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Texto: Lucía Oliverio – @luchi.oliverio – www.luciaoliverio.com 

El sector de la construcción está atravesando un boom histórico desde el año pasado. Entre el aislamiento, el salto del dólar, la necesidad de mudarse o de cambiar el lugar donde se vive, cada uno fue encontrando motivos para meterse en algún tipo de obra. Diseños, construcciones y materiales son temas de conversación de todos los días, y vemos que la “grieta” entre arquitectura tradicional y sustentable cada vez es más invisible.

Muchos criterios de construcción vinieron para quedarse porque se fueron volviendo más económicos y convenientes, además de ambientalmente amigables. Concebir y ejecutar una obra con criterios “verdes” ya no es algo lejano, caro o raro. Y va mucho más allá: nos hace protagonistas del cuidado ambiental desde el mismo lugar en el que vivimos. En esta nota, nos metemos en el mundo del ladrillo con expertos que nos ayudan a entender qué es la construcción sustentable, qué tan cerca está hoy y cómo se aplica en la arquitectura de todos los días.

Hace no tanto, nos hablaban de arquitectura sustentable y nos imaginábamos una casa de cristal ganadora de un concurso internacional,  un domo redondo en una montaña para turistas premium o un edificio de oficinas imposibles de alquilar. La construcción ambientalmente amigable era más una cuestión ideológica de personas con mucha plata que una tendencia accesible y posible, con criterios vivos en las construcciones que vemos todos los días.

Desde la teoría, el concepto de sustentabilidad define cualquier desarrollo que satisface las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad para que las futuras generaciones puedan satisfacer las propias. En términos ambientales, tiene que ver con el resguardo de los recursos naturales. Y en el mundo de la arquitectura, la sustentabilidad se basa en criterios como el ciclo de vida de los materiales, el uso de energías renovables, la reducción de la cantidad de materiales y energía usados, el reciclaje de residuos.

La clave de este tipo de arquitectura es su circularidad: que beneficie a la comunidad, al ambiente y a la economía. Básicamente, un proyecto sustentable eficiente proporciona una mejor calidad de vida de las personas desde el punto de vista social; protege el manejo de materiales y recursos naturales desde el punto de vista ambiental; y contempla el ahorro y eficiencia energética en el plano económico. Por eso, el desafío ya no es sólo construir “sin dañar el ambiente”, sino apuntar a que estos tres aspectos se complementen para emprender negocios inclusivos y que los vínculos con las comunidades locales sean sostenibles en el tiempo.

¿Mitos? Miles. Las construcciones sustentables usan una tecnología muy compleja. Los materiales son fríos y caros. Los diseños son raros. El mantenimiento es complicado.

Hasta las certificaciones de sustentabilidad internacionales, que exigen cumplir con criterios más elevados y le dan un valor adicional a la propiedad, son mucho más habituales en proyectos que vemos hoy.

Desarmando el concepto

Si pensamos en términos generales, no hay nada más “verde” que plantear cualquier proyecto relacionado con su entorno.  Y la arquitectura sustentable recoge este precepto y lo convierte en uno de sus ejes. Desde el origen de la bioarquitectura -construir según cada región- hasta el diseño de barrios enteros para que vivir cerca del trabajo o de zonas comerciales redunde en menor contaminación.

Sustentable no sólo puede ser la construcción, sino el diseño integral del proyecto en su espacio geográfico para que contemple servicios, comercios, redes de transporte y opciones de trabajo y estudio. Pensar la casa como parte de su entramado es lo verdaderamente amigable con el ambiente. Por eso la clave es diseñar para cada lugar y, a la vez, desarrollar estrategias de eficiencia energética que permitan el ahorro.  

Lucas Pedro Berman es arquitecto experto en eficiencia energética y certificaciones EDGE y LEED. Entre sus proyectos recientes, trabajó junto a Eidico en el desarrollo de Santa Ana Joven: un proyecto de viviendas sustentables ubicado en Villa Nueva, que cuenta con certificación EDGE. Este desarrollo apunta a ofrecer soluciones de vivienda cerca de zonas comerciales y educativas.

La certificación EDGE es un estándar global que desarrolló la Corporación Financiera Internacional (CFI), entidad miembro del Banco Mundial, y es utilizado en cerca de cien países de mercados emergentes. Este tipo de certificación abarca los preceptos mínimos de la arquitectura sustentable a través de una matriz de puntos.

Hoy los proyectos que buscan obtener estas certificaciones ya son más frecuentes y se encuentran en desarrollos muy variados. Lejos de ser un sello más al costado de un proyecto, tienen íntima relación con lo que sucede dentro de cada hogar y con la forma en que cada familia lo vive. “Solemos pasar el 80% del tiempo en espacios cerrados. Por lo tanto, es esencial que estos lugares sean confortables y saludables”, afirma Lucas.

