Basta con que pasemos una sola tarde al aire libre para sentir una enorme liberación, como si estuviéramos más livianos. No hay dudas de que lo natural nos reconforta, pero ¿qué pasa en nuestro organismo cuando nos contactamos con la naturaleza? Ahora también hay estudios científicos que se orientan a explicar estos efectos.
Nos relajamos y baja el estrés. Las sensaciones que tenemos al estar en contacto con la vida silvestre nos dan bienestar de tan solo pensarlas. Eeva Karjalainen es una científica finlandesa que se dedicó a investigar nuestra relación con lo natural, por ejemplo, cómo influye en la salud humana la cercanía con los bosques. Así dedujo que es tanto lo que este contacto reduce nuestro estrés, que logra prevenir enfermedades físicas y psíquicas. Percibir las imágenes, sonidos y olores naturales nos otorga un placer que siempre nos ayudará a aliviar cualquier malestar.
Sentimos más felicidad. Se pudo demostrar también que una persona obtiene un desempeño superior al hacer una misma tarea al aire libre que en un espacio cerrado, debido a la mejoría en el estado de ánimo. De hecho, ¡sería muy bueno que los colegios y empresas consideraran esto a la hora de plantear sus jornadas.
Pensamos con distintas áreas del cerebro. Estar afuera nos da frescura mental, lo que nos ayuda a razonar diferente, literalmente. Por eso, podemos pararnos en otros puntos de vista, una diversidad que sin dudas nos afrontará a los desafíos cotidianos con mayor entereza y nos ayudará a sortear algún que otro problema con más facilidad.
Limpiamos nuestro organismo. El aire puro nos renueva por completo y ese simple hecho ya nos previene de las sensaciones de ansiedad y depresión. Desde ya, es tanto lo que incentivan el deporte los espacios verdes, que entraremos en el círculo virtuoso de incorporar hábitos más sanos. Sin ir más lejos, se logra neutralizar enfermedades respiratorias y evitar muchas otras también, al punto de que, en este mismo estudio finlandés, se expone cómo podemos prevenir la generación y el desarrollo del cáncer.
Ganamos consciencia ambiental. No podemos amar lo que no conocemos, por eso es que sólo al tener relación con algo, llegamos a comprenderlo y apreciarlo en una segunda instancia. Del mismo modo, el vínculo con la naturaleza es lo que nos hará individuos más empáticos con ella y nos ayudará a entender acerca del cuidado que nos pide. ¡Tengámoslo en cuenta a la hora de pasar tiempo con nuestros hijos!
Un plus espiritual. James Redfield es el autor de La novena revelación, un bestseller que conmovió a muchísimos lectores, en el que trata acerca de la importancia de que aprendamos de nuestros ancestros. Sostiene que ellos llegaron a responder ciertos planteos existenciales gracias a su estrecha relación con la naturaleza. Para Redfield, en esos lugares vírgenes donde los procesos de la naturaleza desde las primeras generaciones evolucionan con total libertad, podemos conectarnos con el misterio eterno de quiénes somos realmente. Es decir, despertar y encontrarnos con nosotros mismos.
Aún con percepciones más empíricas u otras espirituales, nos queda en claro que estar al aire libre es tan efectivo como una terapia y, además, ¡es mucho más accesible! Y vos… ¿por qué disfrutás de la naturaleza?
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Mechi,
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