Es uno de los establecimientos más lujosos del mundo. Recientemente restaurado, queda a pocos metros de la Piazza San Marco de Venecia y ocupa tres palacios tradicionales de la ciudad veneciana. El restaurante, en la terraza, ofrece vistas maravillosas de la laguna.
Texto: Flavio Tomaello
Cuenta la leyenda que cuando el año 1300 llegaba a su fin, el duque Enrico Dandolo tuvo un capricho: que se le construyera el palacio más noble entre todos los palacios venecianos. La construcción llevó su nombre y quedó ubicado a pocos metros de la Piazza San Marco, de cara al gran canal. Ganó tal fama que se convirtió en parada obligatoria y favorita de cuanto príncipe, rey, cardenal o embajador que pasara por esas tierras.
En ese período, el edificio cambió muchas veces de manos: Dandolo se lo cedió a Gritti, que lo transfirió luego a las familias Mocenigo y Bernardi. Bendecido, el Palazzo Dandolo no perdió esplendor a pesar de la diversidad de dueños. Cuando la república veneciana cayó, en 1797, el palacio fue dividido entre muchos propietarios. Una de esas partes fue tomada en 1822 por Giuseppe Dal Niel, conocido por todos como Danieli. De inmediato, fundó allí el Albergo Reale, que no tardó mucho tiempo en ser conocido por todos como, precisamente, “el Danieli”. Gracias a su éxito, Dal Niel pudo recuperar todos los fragmentos del antiguo palacio y volver a convertirlo en uno.
La fama del establecimiento recorrió toda Europa. Sus habitaciones fueron ocupadas por todas las celebridades imaginables de los últimos dos siglos: desde el Rey Guillermo de Prusia hasta Charles Dickens, desde Honoré de Balzac hasta Greta Garbo, desde Marcel Proust hasta Charles Chaplin.
Con la llegada del siglo XX, se anexó el palacio Casa Nuova, que llevaba cien años de antigüedad y, alrededor de la década del ’40 pasada, el espacio más moderno, Danieli Excelsior, completó la fisonomía actual. Éste último fue remodelado por completo en 2008, momento en que también se renovó la Terrazza, en el quinto piso. El arquitecto Jacques García combinó elementos actuales con la esencia del gótico veneciano y regaló a los huéspedes del hotel las mejores vistas de la laguna en el marco de un restaurante donde se pueden degustar los clásicos de la cocina local y una excelente selección de platos mediterráneos, todo bajo la dirección del chef Gian Nicola Colucci. En 2012, el francés Pierre-Yves Rochon hizo una meticulosa restauración de la antigua habitación del duque Dandolo (la Doge Dandolo Royal Suite).
Ser un miembro de la nobleza
En pleno siglo XXI, el hotel es una invitación a viajar en el tiempo, a hospedarse en un lujo palaciego de las épocas doradas de la nobleza. Volverlo al lujo de otras épocas requiere una permanente tarea de dedicación profesional. Sus más recientes modificaciones le aportaron la imagen que luce hoy.
Desde el lobby, con su escalera con alfombras de época restauradas a nuevo, sus lámparas de cristal de Murano idénticas a las originales, sus columnas de mármol rosa y sus techos decorados con hoja de oro que fueron rehechos, hasta las habitaciones, igualmente barrocas, todo invita a activar la imaginación y sentir que uno acaba de transformarse en príncipe. Los cuartos han sido redecorados conservando el espíritu original, con elementos que remiten a la rica herencia de la cultura veneciana: muebles antiguos, telas de excelente calidad para vestir cortinas y camas y baños de mármol lujosos son algunos de ellos.
Sus pasillos guardan infinitas historias. Fue el lugar elegido por el poeta romántico Alfred de Musset y la escritora Amandine Lucie Aurore Dupin, que se sobrepuso a su situación femenina para poder descollar en el mundo literario y trascendió con el masculino seudónimo de George Sand, para vivir a pleno el romance que había nacido en París en 1833. También fue donde se conocieron, estando ambos casados y durante un baile en 1957, el magnate griego Aristóteles Onassis y la soprano María Callas. En épocas recientes, el lobby y la habitación del duque sirvieron como escenario para la filmación de The Tourist (El turista) –en 2010-, protagonizada por Johnny Depp y Angelina Jolie y dirigida por Florian Henckel von Donnersmarck.
En un mundo cíclico, un hotel que nació como el capricho de un duque hoy ofrece doscientas cincuenta y cinco habitaciones para que los visitantes, tengan o no sangre azul corriendo por sus venas, puedan satisfacer sus propios caprichos de nobleza.