De gerente y director comercial a maratonista solidario. La historia de Sebastián Armenault combinó su gran pasión, correr, con un fin altruista en beneficio de los más necesitados.
Por María Ducós
Sebastián se levantaba todos los días para ir a la oficina. En sus últimos veinte años se desempeñó en el área de marketing y comercial de muchas empresas, llegando a ser gerente del sector de una importante compañía. Pero un día lo dejó todo. Hacía bastante que buscaba un cambio, una alternativa de vida, algo que lo haga realmente feliz.
A este ex rugbier, jugador de Banco Nación, nunca le gustó correr. Lo hacía sí, porque era parte del entrenamiento pero jamás le produjo placer. Cuando tenía cuarenta años, un amigo lo invitó a correr por los bosques de Palermo. Ese día casi se muere, corrió sólo dos kilómetros y su cuerpo no daba más. Pero desde ese momento su cabeza hizo un clic: rompió la barrera mental y nunca más paró. Hoy vive de eso, de correr, de entrenarse y de superarse todo el tiempo. Las empresas se unen a él y lo apoyan, y por cada kilómetro recorrido, que significa una nueva misión cumplida, diferentes instituciones reciben donaciones de todo tipo. Su vida es una rueda, y todo su esfuerzo es recompensado y vuelve en forma de donación.
Su último y gran desafío fue el ascenso de los casi siete mil metros que tiene el Aconcagua, el pico más alto de América. ¿El objetivo solidario? Donar zapatillas, remeras, computadoras, kits escolares, setecientos litros de leche, cereales y mucho más. Las empresas que se comprometieron a colaborar son Weber, Omint, Total Magnesiano, Municipio de Vicente López y Gatorade, entre otras. Con el hashtag #Superarseesganar cuenta, día a día, con el apoyo de muchos seguidores que siguen sus hazañas y alientan su trabajo.
Este fue uno de los tantos retos que Sebastián se propuso para ayudar. Siempre pensando en los demás, va detrás de los circuitos más largos para poner en práctica la premisa de “una donación por cada kilómetro recorrido”. Entre los lugares más desafiantes por donde corrió figuran 42 km en las Islas Malvinas, 120 km en el desierto del Sahara, 170 km en el desierto Omán, ubicado en la península arábiga, 190 km en el Himalaya y 800 km que transitó por el Camino de Santiago, en España.
Después de recorrer este último trayecto tan famoso, que tiene diversos comienzos pero que todos concluyen en Compostela, llegó la tan ansiada visita al Papa Francisco en Roma. “Argentino, este es tu camino”, le dijo el Pontífice desalojando cualquier duda que pudiera existir en su misión.
«La clave para correr estas distancias, en esas condiciones, pasa por la cabeza y no tanto por el físico. Previo a cada desafío me hago un machete mental de situaciones felices y, cuando veo que no puedo más, recurro a eso. Así saco de mi cabeza el dolor, el cansancio, el calor, la sed.», explica este deportista que se entrena cuatro veces por semana para seguir cumpliendo sueños.
Sebastián creó también la prueba “Un kilómetro, una sonrisa”, donde todos pueden correr un kilómetro simbólico y ayudar en diversas causas. Para este 2017 tiene metas ambiciosas. Además de haber logrado el ascenso al Aconcagua, en julio se propuso correr 180 kilómetro en Madagascar. Un año por demás desafiante y motivador.
Fotos: gentileza Sebastián Armenault