Acompañar a nuestros hijos en el regreso a clases – El inicio de las clases produce un cambio en el ritmo cotidiano que altera la vida familiar. Es necesario poder acompañar a nuestros hijos en medio de esos movimientos y alentarlos en sus tareas.
Texto: Lic. Cristina Alais , Orientadora Familiar – M. Dolores Vicente, Orientadora Familiar
Durante las vacaciones, los horarios son más flexibles y las actividades no insumen tantas exigencias: es más frecuente invitar o visitar amigos, acostarse más tarde, levantarse sin despertador. El comienzo de las clases, por el contrario, implica también tener que enfrentarse a otro tipo de organización: el pool o combi, preparar viandas y elegir las actividades extracurriculares. Esto puede producir un estrés de los padres que tendrán que aprender a manejar a lo largo del año. La cuestión a resolver será cómo acompañar a nuestros hijos durante todo este proceso para que sea valioso tanto para ellos como para nosotros, los padres.
En primer lugar, habrá que tener en cuenta las edades de los hijos. Los niños pequeños tienen una curiosidad más amplia, hacen preguntas continuas y muy concretas sobre todo tipo de temas, ya que todo les interesa. Se sienten atraídos por aquello que resulta una novedad y se los ve felices cuando, luego de una tarea bien hecha, reciben la aprobación de la maestra o de los padres, promoviendo su afán de superación. Por esta razón es importante estar atentos para responder adecuadamente frente a lo que han hecho o aprendido, sin minimizar o exagerar sus esfuerzos.
Las dos posturas pueden afectar su autoestima, ya sea porque no son valorados en lo que hacen o porque no siempre van a poder cumplir las expectativas de sus padres, y esto puede afectar el rendimiento escolar o la relación con sus compañeros. Una adecuada autoestima se relaciona con el reconocimiento del esfuerzo implementado y los logros reales alcanzados.
A medida que pasan los años, los hijos se van haciendo más independientes y las responsabilidades van cambiando. Deberán dedicar más horas al estudio, responder a los requerimientos de distintas maestras, estudiar más materias. Por eso, más que nunca necesitan del acompañamiento y aliento de sus padres. Será necesario ayudarlos a desarrollar la capacidad de concentración y esfuerzo, ya que en esta etapa están más dispersos y esto suele disminuir su interés por lo novedoso, descubriendo otros aspectos que tiene la vida escolar y que les resulta más atractiva: están más pendientes de los amigos, las salidas, los deportes, etc.
Para poder llevar adelante un año escolar con éxito, será indispensable conocer la importancia de los límites como un factor protector que, lejos de ser un limitante para los hijos, los ayudarán a encauzar sus esfuerzos a favor de su mejora personal. De esta manera el año escolar será una oportunidad para compartir experiencias que serán motivos para recordar, incluso cuando sean adultos.
Estar preparados para llegar antes de que aparezcan los problemas facilita las buenas relaciones interpersonales, promoviendo una vida más ordenada y feliz. Desde la orientación familiar como una forma de prevenir conflictos y acompañar a los hijos durante todo este proceso, proponernos lo siguiente.
- Estar disponibles para escucharlos, alentarlos, orientarlos, pero sabiendo que son ellos quienes deben realizar sus tareas, tanto escolares como aquellas con las que deban colaborar en el hogar. No sustituirlos en aquello que puedan o sepan hacer.
- Considerar que el exceso de actividades extracurriculares (piano, guitarra, danza, fútbol, teatro), cuando no se da en su justa medida, resta tiempo tanto para el estudio como para el descanso y la vida familiar. Es importante saber limitarlas a aquellas que realmente agradan a los hijos y no están en relación con las expectativas o necesidades de los padres. No desnaturalizar el valor de cada cosa.
- A los más chicos se los puede ayudar a organizar sus cosas y sus tiempos a partir de “cadenas de comportamiento”: rutinas que generan hábitos en función al desarrollo de un valor (orden, responsabilidad, obediencia).
- ¡Establecer horarios para el uso de los medios tecnológicos y cumplirlos! ¿Es fácil? No, pero es necesario.
- Recompensarlos cuando hacen las cosas bien. No deben ser necesariamente cosas materiales. Pueden demostrarles alegría felicitándolos, abrazándolos o comentando con otra persona los buenos resultados de su tarea o comportamiento en el colegio.
- Mantener la TV y sobre todo los celulares apagados a la hora del encuentro familiar para generar un ámbito de comunicación.
- Conservar los espacios lúdicos para que logren un mayor desarrollo de la creatividad es necesario para el autoconocimiento. Esto significa evitar el uso de computadoras y otras tecnologías.
- Y, sobre todo, ser ejemplo. El ejemplo se transmite a través de la coherencia de vida entre lo que se dice y se hace. Los hijos siempre nos están mirando y aprendiendo de nosotros, cuando los vemos y cuando no.
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