En 2017 se creó la Liga Femenina de Básquetbol, primera competencia rentada en nuestro país.
Sofía Aispurúa, jugadora de Obras Sanitarias y del Seleccionado Nacional, y Sebastián Bilancieri, director deportivo del certamen, nos cuentan de qué se trata.
TEXTO: Francisco Arcuri
El básquet femenino puso en 2017 un mojón de los que suelen recordarse para siempre: la primera liga profesional. Sebastián Bilancieri es el director deportivo de la Liga Femenina, y le contó a Revista Tigris cuándo y cómo fue la génesis del proyecto: “Surgió a partir de que hace tres años, la Asociación de Clubes (AdC) empezó a cambiar la mirada con respecto al deporte y se dio cuenta de dos cosas: por un lado, la Argentina tiene potencial deportivo entre las mujeres que no se estaba desarrollando y, por el otro, hay una demanda por ver deporte profesional femenino, que tampoco se estaba cubriendo”. Once equipos formaron parte de la primera temporada del torneo que se disputó entre abril y julio: Berazategui, Estrella de Berisso, Hindú (Resistencia), Lanús, Obras Sanitarias, Olímpico de La Banda (Santiago del Estero), Peñarol (Mar del Plata), Quimsa (Santiago del Estero), Tomás de Rocamora (Entre Ríos), Unión Florida y Vélez Sarsfield.
REVISTA TIGRIS (RT): ¿CÓMO FUERON LAS REPERCUSIONES DENTRO DEL ÁMBITO DEL BÁSQUET Y FUERA DE ÉL?
SEBASTIÁN BILANCIERI (SB): Dentro del ambiente del básquet, fue muy buena. Muchos lo veían como algo que había que hacer, pero nadie arrancaba. Obviamente hay un sector menor que dice “Las chicas no”. Pero a esta altura son cada vez menos. Y fuera del mundo del básquet, la repercusión fue mucho más grande, desde gente que quizás no conocía el deporte, hasta los que se engancharon por el lado de la igualdad de género y la premisa de que “las chicas tienen su torneo”. Fue tomado con mucha más potencia.
La liga femenina tuvo su primer partido el 28 de abril: Obras Sanitarias venció como visitante a Quimsa por 70-52, con 9 puntos y 5 rebotes de Sofía Aispurúa, una joven pivote de 189 centímetros que, a los veintidós años, ya juega en el Seleccionado Argentino. Además, dentro de su árbol genealógico hay una rama que nos suele fascinar a los periodistas: es hija de Sergio Aispurúa, ex basquetbolista argentino que supo jugar en la Selección y vivió en primera persona la profesionalización del básquet masculino.
RT: ¿QUÉ TE DIJO TU PAPÁ?
SOFÍA AISPURÚA (SA): Le conté mis sensaciones y me dijo que fueron las mismas que tuvo él en su momento. Hay que tomarse muy en serio esto. Él está emocionado por lo que yo estoy viviendo y yo a él lo admiro mucho.
Durante el primer año, cada equipo podía tener un plantel de hasta veinticinco jugadoras. Ocho de ellas podían ser mayores de veintitrés años y el resto debía tener como mínimo quince. Además, hubo doce jugadoras “franquicia”: de nacionalidad argentina que compiten o compitieron recientemente en el exterior y extranjeras. Cada equipo podía tener un máximo de tres integrantes entre esos dos grupos: o una franquicia y dos extranjeras o a la inversa.
RT: ¿QUÉ CAMBIÓ CON LA PROFESIONALIZACIÓN?
SB: Los equipos de la liga nacional de varones que participan de la liga femenina -Obras, Quimsa, Olímpico de Lavanda, Tomás de Rocamora, Peñarol- comparten su estructura profesional. El plantel de las chicas de Quimsa viajó a Resistencia en el micro del equipo masculino. Cuando el equipo de Obras fue al partido inaugural, viajó en avión porque el micro lo estaba usando el equipo masculino; si no, comparten el micro.
SA: Me ilusiona el hecho de que se pueda empezar a proyectar vivir de esto. En el día a día, tener un espacio físico es importante. Antes teníamos el último lugar de las canchas. Ahora, por ejemplo, tenemos prioridad sobre las inferiores masculinas. Nos fuimos en avión a Santiago del Estero.
RT: ¿LOS EQUIPOS TIENEN MÉDICO, KINESIÓLOGO, PROFESORES?
SB: Los de la liga sí. Los equipos nuevos, que no tienen liga masculina, quizás no, porque estamos tratando de propiciar que esos clubes vayan profesionalizando su estructura. Tienen lo básico: entrenador, asistente, preparador físico. Quizás no tienen médico o kinesiólogo del equipo. Parte de esa profesionalización es la que estamos tratando de apoyar. Deben tener un jefe de prensa, un jefe de equipo: los obligamos a tener un inicio de estructura profesional.
