Elisa Insúa – «No sé si mi obra avala o derriba el axioma de ‘más es más’, pero sí busca ponerlo en tela de juicio».
Texto: Loris María Bestani
La artista plástica Elisa Insúa necesitaría contar con un equipo de trabajo porque sola ya no da abasto con su producción. Pero aclara que es muy obsesiva y que no puede dejar detalles en manos ajenas. Este rasgo se ve en cada una de sus obras, cuyas superficies están atestadas de elementos colocados con la máxima atención. De hecho, Insúa explora temas como la acumulación, el exceso, el lujo y la ostentación. Y muchas de sus piezas hablan de la insaciabilidad humana, y lo hacen desde la lente de esta licenciada en Economía Empresarial por la Universidad Torcuato Di Tella, que decidió convertirse oficialmente en artista tras graduarse en 2011.
¿Cómo definirías tu estilo?
«Mi trabajo tiene muchos elementos del Pop: colores saturados, brillo, imágenes icónicas y objetos cotidianos que componen la imagen. Tengo un estilo recargado, barroco, suntuoso. Me inspiro en la estética del rap norteamericano, con sus cadenas de oro, sus diamantes y sus relojes gigantescos; y también, en la arquitectura religiosa y en la imperial. A veces pienso que ante una escena del arte contemporáneo aséptica y pasteurizada, donde el paradigma es lo puramente conceptual y minimalista, mi trabajo quizá venga a romper un poco con todo eso».
A menudo te referís a la «estética imperial» o «estética de poder» que aplicás en tus trabajos…
«Hay una serie de patrones que se repiten en lugares geográficos y momentos de la historia muy disímiles y que, sin embargo, siempre se relacionan a un gran poder religioso, político o social. Tales son los casos del Palacio de Versalles (Francia), La Ciudad Prohibida -el palacio imperial de Pekín- (China) y los interiores de la Basílica de San Pedro (Italia), por poner algunos ejemplos. Esta estética combina tres elementos que yo rescato en mi producción: un importante nivel de detalle, la presencia del color dorado y la monumentalidad».
Las obras de Insúa fueron valoradas rápidamente y ya tienen presencia en mercados internacionales. Un objeto suyo se vendió en 2015 en ArteBA (en la galería María Casado) con destino a Miami. Se trata de una caja registradora íntegramente recubierta en metal que fue comprada para exponerse en Wynwood, el distrito de las artes de Miami. “Es una pieza con mucho bling, que habla de consumo, de capitalismo y de desborde: muy Miami. Por eso, ése es un destino fantástico”, confiesa Insúa. Otras obras suyas ya forman parte de colecciones privadas en México, Bélgica, Uruguay y Chile.
¿Qué evolución notás en tu producción?
«Hace ya diez años que trabajo recubriendo superficies con objetos. A nivel técnico, he logrado pulir la nitidez de las imágenes, el manejo del color y el volumen. También he aprendido mucho acerca de qué adhesivos utilizar para cada objeto. A nivel conceptual, creo que mi obra empezó siendo más obvia y adolescente, por así decirlo, y con el tiempo se fue volviendo más profunda y densa».
A Insúa, su recorrido como artista le produce incertidumbre. “Me gustaría ir metamorfoseando mi obra, pero a la vez me asusta que mis nuevos trabajos no gusten o no se entiendan”, se sincera. Hay un tironeo entre el cambio y la permanencia, entre la obra comercial y la experimental. También le preocupa qué será de sus trabajos en unos años, ya que la conservación adecuada no es un tema menor por el tipo de materiales que usa.
¿Alguna técnica que estés trabajando en particular?
«Estoy explorando lo volumétrico en esculturas y objetos de tipo ready-made. Voy recubriendo las superficies con muchas piezas hasta que no quede ningún espacio vacío, como en el caso de Ataúd. Pero también tengo ganas de incursionar en la instalación, de trabajar con luz y con la fotografía».
Los estudios en Economía llevaron a la artista a poner el foco en el absurdo que produce el exceso. “Vivimos según un axioma que sostiene que ‘más es mejor’, y que guía nuestro comportamiento sin siquiera cuestionarse”, explica. Y lo cierto es que, una vez satisfechas determinadas necesidades, cada bien adicional ni siquiera causa un mayor bienestar aunque, se sabe, siempre es mejor que sobre dinero a que falte. ¿Será por eso que Insúa elige tapizar sus objetos íntegramente?
Antes de la casi obligada visita a Art Basel Miami 2016, Insúa estuvo en Vermont, en la residencia artística Vermont Studio Center, compartiendo y construyendo arte con colegas de todo el mundo durante tres meses. Fue una especie de “retiro espiritual” (en sus palabras), en el que ensayó nuevas ideas y pudo profundizar su trabajo sin distracciones. Habrá que ver cómo fragua esta experiencia en su obra 2017.
–
No te pierdas la nota completa, y tal como salió en la revista impresa.
Más información:
www.elisainsua.com
FB Elisa Insua
Instagram @elisainsua