Al llegar, no se ve. Como si el bosque la abrazara y la guardara para sí, esta casa queda completamente escondida detrás de una densa cortina de acacias. Pero está ahí, integrada con sutileza y respeto al entorno. Es la casa del arquitecto Luciano Kruk, uno de los primeros en proyectar en esta zona de Costa Esmeralda.

Diseñada como un cuadrado perfecto, la estructura está hecha íntegramente en hormigón visto. Los grandes paños de vidrio en el frente y contrafrente enmarcan el paisaje y permiten una inmersión total en el bosque. Desde adentro, todo invita a mirar hacia afuera, a detenerse y contemplar la naturaleza que la rodea.

“Quería lograr esa sensación de estar metido en el bosque, de habitarlo desde adentro”.

Hacia los laterales, donde hay casas vecinas, el planteo fue distinto: de un lado, un tabique ciego con una ventana alta; del otro, una abertura corrida acompañada por una ventana baja y un muro que impide las vistas desde arriba. Así, la privacidad está cuidada sin renunciar a la luz ni a la amplitud.

Esta casa tiene además un valor especial: es su propia casa. El terreno, cuenta, lo eligió por la atmósfera que generan los pinos y el silencio que había, cuando aún no había construcciones alrededor. 

“Fue de las primeras casas de esta zona del barrio. La imaginé como una plataforma para disfrutar el bosque”.

En Costa Esmeralda conviven estilos y búsquedas muy diferentes.

 “Es un barrio muy heterogéneo. Hay casas de autor, más rústicas, más clásicas. Creo que esa variedad lo hace interesante. Cada uno encuentra su lugar.”

En su caso, ese lugar es este refugio austero y contundente, que elige pasar desapercibido para abrirse solo a quien lo habita. Una casa que no compite con el paisaje, sino que lo celebra en cada línea.

Gracias, Luciano, por abrirnos las puertas de tu casa y compartir con nosotros la inspiración detrás de este rincón tan especial del bosque.

Costa Esmeralda, Eidico | Arq. Luciano Kruk

FacebookTwitterEmailShare