreso aquí.
Sobrevuelo los edificios destruidos por las bombas, los cuerpos inmóviles. La gente que reza. ¿Qué desean? ¿Desean la muerte? Tal vez. En este lugar sitiado por monstruos, la muerte es lo más humano que queda.
Y veo al niño. El niño que mira al cielo. Desde abajo, desde un cuerpo desnutrido y sin alas. Daría cualquier cosa por arrancarme y regalarle las mías. Su deseo de ser libre es tan grande que se le desborda por los ojos. Extiende sus brazos, y yo canto, como una promesa de que pronto estará volando conmigo.
Catalina Escardó