Maco García , artista plástica y tigrense de toda la vida, se presenta al mundo con una sensibilidad única, que traspasa los lienzos y toca fibras profundas. Aunque su formación académica la llevó por el camino del diseño textil y de indumentaria, su vocación por el arte estuvo presente desde siempre. “Pinto desde que nací, literalmente”, dice. Y no hay forma más precisa de entenderla: Maco siente que pintar es su propósito.

Durante más de siete años se formó en el taller del maestro Amador Tanoira, quien acompañó su desarrollo técnico y emocional como artista. Pero su verdadero motor es interno. “Tengo una necesidad constante de pintar”, confiesa. Y esa necesidad se vuelve acto: cada obra es una expresión directa de su mundo interior, de su crecimiento personal, de su conexión con la naturaleza y con lo esencial.

Su inspiración suele venir de lo pequeño, de lo sutil. No se trata de grandes conceptos ni de complicadas búsquedas: a veces es solo una hoja filtrando la luz, un instante perfecto. “Tomar ese momento y transformarlo en algo tangible es lo que más me interesa. La esencia”, explica. Y es justamente eso lo que logra capturar en su nueva serie: animales como garzas, elefantes o tigres que no son solo representaciones, sino manifestaciones de una energía, una personalidad, un alma. La suya y la de ellos. Un vínculo invisible que se vuelve pintura.

En Esencia: un nuevo capítulo

Esta nueva serie, titulada En Esencia, representa un punto de inflexión. Es una síntesis de todo su recorrido como artista. Desde sus primeros pasos antes de los 20, hasta hoy, más madura, más conectada con su propósito y con una voz más honesta.

“Esta serie combina lo que fui en mis inicios con una nueva capa, más profunda, de quien soy hoy. Y eso me parece profundamente hermoso”.

Cada obra fue pintada en un “tiempo natural”, como ella misma lo define, sin apuros ni fórmulas. Con la intención de que quien la vea también pueda tomarse un instante, frenar y re conectar con lo esencial.

El arte como comunidad

Además de su trabajo como artista, Maco forma parte de un espacio compartido con ocho mujeres emprendedoras donde se dictan talleres de arte, cerámica, mosaico y bordado. 

“Se genera una comunidad hermosa, un lugar donde realmente se comprende el propósito de por qué uno pinta, por qué uno elige trabajar con el arte”.

Allí, más allá de las técnicas, se enseña algo todavía más valioso: a frenar. A estar presente. A re conectar con el hacer manual, con la tierra, con uno mismo. A crear desde un lugar de verdad.

La búsqueda y la pausa

En cada pincelada de Maco hay una búsqueda personal. Una pregunta latente: ¿Qué quiero decir? ¿Cómo lo quiero contar? ¿Por qué? Y también una aceptación de que esa búsqueda no tiene que forzarse. Que el crecimiento artístico necesita tiempo, espacio y amabilidad. “Hoy, desde un lugar más adulto, reconozco que tendría que haber sido más amable conmigo misma en ese proceso”, comparte. Y es justamente desde esa madurez que su obra actual se presenta: como una manifestación honesta, profunda y viva de todo lo que fue, lo que es y lo que aún está por descubrir.

Maco no solo pinta: comparte su mundo. Y mientras el camino se va revelando en el andar, ella sigue creando con la misma fuerza que la impulsa desde el primer día. Gracias Maco, por compartir tu arte y tu esencia con nosotros. 

@macogarcia.arte

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