Visitamos la localidad de las calles sin cordón, las quintas y los barrios privados. Un rincón alejado pero muy cerca de la ciudad, con todo para ofrecer y una alternativa de vida distinta.
Texto: María Ducós – Fotos: María José Campos Arbulú
A las nueve y veinte de la mañana, después de atravesar la General Paz, girar noventa grados para empalmar Ricchieri, abrir dos veces la ventanilla para pagar peajes y comer un par de bizcochos agridulces llegamos a Canning. Árboles altos y arbustos bajos se mezclaban en las banquinas de la rotonda. Un boulevard de palmeras nos abría las puertas de esta localidad con una pata en el partido de Ezeiza y la otra en el de Echeverría, dividida transversalmente por la ruta 58. Al llegar resoplamos con alegría, como si saliéramos a la superficie a tomar aire, ese aire que a veces la rutina agobiante nos quita. Parpadeamos después de haber mantenido la mirada fija en el trayecto hacia nuestro destino. Ahora, la tranquilidad se vestía de abundante vegetación, calles angostas y pocos lomos de burro: el ritmo pausado no es impuesto, es innato.
Parecía mentira que a tan sólo 40 km de la Capital se respirara otro aire, más fresco a pesar de un sol rajante. Los pájaros cantaban, un tero más allá gritó (probablemente para espantarnos de sus crías) y el devenir de los autos no databa ni de bocinas ni de ruidos molestos. El verde decía presente en nuestros cuatro puntos cardinales.
Canning empezó a ser un escape para los fines de semana, un desahogo de la rutina y una purificación de los pulmones para la gente de Buenos Aires. Pero el crecimiento industrial, la urbanización y el inmenso abanico de alternativas inmobiliarias están venciendo esas costumbres. Muchos dan un pequeño paso mudándose a esta localidad aún trabajando en la metrópoli, pero cada vez son más los que dan un salto olímpico instalándose definitivamente, apostando por el desarrollo y el empuje de su gente.
CANNING TIENE ONDA
Las Toscas Canning Shopping parece una bendición cerca de las diez de la mañana bajo el aire acondicionado. Nuestra primera parada nos ofrece un café al lado de una palmera interior tan alta como el techo vidriado del patio de comidas. Las chicas se visten con la última moda y los hombres pasean prolijos y cancheros, las marcas de ropa de este centro comercial no tienen nada que envidiarle a las andanzas fashionistas en la Capital. De hecho, diseñadores locales que antes deambulaban por Buenos Aires insertando sus prendas en diversos emprendimientos multimarca ahora tienen un público cautivo y fornido en su propia ciudad.
Celeste es Licenciada en Comercialización y trabajó toda su vida, hasta hace seis meses, en microcentro. Un día, después de una buena docena de veces en que el subte de la línea B la dejara varada en una estación remota, con los minutos contados para llegar a la oficina y compactada contra esa masa anónima de personas en su misma situación de vulnerabilidad, pidió el cambio. Empezó a visitar Canning por el incentivo de su padre que, teniendo un lote en La Horqueta de Echeverría, transmitió a sus hijos que la calidad de vida es posible y consta de atardeceres sin bullicio y de una seguridad sin horarios.
“Puse un local de ropa en agosto y el año que viene mi marido y yo nos venimos a vivir definitivamente. Pensando en los hijos que vendrán, queríamos tener un lugar más grande, con jardín, más tranquilo y seguro. Hoy viajo todos los días de Devoto a Canning pero lo elijo, es un placer subirte al auto y en treinta minutos estar abriendo mi negocio” nos cuenta Celeste, feliz con la decisión que tomó.
PUNTO DE ENCUENTRO
El pasaje bajo la sombra de coníferas que atraviesa el Plaza Central Canning, el shopping más completo en muchos kilómetros a la redonda, tiene un aire a las callecitas empedradas y estrechas de Brujas, la ciudad belga famosa por su romanticismo. Se podría decir que la galería, limitada por dos arcadas e iluminada por faroles de hierro que cuelgan del techo, es una postal de un escenario medieval con su fuente de agua llena de monedas. Pero las vidrieras de los locales dan cuenta de que el siglo XXI llegó para quedarse. Las marcas de indumentaria pisan fuerte, llevando los últimos diseños de cada temporada a los percheros de sus tiendas.
