Intervalo de Paz no es solo un proyecto de accesorios; es un sueño lleno de amor y resiliencia. Kari, mamá de tres hijos y joyera contemporánea, junto a su hija Serena, lideran este emprendimiento que nació en plena pandemia. Lo que empezó en la galería de su casa, con vecinos y amigos como primeros clientes, hoy se ha transformado en un negocio con un local en Las Lomas y hasta envíos al exterior.
Una historia de familia, superación y pasión
Kari es trasplantada, y fue en un impasse en su vida cuando decidió reflexionar junto a Serena sobre qué querían hacer juntas. “Mamá salía de la cuarentena de su tratamiento y me invitó a pensar un proyecto. Ahí surgió Intervalo de Paz”, cuenta Serena. Desde entonces, ambas se complementan a la perfección: Kari se encarga del diseño y la fabricación, mientras que Serena lidera las redes sociales.
Con materiales como alpaca y bronce, diseñan piezas únicas que reflejan su amor por lo artístico y lo manual, algo que Kari siempre disfrutó desde chica. Fue mucha prueba y error al principio, con momentos de frustración, pero también de gran aprendizaje. Hoy trabajan junto a un equipo de 7 mujeres apasionadas, donde cada una se siente valorada y respetada, priorizando siempre el lado humano.
El significado detrás del nombre
Intervalo de Paz surgió de la necesidad de encontrar armonía y propósito. “Nos tomamos un espacio para frenar, reflexionar y conectar. Queremos que el trabajo sea un disfrute, y mientras nos haga felices, seguimos adelante”, explica Kari
Aunque Serena se mudó a Mendoza este año, el proyecto sigue creciendo gracias a la confianza y la comunicación que las une. “Nos alegra mucho lo que hacemos y queremos transmitir eso con cada pieza: humanidad, alegría y paz”.
El valor de lo humano, siempre en el centro
En Intervalo de Paz, lo más importante es no perder nunca lo humano, porque eso está en el corazón del proyecto. “El foco está ahí: acá somos todos iguales. Si alguien tiene un mal día, lo respetamos. Cada una de las chicas aporta algo único, y nos aseguramos de que todas se sientan valoradas y puedan equilibrar su vida personal y laboral. Queremos que el trabajo sea un espacio de paz y disfrute, no de presión”, cuenta Kari.
Esta filosofía no solo se refleja en el ambiente de trabajo, sino también en cada pieza que crean, transmitiendo valores como empatía, respeto y alegría. Al final del día, el objetivo es que cada persona que se cruce con Intervalo de Paz se lleve no solo un accesorio, sino también una parte de esa esencia que hace tan especial al proyecto.
Gracias, Kari y Sere, por mostrarnos que es posible crear un proyecto lleno de disfrute y gozo, sin perder lo humano ni la pasión. Su historia nos motiva a soñar en grande y a encontrar paz en lo que hacemos.
¡Son un verdadero ejemplo!