La competencia femenina no es financieramente viable de forma independiente y desde la AdC no lo viven con urgencia: “Creemos que va a crecer, pero no tenemos plazos porque eso es muy dinámico y, al ser algo nuevo, todavía no sabemos en qué va a derivar todo esto y cómo la liga femenina se va a comportar internamente”, explicó Bilancieri.
Los once equipos que compitieron en 2017 formaron una liga que duró dos meses y medio. Sofía piensa que es solamente un puntapié: “Para la temporada que viene va a haber más equipos. A Borro (presidente de la AdC) lo llamaron varios equipos y ojalá sea más larga”.
Justamente, Fabián Borro marcó uno de los nortes claros que tiene esta liga: que la selección femenina de básquet clasifique a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Una fuerte competencia interna para potenciar al combinado nacional. “Con la Confederación Argentina de Básquet arreglamos que la liga iba a parar cuando el Seleccionado se fuera de gira a Bielorrusia (en mayo), que terminaba justo antes del inicio de sus competencias”.
RT: ¿SE PUEDE PENSAR EN ESTAR EN LOS PRÓXIMOS JJOO?
SA: Con los equipos de América se puede pelear de igual a igual. Pero si nos toca ir al repechaje olímpico, estaremos más lejos porque los europeos están muy bien. Una buena competencia interna hace que estemos mejor: va a ayudarnos a mejorar el juego.
La primera liga profesional femenina tuvo, geográficamente, representación de Capital Federal, la Provincia de Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos y Santiago del Estero.
RT: EL BÁSQUET, AL IGUAL QUE OTROS DEPORTES, TIENE FOCOS MUY IMPORTANTES EN ALGUNOS LUGARES DEL PAÍS. UNO PIENSA EN BAHÍA BLANCA PARA LOS HOMBRES. ¿CON LAS MUJERES ES IGUAL?
SB: Capital Federal y el Gran Buenos Aires conforman un foco muy importante: la Selección Argentina cuenta con la mayoría de sus jugadoras provenientes de allí. Y hay otros focos en algunos lugares, tales como Paraná y Río Cuarto. Para llegar a los objetivos, tiene mucho que ver el desarrollo. Una de las cosas por las que el básquet femenino no tiene desarrollo es por el hecho de que no había una competencia profesional fuerte. Si una jugadora se quería desarrollar, no se podía quedar en el país. Por ejemplo, Gisela Vega, que es una de las jugadoras más importantes que tiene nuestra liga, se fue a jugar a Europa y volvió para jugar esta liga. Ella declaraba que le parecía bárbaro todo esto, porque cuando tenía entre diecinueve y veinte años, se tuvo que ir del país. Quería ser jugadora de básquet y seguir compitiendo, y acá no lo iba a poder hacer.
Hoy en día, las chicas que se quieran quedar a ser jugadoras de básquet, lo pueden hacer en su país. Y por otro lado, el plan es desarrollar el básquet en las regiones a través de la liga femenina, y en las que ya está presente, desarrollarlo aún más. La idea es que se desarrolle en cada región y en los clubes, y no solamente crear una liga aislada.
Dicen que el público del básquet femenino es netamente familiar. ¿Y los hombres del básquet masculino? “Se pusieron las pilas (risas) y a veces vienen a vernos. Ellos están enterados de lo que estamos haciendo”, comenta Sofía, quien también estudia Relaciones Públicas en la Fundación de Altos Estudios en Ciencias Comerciales. La profesionalización de los deportes suele traer consigo una mayor difusión, que hace crecer la cantidad de gente que lo practica.
RT: ¿QUÉ TE DA EL BÁSQUET QUE SENTÍS QUE LO PODÉS TRASLADAR A OTROS PUNTOS DE TU VIDA?”
SB: Creo que el básquet es un deporte muy dinámico, todo puede cambiar en un segundo. Lo que uno cree que tiene, de repente puede cambiar. Ésa sería la primera lección: hay que esforzarse para conservar lo que se tiene. Y también saber que haciéndolo, se puede obtener algo que no se tenía. Por otro lado, el básquet es un deporte de errores. Todo el tiempo hay que estar tomando decisiones y sobreponiéndose. Los playoffs son el juego: si perdiste ayer y perdés mañana, termina la competencia. Hoy, hay que entrenar y cambiar todo para poder seguir jugando al día siguiente. En la vida, eso nos lleva a salir de la zona de confort.Además, el básquet tiene un valor simbólico muy grande. Adentro de la cancha no hay nada que diferencie a uno del otro. Juegan todos: el rico, el pobre, el que tiene posibilidades, el que no. Ése valor es muy importante. Junta gente de estratos sociales muy diferentes. Y por último, la cuestión del equipo: no hay forma de jugar sin estar al máximo coordinado con los compañeros.