En la segunda edición del ciclo de charlas organizado por Eidico y Revista Tigris, contamos con Lucas Raspall como orador. Explicó cómo el exceso de pantallas interfiere en el desarrollo de los niños y aportó herramientas para promover el uso saludable.
Lucas es médico psiquiatra y psicoterapeuta, especialista en crianza. En esta conversación de una hora, nos habló sobre los límites dentro del marco de la crianza positiva y la crianza democrática. ¿De qué se trata?
> La crianza positiva muestra aquellas prácticas parentales que son convenientes en el cuidado y desarrollo de los hijos.
> La crianza democrática sostiene que siempre hay que escuchar lo que los hijos tienen para decir porque es valiosa su opinión, pero es importante entender que no vale lo mismo que la de los padres. Es decir, es democrática le escucha, pero no la decisión.
¿En qué contextos NO usar pantallas?
En primer lugar, Lucas sostuvo que es muy importante que los niños menores a 2 años no tengan ningún tipo de exposición a pantallas. Estas generan estímulos sonoros y visuales que invaden el cerebro ya que la vida fuera de las pantallas, no se parece en nada a la vida dentro de ellas.
Por otro lado, resaltó que tampoco deben utilizarse a la hora de comer. En caso de hacerlo, los chicos no podrán registrar qué están ingiriendo ni sentir saciedad. Además, destaca a este momento como un espació de comunión familiar.
En caso de situaciones en las que se dispara la desregulación emocional del niño, el experto remarcó que darle una pantalla sería perder una oportunidad para aprender a gestionar estos momentos. Se le estaría enseñando a distraerse ante los malestares que puedan tener.
Por último, los padres deben soportar que se aburran en casa. Esto es difícil de combatir porque tienen mucho estímulo y gratificación de pantalla, pero el aburrimiento activa la creatividad para desplegar y comprometerse con un juego.
¿Cómo afectan las pantallas?
El uso abusivo de pantallas genera un desequilibrio integral: obesidad por sedentarismo, problemas visuales y problemas para dormir.
Además, los nativos digitales tienen mermado el capital de palabras porque el lenguaje se aprende de cara a otra persona. Los chicos no aprenden la lengua a través de un entorno digital, ni aunque la propuesta haya sido desarrollada con ese fin.
Los riesgos de la autonomía digital
A los 9 años, el 60% de los chicos tienen su primer teléfono, es decir que ingresan en la autonomía digital y a su vez, al entorno digital. Este mundo vasto en el que se mueven con independencia genera efectos reales y concretos.
Por ejemplo, en los juegos en línea conversan con personas desconocidas que, normalmente, buscan generar esa charla. A partir de ahí, migran a otras plataformas en las que la conversación fluye de manera más fácil y es allí donde los riesgos aparecen.
En muchos casos, dentro de lo que les llega a través de la pantalla, como videos de música o publicidades, reciben mensajes que aceleran procesos que pertenecen a la adolescencia. Esto no solo les genera conflictos con sus padres y con ellos mismos, sino que además, termina con una pérdida de la infancia.
¿Cómo promover el uso saludable de pantallas?
Para generar usos saludables de pantallas hay que generar acuerdos que expliciten cuándo pueden usarlas y cuándo no, cuánto tiempo, qué cosas deben hacer antes, qué páginas pueden visitar y cuáles no, cuándo y cómo se pueden bajar una nueva aplicación. Y en caso de no cumplir con lo pactado, debe estar clara la consecuencia de la transgresión.