El lanzamiento mundial del octavo libro de la saga de Harry Potter ocurrió de manera simultánea en varias librerías del mundo. Aquí, Kel Ediciones fue la firma local que se sumó al protocolo y dos de sus sucursales fueron sede para la apertura de cofres y la entrega a los miles de fanáticos del más esperado:
El hijo maldito. La magia ocurrió el 31 de julio a las cero horas.
Recién en mayo de este año se anunció el inesperado lanzamiento, cuando todos creíamos que la historia de Potter se había consumado por completo en el séptimo libro. Semejante sorpresa provocó una euforia mayúscula en los fans, que se autoconvocaron para esperar el gran día y que vieron en Kel Ediciones el único aliado y principal medio para unirse a las librerías del mundo y ser también parte de este lanzamiento, el mismo día y a la misma hora que en el resto de los continentes.
“Nos contactaron los chicos del Club de Fans de Harry Potter Argentina, con ganas de formar parte del evento. Por nuestra parte, nos encantó la idea de que ellos lo protagonizaran directamente. Enseguida supimos que el público los iba a querer, ya que encarnan el fanatismo a más no poder”, explicó Mercedes Raffo. Y así, durante un largo mes -que coincidió en parte con las vacaciones de invierno- la sede de Belgrano R fue punto de encuentro de fanáticos que organizaron actividades y competencias entre las cuatro casas de la saga. Un ciclo que culminó con la llegada del gran día y la convocatoria de cerca de dos mil personas en la tradicional esquina de Echeverría y Conde del barrio de Belgrano. Otros cientos se acercaron hasta el local del TOM.
Llegar caminando hasta “el Kel de Belgrano” y permanecer en sus alrededores durante un par de horas fue casi como estar dentro de una película. Cientos y cientos de fanáticos vestidos de pies a cabeza con los colores de las casas ocupaban las mesas de los restaurantes de la zona, permanecían sentados en los cordones de la vereda, iban y venían en grupos, o simplemente estaban de pie allí, esperando. Túnicas, bufandas, corbatas, gorros, sweaters, escudos, varitas. Miembros de Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin, identificados por sus colores. Un escenario, mucha música y juegos. La gran fiesta estaba por suceder. Ninguno de todos ellos dormiría esa noche, The cursed child esperaba por sus lectores.
Puertas adentro, en Kel, se entregaron más de mil números para que todos los presentes pudieran retirar sus ejemplares –adquiridos en la preventa online-. Un movimiento considerable, unas veinte personas trabajando sin cesar y muchísima adrenalina en el aire. En la vidriera, los miles de libros en sus cofres (traídos al país en avión para acelerar las entregas) esperaban a que fueran las doce para ser abiertos y descubiertos. Cuando faltaban quince minutos para la medianoche, y por esas vueltas de la vida, todo se volvió oscuridad. Desconocemos si fue un corte programado, o si fue obra del “hijo maldito” como varios de los allí presentes alegaron. Pero la realidad es que varias manzanas quedaron sin luz y, entre ellas, la de Kel y sus alrededores. Así fue que, a la luz de los celulares y al grito de cuatro lectoras en simultáneo, se leyeron las últimas páginas del último libro conocido hasta ese día, el séptimo, publicado hace ya diez años. Y, al igual que como se recibe un nuevo año, los miles de allí presentes recibieron las cero horas del día 31 de julio de 2016 y esperaron en sus filas (formadas por la casa a la que pertenecían) a recibir un ejemplar del título más esperado. Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno… ¡y The cursed child! Ese día y los dos que siguieron se vendieron los dos mil ejemplares traídos al país.
Magia y mucha emoción. Un día histórico para JK Rowling, esta autora que ha tenido la capacidad de captar un público masivo y fanático. Su prosa compleja, llena de detalles relevantes, pero de fácil lectura, entretenida y llevadera, se ha hecho querer, se ha hecho esperar y ha logrado encantar a su público.
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