Hay movimientos que no se explican, se sienten. Un paso, un giro, una respiración profunda… y de pronto algo adentro se acomoda. Así vive la danza el equipo detrás de DECILO, el instituto creado por Tini Barceló y Clari de Marcos, donde bailar es mucho más que seguir el ritmo: es decir sin palabras lo que a veces el corazón no sabe poner en frases.
Tini es comunicadora social, coreógrafa y fundadora de DECILO. Clari, psicóloga y bailarina, comparte con ella la dirección y una misma certeza: la danza no es solo técnica, es un espacio para conectar con uno mismo y con otros. “Hay cosas que se mueven cuando vos estás en movimiento”, dice Clari, convencida de que el arte es una de las formas más poderosas de cuidar la salud emocional.



DECILO nació del deseo de compartir. Para Tini, “bailar y la música son de las cosas que más me ayudan a estar presente. Poder transmitir eso a otras personas es un regalo. Hay un trabajo muy profundo de búsqueda de la grupalidad, de aprender del otro, de transformar la danza en algo colectivo”.
Es mucho más que una escuela de baile: es un espacio para conectar, expresarse y encontrar en el movimiento un refugio compartido .
En su mirada, bailar es un modo de vida. Como pintar o escribir, es una herramienta de expresión y un refugio. Por eso, al encontrar el espacio SUM al Río, supieron que habían llegado al lugar indicado: un sitio que las hizo sentir en casa desde el primer día, y que hoy vibra con cada clase, cada risa y cada historia que se dice bailando.
Porque a veces, lo más importante que tenemos para decir… se dice bailando.