Por María Ducós

Las deudas se acumulaban y casi como un manotazo de ahogado decidieron apostar por un antiguo sueño: abrir una casa de té. De tocar fondo a consolidarse como una cafetería aclamada por sus productos caseros en Olivos, Juan y Maggie están detrás de @chabelcr, la opción elegida por tantos para disfrutar de momentos compartidos entre un menú exquisito. 

Frenar, mirar para atrás y, por un minuto, tomar conciencia de lo que es capaz el esfuerzo cuando hay buena voluntad y ganas de salir adelante. Cuando Maggie Bonnani y Juan Badino observan el local de @chabelcr, ese cuadro que ven es lo más parecido a una caricia al alma. Con sus mostradores repletos de delicias de producción casera, clientes que los eligen una y otra vez, un equipo consolidado y un espacio al que pueden llamar hogar, nada diría que para llegar a este presente hubo que superar las caídas de un pasado.

Es que el estilo vintage, la calidez de su atención, el punto de encuentro para tantas madres, maestras y niños es, ni más ni menos, el fruto del sacrificio de haber empezado de nuevo y de cero casi a sus sesenta años después de una gran crisis. Problemas económicos, deudas, hipotecas y volver a nacer. ¿Cómo confiar cuando todo parece perdido? “Si bien Chabel era algo con lo que mi mujer siempre había soñado, este emprendimiento surge más por necesidad que por libre elección”, nos cuenta Juan, su dueño.

Recuerda como si fuera ayer cómo sus amigos, allá por el 2012, los alertaban de que no era la gastronomía un rubro fácil y menos si eran unos completos desconocidos. Pero con esta misma advertencia, también llegaban el apoyo y los ánimos para afrontar esta nueva etapa. Y allí estaban, emprendiendo en familia, apostando por un desafío enorme y a la vez maravilloso. La apuesta dio sus frutos.

Scones: capítulo aparte

Hoy, con diez personas trabajando en Chabel, el circuito ya está más que aceitado pero la producción pedía volumen. Entre recetas caseras y trato familiar, la demanda fue exigiendo un nuevo centro de producción que se concretó hace unos meses. Sin lugar a dudas, son los scones, una perdición de la que no hay mucha vuelta atrás, su producto estrella. Se venden de a docenas y congelados, para tener siempre en el freezer, y supieron destronar a las medialunas, como caballito de batalla en toda casa de té.

“Realmente estamos sorprendidos de lo que logramos con la venta de este producto. Viene gente de lugares muy lejanos exclusivamente a comprarnos scones”, relata Juan. Gracias a la modalidad mayorista, han podido introducir sus scones en muchos negocios gastronómicos y, a través de distribuidores, también en numerosos barrios cerrados de Zona Norte. Fue con la metodología aplicada en la producción que lograron reducir considerablemente los costos manteniendo la calidad y haciéndose un lugar en el mercado. 

Sacrificio a buen precio

El rubro gastronómico, se sabe, es un rubro sacrificado. De horarios cambiados, alta demanda y exigencia en calidad. Persianas que se abren muy temprano y se cierran muy tarde. Ausencia de sábados, domingos o feriados, y una continua atención en los detalles. Por todo esto y más, Juan y Maggie están orgullosos de jugar en primera, en las grandes ligas del sector en la zona, y de haber sabido adaptarse a tantos cambios para llegar a ocupar este lugar.

Y cuánto hace falta una palmadita en el hombro después de tanto remar. Por suerte el feedback positivo nunca faltó y es el motivo para mejorar continuamente. La pandemia fue un gran desafío del que salieron fortalecidos: de vender el 100% de sus productos en el local, a partir del aislamiento el delivery y el take away se dispararon. Hay cosas que llegaron para quedarse y la venta por redes sociales es una de ellas.

Una anécdota que ayudó a consolidarse

Después de haber atravesado tantas crisis y de haber sabido reconstruirse de las cenizas, este matrimonio quiso escribirle una carta en tono crítico-constructivo al entonces presidente de la Nación, Mauricio Macri. Sin esperar demasiada respuesta, se explayaron en lo difícil que era salir adelante en este país cuando se querían hacer las cosas por derecha. A las 48 horas, recibieron un llamado del Ministerio de Producción, del área de atención a las PYMES. A partir de entonces, reuniones con distintos funcionarios los ayudaron a tomar algunas decisiones y los motivaron a concretar ciertos cambios. Pero eso no fue todo. 

A los tres meses, luego de un llamado, fue el mismo presidente el que llegó al local para conocer el negocio y empaparse de sus necesidades. En treinta minutos hablaron de todo, y antes de irse Macri pidió llevarse una docena de sus famosos scones (¡No podía ser de otra manera!). Este acontecimiento generó mucho revuelo en el barrio y los ayudó a ser un poquito más conocidos.

Y si de agradecimientos hablamos, Juan y Maggie quisieran dar las gracias a sus clientes, por la confianza, el boca en boca y la oportunidad; así como también a su equipo de trabajo, sus amigos, proveedores, y a ellos mismos, por haberse animado cuando todo se venía abajo. Chabel es empuje, perseverancia y la muestra de que el esfuerzo vale la pena.