Para que un hogar tenga sabor, alma y calidez, este matrimonio de artistas considera que los muebles con estilo y con encanto son fundamentales. Su desafío consiste en reciclar y reutilizar piezas de materiales de gran valor y darles nueva vida. No se trata solamente de un arte, sino también de una práctica clave para el medio ambiente. 

En el arte de emprender, Ludmila y Gustavo ya llevan un buen historial. Casados hace siete años, se habían codeado dentro de este mundo, pero siempre con emprendimientos por separado. Recién en marzo del año pasado, justo un día antes de que empezara oficialmente la pandemia, este proyecto llamado @judamuebles, que ya venía latente hace un par de años, tomó por fin forma y busca que muebles y objetos con historia encuentren un hogar.

Un soplo de esperanza

Desde chicos y en sus respectivas familias, siempre les fomentaron ese espíritu de apostar y trabajar por lo propio. Amantes de la decoración y la versatilidad de la madera, el encierro y la pandemia los encontró con varios muebles para restaurar, renovar y recuperar, y se lanzaron a esta aventura familiar que consiste en soplar nueva vida a estas piezas para que sigan contando una historia.

Y en la incertidumbre de la cuarentena, llegaron las pruebas más difíciles. Ludmila se quedó sin trabajo, como tantos otros debido a la pandemia, y esto también fue la inyección de fuerza necesaria para encarar este nuevo proyecto con amor y mucha pasión. “Era la oportunidad y encontramos la motivación para ver un arcoíris en medio de tanta nube gris”, nos cuenta Ludmila. 

En paralelo y sin perder ni un minuto, pusieron manos a la obra para diseñar la tienda online, que ellos la llaman su CV y que por eso tiene que estar siempre actualizada. También sumaron redes sociales, los canales por excelencia para llegar a un público encerrado igual que ellos. Con roles bien asignados en los que cada uno aporta lo mejor de sí, descubrieron que Instagram es una red muy generosa para dar a conocer un nuevo emprendimiento.

De estilo y buena madera

Su especialidad son los muebles recuperados antiguos, de estilo y esos que duran toda la vida. Muchos de ellos, por sus características y lo costoso del procedimiento, ya no se fabrican más, y acá está el valor agregado de reciclar. Con un trabajo super artesanal en un mundo industrializado, buscan devolver a tantos hogares esos muebles que marcaron la diferencia por su calidad, buen gusto y la tradición que llevan encima. 

Trabajan con roble, roble esloveno, cedro y pinotea, entre otros. “La idea de la madera nos gustó siempre, es un material super noble y versátil, y forma parte de mil maneras en nuestro día a día”, nos relatan. Son fan de los buenos oficios, que cada vez cuesta más conseguir y por eso buscan hacer su aporte en este sentido. 

Felicidad que se comparte

A un año de haber dado el paso, el balance no puede ser más que positivo en todos los aspectos. Las retribuciones y comentarios que fueron recibiendo, los animaron a seguir apostando por esto que los hace muy felices. Su punto de retiro es en Vicento López y les encantaría llegar a tener un showroom, donde mostrar sus creaciones sin compromiso. “Principalmente estamos muy agradecidos a Dios, no nos cabe tanta felicidad, somos unos bendecidos y este emprendimiento se suma a la lista. También dar las gracias a familiares y amigos que siempre estuvieron en el camino”, terminan. 

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