¿Y si moverse fuera tan importante como aprender a leer y escribir?

“No hay aprendizaje si el cuerpo está quieto y la mente está agitada”, afirma Juan Cáceres Monie, director de Deportes del San Isidro Delta School.Para la institución, el deporte no es solo un complemento: es un pilar tan importante como lo académico, porque tiene un impacto directo en el rendimiento escolar y en el desarrollo emocional de los chicos.
A medida que los estudiantes crecen, es fundamental incentivarlos a involucrarse en el deporte. La actividad física no solo ayuda a liberar tensiones y mejorar la concentración, sino que también genera vínculos, sentido de pertenencia y constancia. Practicar deporte les enseña a respetar horarios, seguir rutinas y comprometerse con objetivos personales y grupales, habilidades que se trasladan naturalmente al ámbito académico.
Un estudiante que se mueve, que entrena y se desafía, llega a la clase más concentrado, relajado y receptivo. El deporte fortalece el carácter, fomenta la tolerancia y construye vínculos sólidos. Es en la cancha donde aprenden a perder con dignidad, a levantarse tras los fracasos y a valorar el esfuerzo propio y el de los demás. Estas experiencias moldean su desarrollo integral y potencian su desempeño académico.
En San Isidro Delta School se trabajan metodologías que integran lo académico y lo deportivo, fomentando un aprendizaje que combina mente y cuerpo. La meta es que cada estudiante alcance su máximo potencial, no solo en la clase, sino también en su vida personal, emocional y social. Porque cuando un chico se mueve, no solo está haciendo ejercicio: está aprendiendo a vivir, a gestionar sus emociones, a comprometerse y a crecer en comunidad.
La presencia de referentes de alto nivel potencia aún más esta experiencia. “Creemos que le transmiten a los chicos toda su experiencia y aprendizajes”, explica Juan Cáceres Monie al referirse a Matías Andreotti, jugador de Los Leones e integrante del proyecto deportivo del colegio. Su rol va más allá de enseñar técnicas: es un modelo cercano que inspira a los chicos a desarrollar disciplina, pasión y valores que los acompañarán dentro y fuera de la cancha.


Para San Isidro Delta School el movimiento es más que ejercicio: es una herramienta que potencia el aprendizaje, una clave en la educación emocional, un espacio de encuentro y un camino para que cada alumno descubra de lo que es capaz.

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