Texto: María Mullen
Fundación Valores para Crecer, constituida y liderada por empresarios luego de la crisis de 2001, se dedica a formar en valores concretos y profundos a personas en ámbitos educativos, corporativos y del tercer sector.
El taller empieza con un juego. Los protagonistas son docentes y familias de una escuela en un barrio carenciado en Malvinas Argentinas. Un alumno, el más revoltoso de la escuela, está sentadito al lado de la directora, vaya a saber uno por qué. Paula Martiré, facilitadora y coach de Fundación Valores para Crecer, además de Licenciada en RR.PP. y madre de cinco hijos, se propone trabajar con ellos un valor de manera dinámica y aplicable. En este caso, la autoestima. El juego atrae la atención de todos, especialmente la del chico, que observa atentamente a Paula cuando saca decenas de monedas de chocolate para ilustrar el inmenso valor de cada uno. Sensibiliza sobre la necesidad de mirarnos unos a otros y de decir a los hijos lo mucho que los queremos y lo importantes que son. El taller continúa con dinámicas, participación, momentos de emoción y profundidad, y una mochila de ideas prácticas para ejercer desde ese momento el valor de la autoestima en la vida diaria. Al terminar llueven los aplausos, y cuando el salón se empieza a despejar, el alumno revoltoso corre entre la multitud directo a buscar las monedas de chocolate. La directora lo persigue con el enojo entre los dientes hasta que al encontrarse ambos, él con todas las monedas en sus manos le dice “¿Viste lo que dijo Paula? ¡Yo valgo, yo valgo!”. El taller había tenido sentido.
Ser nuestra mejor versión
Durante la grave crisis económica vivida en los años 2001 y 2002, un grupo de empresarios, incluido Pedro Brandi, concluyó que lo que enfrentábamos como país era un problema cultural. “Las causas de los recurrentes conflictos tienen su origen en una crisis de valores y en la falta de compromiso social -escribió Brandi en un artículo de El Cronista-. Es urgente trabajar en valores. Sólo un verdadero cambio cultural generará una mejora en las personas, en las familias, en las organizaciones y en la sociedad. Una forma de trabajar para prevenir esta crisis que tanto afecta a la sociedad es concebir a los valores como la base de la prosperidad genuina. El éxito perdurable de las personas, las empresas y las naciones depende de que sus miembros ejerzan, practiquen y sostengan los más nobles valores de siempre”.
Es así como nació, luego de un año y medio de reuniones e ideas, Fundación Valores para Crecer. “La fundación trabaja fundamentalmente tres valores prioritarios: la actitud, la comunicación y el liderazgo -explica Diego Uranga, Director Ejecutivo- y recorremos el país desarrollando talleres y planes de entrenamiento en empresas, organizaciones del tercer sector, escuelas públicas e incluso cárceles”. Mediante encuestas y un diagnóstico inicial, la fundación prioriza los aspectos más importantes y urgentes a trabajar con el grupo humano de cada organización y elabora un plan anual para acompañarla en la mejora. En las escuelas involucra a toda la comunidad: padres, docentes y alumnos convencidos de que hay que revalorizar la escuela en su conjunto. “Los talleres duran entre dos y tres horas, y mediante películas, cuentos, juegos y mucha participación apuntan a que la persona se conecte con el valor desde el corazón, que lo profundice y lo pueda aplicar en acciones concretas después de la jornada. Las actividades para empresas tienen un costo con el cual podemos financiar las acciones gratuitas para las escuelas, cárceles y ONGs”. “Más del 70% de los requisitos a cumplir por una persona para formar parte de una organización son determinadas actitudes, virtudes y valores, y más del 90% de las causas de despido son faltas a esos tres elementos”, anuncia el sitio web de la fundación en su portada. “Cada taller -explica Paula Martiré- es como cuando vas en un colectivo y de pronto el semáforo rojo te obliga a frenar. Ahí podés ver en detalle el paisaje que siempre veías de forma rápida. Ves qué le falta, qué tiene, qué brilla, qué está opaco. Los talleres son espacios donde parás la pelota. Basta de piloto automático. Actitud positiva y reflexión. ¿Cómo es la actitud frente a mi trabajo, a mi familia, a mi casa? Es una oportunidad para reflexionar y mirarnos. Cuando cada una sea la mejor persona que puede ser, entonces seremos la mejor sociedad que podemos ser”.
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