Treinta años de historia, nueve en la Argentina, y durante diciembre estarán inaugurando su local número treinta. Para festejar este cumple tan especial, Le pain Quotidien abrió por primera vez las puertas de su centro de producción en Belgrano R, y nosotros estuvimos entre los invitados.
Su nombre significa “el pan nuestro de cada día”, seis palabras de trasfondo mayúsculo para esta marca que desembarcó en nuestro país hace casi diez años, que trajo consigo la masa madre que es germen de sus recetas, y que tiene en Belgrano la fábrica de producto artesanal más grande del Cono Sur. Todos sus productos son elaborados aquí, y desde aquí salen en el día, a cada uno de sus locales.
Un recorrido de película
Recorrimos la fábrica de principio a fin. Y lo hicimos de manera lineal, siguiendo el mismo camino productivo que diariamente ocurre aquí adentro; guiados por Federico Lantaron -CEO de LPQ-. Empezamos por el sector de carga y descarga, estuvimos donde se acopia la materia prima.
Sentimos el frío de su cámara “positiva” y los grados bajo cero de la misma versión en “negativo”. Conocimos la pastelería y el sector de panificado, llegamos hasta la cámara de la masa madre que descansa allí hace nueve años y nos encontramos cara a cara con el maestro panadero. Pasamos por los túneles de fermentación y por los hornos (los de convección y los de conducción), llegamos hasta el sector de “pick it” y al de lavado.
Al final, terminamos en la viennoiserie, donde se hacen 2500 medialunas por día. Una mañana distinta, que un poco nos hizo sentir de viaje. La fábrica está en una zona residencial y en plena aromonía con sus vecinos.
Locales con clima propio
Le Pain tiene locales propios y franquicias, está también en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y en las oficinas de Mercado Libre, como beneficio a sus empleados. “Incluso durante la pandemia, que tanto golpeó al sector gastronómico y por la que estuvimos parados tantos meses, hicimos un acuerdo con Mercado Libre y les prestamos empleados durante seis meses”, explicó Lantaron. Y agregó que cada franquiciado realiza antes de inaugurar una capacitación de tres semanas; que debe cumplir siempre con los cánones de ambientación, atención, musicalización y de formación de sus equipos. Y que, una vez que abre sus puertas, debe trabajar siempre en “la experiencia” que cada cliente debe experimentar al entrar en LPQ.
“En Le Pain Quotidien, creemos que la comunidad es lo que nutre, inspira y alimenta el alma. Nuestra primera mesa comunal de la Rue Dansaert en Bruselas fue construida con madera reciclada de los suelos de los trenes belgas que ya no funcionaban. Esos simples tablones se convirtieron en una tradición. Hoy en día, esta misma madera áspera y recuperada continúa trayendo confort a nuestros locales y las mesas comunales se han convertido en uno de nuestros sellos distintivos. Lo suficientemente largas para que todos se sienten y lo suficientemente estrechas para que todos conversen”. Palabras más, palabras menos; párrafos que hacen alusión a ese clima que busca generar hogar; que implica una cálida acogida y aromas que nos envuelven y que son capaces de hacernos viejar en el tiempo y en el espacio.
Apuesta futura
“Crecer y llegar a las provincias es un desafío, porque nuestra esencia implica no perder lo artesanal ni lo natural. De aquí salen los productos frescos elaborados en el día hacia todos nuestros locales, pero sabemos que podemos dar más, ya que estamos al 30% de nuestra capacidad productiva”, concluyó Lantaron. Casi 1000 kilos de harina diario, a los que se agregan sal y agua. De aquí salen panes que se servirán en tantas mesas, y mermeladas caseras y recetas artesanales. En cada local y en cada rincón, habrá cada mañana aroma a pan recién horneado y la música elegida llenará los ambientes. Conocer el corazón y la raíz de tanto trabajo es una caricia al ánimo. ¡Feliz cumpleaños Le Pain! Una marca mundial, que sigue apostando por nuestro país, que sobrevivió al aislamiento, y que logró reinventarse y cuidar sus casi cuatrocientos puestos de trabajo; y tantos lugares que nos reúnen, que nos encuentran y en el que sabemos que podemos encontrar el pan nuestro de cada día. Ese alimento que implica una forma de vida, que necesita de harina, de agua, de sal; y sobre todo, de tiempo.
Fotos: @rochilanu