Una visita imperdible al MNBA –  En esta ocasión, un recorrido por el arte argentino del siglo XX en diálogo de paridad con maestros internacionales.

Texto: Loris María Bestani – Fotos: cortesía Museo Nacional de Bellas Artes

Se hizo desear. Pero la espera valió la pena. El primer piso del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) se inauguró el 22 de agosto de 2015. La consigna: que sólo se exhiban obras de calidad. Y esto, con ritmo y dinamismo. Aunque la mayoría de lo expuesto son óleos, hay también algunas esculturas e instalaciones. Y la novedad es la inclusión de fotografías. Las obras recorren el siglo XX, razón por la cual se siente cierta familiaridad y exaltación a lo largo de las salas. Hay maestros internacionales, como el español Pablo Picasso, el americano Jackson Pollock o el inglés Henry Moore, pero también, y sobre todo, hay argentinos. Grandes argentinos que dialogan con artistas icónicos del globo.

El recorrido pautado en el primer piso sigue un orden cronológico, la opción tradicional de la museografía. Arranca con obras del italiano Amedeo Modigliani, cuyas figuras son una síntesis de la tradición italiana manierista y el arte primitivo. Y en la sala contigua eclosiona la constelación moderna del Río de la Plata. La integran los dibujos abstractos y collages cubofuturistas de Emilio Pettoruti, el cubismo de Pablo Curatella Manes, el expresionismo de Xul Solar, el nativismo de Pedro Figari y el universalismo constructivo de Joaquín Torres García. Como para muestra basta un botón, dan también el presente muy cerca Vassily Kandinsky y Paul Klee como representantes de la Bauhaus, escuela que propuso disolver los límites del arte con la arquitectura y el diseño, y que pensó las relaciones entre forma y color.

Las salas con predominio de artistas argentinos son para deleitar a cualquiera. ¿Será que además del fuste de cada artista se aplicó un artilugio en la combinatoria de las obras? Es el caso de la sala Cesáreo Bernaldo de Quirós. Allí, el paisaje nacional no se circunscribe a La Pampa. Fernando Fader indaga la “belleza verdadera” de los colores bajo los efectos de la luz de las sierras de Córdoba, donde se establece en 1916. Cesáreo Bernaldo de Quirós consolida el pensamiento nacionalista del arte, en el cual la tierra y sus hombres expresan raíces históricas. Ambos son las cabezas del Grupo Nexus, una red que controla las instituciones artísticas, y ambos son centrales en la construcción de la identidad de la nación. Revelan una Argentina profunda en clave pictórica y melancólica. Otro ejemplo es la sala de Antonio Berni, dedicada exclusivamente al artista rosarino y en la que se destaca, como otrora, Pesadilla de los injustos, de 1961.

El orden cronológico que sigue la colección desemboca en gigantes contemporáneos como Guillermo Kuitca con su bellísima La consagración de la primavera (1983), y Marta Minujín con su colchón munido de significado que cuelga en una esquina. O en una sala con color intrínseco y extrínseco dedicada al arte cinético y óptico. Allí se invita al espectador a participar. Y es tan literal la invitación, que el visitante debe activar botones para motorizar o iluminar algunas obras. Así, mediante una palanca ubicada a un costado, una obra hidrocinética de Gyula Kosice comienza a lanzar agua. Otra, Mouvements chromocinetiques de Martha Boto, gira al encender un motor, ostentando distintos colores. Los artistas cinéticos introducen el movimiento real en sus obras. Los ópticos, en cambio, como Eduardo Mac Entyre y Victor Vasarely, exploran desde los años 60 los problemas de la percepción y el movimiento virtual y estructuran sus composiciones a partir de la repetición de elementos geométricos.

Es difícil agotar un piso tan rico. Se puede atacar una sala exhaustivamente o tomar el recorrido como una inmersión de lujo en el arte del siglo XX. El MNBA ofrece visitas guiadas todos los días y varias por día. También, muchas obras tienen al costado un código de barras de modo que el visitante puede descargar in situ la información completa de la obra. El acceso a Internet no es un inconveniente porque el museo tiene wifi gratuito. Misteriosa o anticipatoriamente, la última sala cierra con una foto de Sara Facio cuyo título es Los muchachos peronistas. ¿Será que ese final marca también un fin de época? En cualquier caso, El Museo Nacional de Bellas Artes no tiene nada que envidiar a los museos insignia de las grandes capitales del arte.

Más información:
www.mnba.gob.ar

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