Otra ventaja de las certificaciones es que ya dejan ver sus beneficios en el mundo inmobiliario: a mediano plazo, el inmueble se revaloriza. “Un edificio eficiente en términos de recursos también tendrá un mayor valor de mercado. Las viviendas ecológicas normalmente se venden hasta cuatro veces más rápido y a un precio entre un 4% y un 10% superior“, agrega Lucas. Y son posibles en un futuro cercano también las ventajas impositivas: el Gobierno Nacional ya está trabajando en una línea de “impuestos verdes”.

Ya la arquitectura sustentable dejó de ser un lujo, porque es un mito que construir verde es construir caro. “Hay viviendas sociales hoy que funcionan mejor que barrios cerrados. Es más barato y se ahorra hasta un 40% en el consumo de energía. La clave es aislar y no eso no es lo más caro. Lo que más permite ahorrar en la estructura de una casa es lo que no se ve”, concluye Lucas.

Arquitectura tradicional con toques de verde

Casarq es un estudio de arquitectura fundado y dirigido por Josefina Casaux Alsina y Milagros Silva Nieto: dos profesionales jóvenes, amantes del diseño a medida y de la practicidad. Su actividad se disparó en los últimos años, tanto en obras nuevas como en remodelaciones de casas y oficinas.

Como Lucas, Josefina afirma que actualmente tenemos a nuestro alcance muchísimos recursos sustentables que ya proponía la arquitectura tradicional y hoy fusionan ambos mundos. Que sean accesibles económicamente hace que de verdad sean considerados en proyectos realmente vivibles. Hoy lo verde es mucho más que una moda y ya permea en criterios arquitectónicos a largo plazo, porque demostró que funciona.

Construir con formatos que permitan aislar el frío o el calor, instalar iluminación LED, ubicar la casa en un terreno de manera tal que no padezca ni el frío intenso ni el calor en verano, desarrollar un proyecto con materiales autóctonos, diseñar estrategias de iluminación y ventilación natural… La mayoría de estos son recursos no tienen un costo extra. Y los que puedan suponer un gasto adicional durante la construcción, se repagan rápidamente cuando empezamos a vivir la obra terminada. “Podemos ver una tendencia ambiental y también económica. El hecho de que impacten positivamente en el bolsillo hace que estas opciones se mantengan en el tiempo”, cuenta Josefina.

Pensando más allá de la obra nueva, también hay formas sustentables de concebir las remodelaciones y lavados de cara de las construcciones que ya existen. “Cualquier obra genera desperdicio y algún tipo de impacto ambiental. Y una gran parte de la sustentabilidad como concepto es saber reutilizar. Por eso, en remodelaciones siempre priorizamos darles nueva vida a materiales y a estructuras existentes”, agrega Josefina.

Aunque no trabajan con certificaciones, todos sus proyectos tienen un componente sustentable. Ya sea por la elección de materiales locales, por el uso de sistemas como el Steel Frame -que optimiza el aislamiento térmico y permite tiempos de ejecución de obra más cortos- o por proyectos que desde su diseño permitan potenciar la luz natural.

En el mundo del interiorismo, área en la que también trabajan, estos recursos también están presentes. Y detrás de muchas tendencias deco hay explicaciones racionales. “Lo nórdico hoy está de moda por su estética, pero nació como una respuesta sustentable a su entorno. Los colores claros buscan optimizar la luz y los ambientes despojados permiten que se refleje mejor. Las fibras naturales y las maderas dan calidez. Las aberturas aislantes permiten mantener la temperatura del ambiente, para reducir la calefacción o el aire acondicionado”.

El jardín también es un espacio donde se pueden pensar en clave sustentable. Más allá de la implantación de la casa -concepto bien elemental-  para que tenga una orientación favorable todas las estaciones del año, hay criterios que también suman. Un proyecto bien pensado puede ponerse la pileta a favor para el control de humedades y precipitaciones. Y el uso eficiente de vegetación para graduar sol y sombra también incide en la temperatura que se siente dentro de la casa. Una parquización bien diseñada siempre va a acompañar el efecto positivo de la orientación que se planteó al inicio del proyecto. 

Vivir en una casa verde hoy es posible si le ponemos al proyecto la mirada adecuada. Más allá de modas, gustos o estilos, los criterios de construcción se van aggiornando y fusionando. Y el desafío de arquitectura del siglo XXI es generar soluciones sustentables que, a la vez, duren en el tiempo y sean tan accesibles como escalables. Poco a poco, obra a obra, allá vamos.

 

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