Por María Ducos

Esta es la historia de dos amigas que adquirieron una marca en desuso de bicicletas de aprendizaje, le infundieron un espíritu artesanal a un producto industrial y llenaron su galería de anécdotas con chicos que ganan autonomía y seguridad después de haber rodado una Fanga

Encontrar una socia en la misma sintonía, con aspiraciones similares y sobre todo que quiera encauzar la energía en un proyecto en conjunto no es fácil, pero tampoco imposible. Corina Cassola y María Muñoz son amigas que, complementando y potenciando sus profesiones, encontraron juntas lo que en un principio buscaban separadas. 

Diseñadora Industrial una, Economista la otra, y ambas madres de tres niños, debieron sumar muchas experiencias laborales primero para darse cuenta que su camino estaba del lado del emprendedurismo. Cada una con proyectos propios relacionados con la infancia, unieron esfuerzos y trayectoria para dar el siguiente paso apostando también por este rubro.

Juntas compraron la marca Fanga (@fanga.aprender.andando), que ya existía en el mercado pero que estaba en stand by desde hace un tiempo. Y si de resurgir y darle nueva vida a viejos emprendimientos se trata, en 2019 se hicieron responsables de esta firma de bicicletas de aprendizaje, carritos, balancers y todo tipo de accesorios para aprender andando.

Con una cuota artesanal

Las bicis Fanga son productos semi industriales, nos cuentan las chicas. A su parte industrializada se le suma el detalle artesanal con la terminación y el armado manual. Acá se marca la diferencia logrando un producto único. Además, es un orgullo poder decir que sus productos están 100% diseñados y producidos en la Argentina.

La clave, lo corroboraron las chicas, está en planificar la producción y las compras de insumos para responder con agilidad a los cambios de la demanda. Así, en medio de la pandemia y con el negocio en pleno crecimiento exponencial, pudieron estar a la altura de los requerimientos de un público cada vez más exigente. 

En un principio, bien al estilo emprendedor, eran las chicas las que estaban detrás de lo administrativo, la logística, las ventas y hasta los envíos. A medida que el proyecto empezó a escalar, el equipo se agrandó y los roles se redistribuyeron mejor, ayudando a que cada uno brille en lo propio. Además, no sólo el grupo humano se ensanchó, también las tareas, porque siempre crecer implica complejizarse. 

Hoy las chicas cuentan con equipo para corte y pintura; terminación y ensamblaje; redes y atención al público; logística interna. Y por si eso fuera poco, también cuentan con varios colaboradores externos que dan una mano en gráficas, packaging, ilustración, desarrollo de diseños, envíos. Qué lindo mirar para atrás y ver el camino recorrido, encontrarse con miedos superados y recibir nuevos desafíos que las impulsan a ir siempre por más.

La magia de los rodados

Los productos Fanga nos recuerdan esa magia de la infancia, ese tiempo que era muchísimo más rico cuando se ahuyentaban las agujas del tic toc y nos entregábamos al juego sin límite. ¿Quién no recuerda sus primeras salidas en bicicleta? Disfrutar de un paseo al aire libre y en contacto con la naturaleza, sentir la independencia de ir y venir sin trabas y sumarle historias a esas tardes con amigos no tiene precio.

Los beneficios de esta actividad son muchísimos. Además de ayudarlos en el equilibrio y la motricidad, andar en esta bici sin pedales los ayudará a llegar al modelo tradicional mucho más rápido y con una gran seguridad.

“El poder de andar en bici empujándose con los pies y ver que avanzan con sus propios medios les ofrece autonomía y seguridad. Además, sin rayos, ni cadenas, ni pedales, ni rueditas, su uso es totalmente seguro y deja tranquilo a cualquier adulto”, nos comparten las chicas.

Esfuerzo que da sus frutos

Los malabares de la rutina en estos tiempos raros les enseñaron que hay prioridades, y que la familia encabeza esa lista. Por lo tanto, se trabaja cuando se puede, tal vez en los horarios más insólitos, pero siempre el listado de pendientes se termina tachando y los objetivos se cumplen. Lo importante en el arte de emprender es estar muy atentas para no desaprovechar los nuevos desafíos que se van presentando. Y acá, si existe una máxima, es saber delegar y desconectar para descansar. 

Pero todo lo vale cuando del otro lado el feedback se encarga de corroborar que van por buen camino. Los mensajes, siempre tan cálidos y alentadores, están cargados de la ilusión de ver a un hijo, sobrino o nieto avanzar, moverse y ganas independencia. 

Creer y confiar en su propia intuición fue el camino acertado para apostar a pesar de la incertidumbre y el miedo que genera algo nuevo. Y son unas agradecidas, primero a Nacho y Nacho, los mentores de la marca por acercarles esta oportunidad; y por supuesto a sus familias, que son su real inspiración día a día y el gran sostén tanto en los momentos felices como aquellos más duros. 

“Soñamos llegar a más chicos en esta era tan tecnológica con opciones saludables para que entren en movimiento y ganen independencia”, concluyen estas emprendedoras con metas bien valiosas.

IG: @fanga.aprender.andando