La oferta culinaria se extiende de derecha a izquierda con restaurantes y bares que también dan indicios de altos y modernos estándares. Desde comida peruana con su exclusiva fusión de sabores japoneses, pasando por los menús ejecutivos en parrillas elegantes o el infaltable fast food de Mc Donald ́s o Burger King. La amplia variedad de minutas se adapta a todos los bolsillos.
También hay espacios para el encuentro al aire libre. Una reunión de trabajo, una juntada con amigos o un lugar donde descansar entre actividad y actividad. Esa es la función de las mesas y sillas negras que descansan debajo de un cedro casi centenario. En una arcada se luce un auto antiguo entre las plantas cuidadas por los jardineros del shopping. Y si uno se sienta en el banco más próximo y mira hacia arriba reconocerá una pintura al mejor estilo Miguel Ángel en el techo. Todo está pensado y diseñado por un mismo ojo estético.
INVERSORES, EMPRESARIOS Y PYMES
El motor de este gran crecimiento tiene origen en el esfuerzo de los primeros visionarios, que encontraron en estas tierras oportunidades de emprender. En el año 1997 no había más que pastizales y una ruta provincial en mal estado que se imponía entre las parcelas de trigo y cebada en las cercanías del aeropuerto de Ezeiza y del empalme de lo que es, hoy en día, la autopista Buenos Aires – Cañuelas.
Para la actividad logística y productiva, Canning es una localización estratégica. Con un acceso fluido a las zonas norte y oeste del GBA, a minutos del aeropuerto y cerca del puerto de Buenos Aires, el Núcleo Productivo Sur es un complejo industrial de 40 hectáreas que permite a pequeñas y medianas empresas tener su negocio en un perímetro exclusivo, con seguridad y servicios comunes, accediendo a beneficios fiscales y crediticios.
Es un polo industrial que concentra actividad de diversos rubros entre Canning y San Vicente entre los que se destacan firmas alimenticias, gráficas, metalúrgicas y de vestimenta y calzado. Este núcleo económico irradia producción, puestos de trabajo y capacitación laboral para las zonas de influencia, buscando aportar su granito de arena a la integración social y económica de la región.
Las maquinarias a un lado de la ruta son indicio del creciente desarrollo de barrios privados en la zona. Canning está en pleno auge y, con la idea de invertir en infraestructura para que la gente pueda vivir y trabajar en el mismo lugar con todas las comodidades que eso implica, se están destinando muchos esfuerzos para, además de countries, se construyan hospitales, comisarías y más escuelas.
VISIÓN A LARGO PLAZO
Si bien hoy en día los colegios de Canning cubren la demanda educativa de sus habitantes, en las próximas décadas, las nuevas generaciones exigirán nuevas inversiones en este ámbito, con colegios bilingües, de doble escolaridad, tendencia al deporte y orientación tecnológica.
Saint Mary’s International College es sólo una de las alternativas educativas de la localidad. Es la primera escuela bilingüe con planes de estudio internacionales en la zona y fomenta, como cualquier institución de alto nivel de exigencia, el desarrollo de deportes, actividades artísticas y religiosas para una completa formación de sus alumnos. El colegio Grilli Canning se posiciona como un proyecto laico, mixto y bilingüe. Con niveles maternal, inicial, primario y secundario aspira a que sus propios alumnos opten por una educación integral para sus hijos y, de esta forma, construir un colegio tradicional de la zona a través de los años.
AGENTES DE CAMBIO
Sólo resta animarse. No es necesario tener la vida resuelta para empezar a delinear los parámetros por donde queremos que pase nuestra vida, porque ni siquiera un trabajo consolidado o una aparente seguridad familiar garantizan la felicidad. Siempre se puede estar un poco mejor, y si ese enriquecimiento tiene que ver con renovar la calidad de vida de hijos, nietos, amigos y de uno mismo, por supuesto, el esfuerzo vale la pena. Porque criar a la descendencia con la complicidad de la naturaleza, de matrimonios jóvenes con los mismos ideales, de una educación fuerte en lo académico y delicada en lo espiritual para formar personas íntegras, en Canning tiene un precio bajo. Y como detrás de todo “sí” nacen esos nuevos mundos, los años se encargarán de agradecer estas oportunidades, de compartirlas y de convertirnos en agentes del cambio.
EIDICO EN CANNING
Eidico tiene tres barrios en Canning: La Horqueta de Echeverría, Santa Juana y Santa Inés, que suman 900 lotes suscriptos con una gran calidad de infraestructura. Y este año se prepara para un nuevo lanzamiento en la zona.