El Museo de Arte Tigre (MAT) festeja este año su décimo aniversario. Concebido como casa museo desde 2006, funciona en el ex Tigre Club, un magnífico edificio neoclásico de n del siglo diecinueve ubicado a la vera del río Luján.
Texto: Loris María Bestani
El Museo de Arte Tigre (MAT) cumplió diez años en 2016 y decidió festejarlo con todo. Varias exposiciones temporarias con obras de artistas contemporáneos -y no tanto- que pisan fuerte se organizaron este año. Con medios tan variados como la fotografía, el grabado y el óleo, ya pasaron por sus salones muestras como Figurados, con trabajos de Fabiana Barreda y Marcos López, entre otros, pertenecientes a la Colección Banco Ciudad; 200 años de grabado en la Argentina, con curaduría de María José Herrera, y Arte Argentino Geométrico de los años 60 y 70, en una decisión de sumergir al espectador en un universo de color e invitarlo a motorizar su percepción. Por otro lado, el 22 de octubre se estrenó la colección 10 años, Colección MAT, que incluye obras de Benito Quinquela Martín, Antonio Berni, Fernando Fader, entre otros grandes.
También, el 13 de mayo se lanzó un ciclo de conciertos de música de cámara. Clásicos del MAT -así se llama- se hace nada menos que en el Salón Oval del museo el segundo sábado de cada mes e incluye a músicos nacionales y extranjeros. Conocido por su calidad acústica y su soberbia belleza, el salón ubicado en el primer piso ofrecerá en noviembre un repertorio de Beethoven, Grieg y Ginastera a cargo del dúo que forman Cecilia Isas, en violín, y Alan Kviek, en piano. En diciembre será el turno del Trío Williams, que interpretará obras de Beethoven y Dvorák en el marco del ciclo de conciertos que coordinan Jorge Cometti y Leila Makarius.
Como parte de la agenda de actividades del verano, el MAT sacó a relucir unas cuarenta obras de la destacada colección de pintura argentina de los siglos diecinueve y veinte. Al elegir la obra de su patrimonio, el criterio que siguió el museo fue reunir pinturas que reflejasen la realidad y las costumbres del Tigre y el Delta. Las obras pueden verse desde fines de octubre en el Salón Oval, un espacio que también invita a bailar y a no parar de soñar. En el gran salón de la planta baja hay un plato fuerte de sorpresa estival. Puede visitarse la retrospectiva del artista argentino Hernán Dompé, ganador del Gran Premio de Honor Escultura del Salón Nacional (2000) y Premio Konex Platino (1992). Bautizado sin exageraciones como «El chamán de la escultura» por el diario Los Andes en 2015, Dompé vive en Córdoba pero es conocido por su escultura mágica en todo el mundo.
Construcción Majestuosa
El edificio del MAT, con un emplazamiento privilegiado sobre el Paseo Victorica en Tigre, tiene tanta relevancia como la colección que alberga. Incluye dos grandes salas centrales y otras más chicas que se destinan a exposiciones y distintas actividades culturales. El Salón Oval fue originalmente un imponente salón de baile; tiene un techo oval abovedado cubierto por una pintura del español Julio Vila Prades que representa a un grupo de ninfas tocando distintos instrumentos. Una singular araña de bronce y caireles de cristal remata la bóveda. En el ala opuesta del edificio, hay una pasarela descubierta con vista al agua, alumbrada por farolas decorativas. Proyecta su elegante figura hacia el río Luján y es un lugar ideal para los enamorados, sobre todo en los meses de verano, cuando las temperaturas invitan a quedarse mirando el paisaje y la prisa parece no existir.
La construcción neoclásica de fin del siglo diecinueve fue originalmente el Tigre Club, que se fundó en 1912 para que la elite porteña se reuniera a socializar y jugar al tenis y participar de regatas.
No es casual que al entrar, uno sienta estar en una especie de máquina del tiempo, que lo lleva a escenarios de ensueño y celebración. Las casas también acarrean su historia a cuestas, que las delata y a veces se impone en el visitante. Grandes orquestas y entusiastas bailarines colmaron alguna vez estas salas y terrazas, en un tiempo que se llamó la Belle Époque argentina y que hoy puede respirarse. Por eso, en el MAT no queda claro a dónde conviene mirar: si a la obra que se expone en las paredes o al edificio que la enmarca con sus materiales engreídos, sus espacios amplios y sus escalinatas construidas con belleza y calidad.
El proyecto original del edificio estuvo a cargo de la firma francesa Dubois y Pater, la misma que proyectó el palacio familiar que hoy es sede de la Embajada de Francia. En sus grandes salones se destaca la nobleza de los materiales elegidos: el hierro para los portones, el mármol de Carrara para las escaleras, el roble de Eslavonia para los pisos, los bronces y dorados a la hoja para los detalles decorativos. Hacia 1927, en la sala mayor de la planta baja se instaló un casino, que fue desmantelado en 1933 cuando se prohibieron los juegos de azar en las cercanías de la Capital.
En 1974 el intendente de turno expropió el edificio del Tigre Club, que cinco años después fue declarado de interés histórico nacional por sus valores arquitectónicos. Recién dos décadas después, en 1998, la municipalidad de Tigre comenzó a restaurarlo para convertirlo en la activa casa museo que es hoy.