Después de trabajar durante 14 años en la misma empresa, la pandemia reacomodó prioridades y reencauzó objetivos. Florencia, de @huellasenflor, encontró en las acuarelas una apuesta en serio y no dudó en darle una oportunidad. 

Por María Ducos

A simple vista, trabajar en el maravilloso mundo del entretenimiento es una meta que a más de uno le gustaría alcanzar. Pero cuando la pasión toca la puerta en medio de una reunión de zoom y sabés que no dejará de golpear hasta que pueda entrar y transformar tu vida, entonces está claro que llegó el momento de apostar por eso bien auténtico.

Hace exactamente un año que Flor Mareco arrancó @huellasenflor, un proyecto de acuarelas que empezó siendo una vía de escape de una rutina frenética y se terminó convirtiendo en su trabajo de cabecera. Mira para atrás y no puede creer que sólo hayan pasado doce meses. Es que es tanto lo que cambió y lo que creció que el tiempo parece anecdótico. Después de 14 años en una compañía, pegó el volantazo, apostó por lo propio y se sorprendió con el resultado.

Despegue inesperado

Con los primeros pedidos, se animó a abrir una cuenta de IG, esa ventana al mundo capaz de lograr lo que a veces nosotros no nos atrevemos a creer. “¡La primera vez que vendí un cuadro mío al interior no lo podía creer!”, nos cuenta Flor. Fue todo muy rápido, de un crecimiento enorme, que anunciaba un gran desafío por delante. Hoy @huellasenflor le trajo más alegrías de las que jamás pudo imaginar.


Afición por la naturaleza y pasión por las flores, la alegría y la frescura siempre están presentes en su obra. Su primera joya fueron cuadros infantiles y una bailarina para dos amigos muy especiales que fueron sostén y apoyo en este camino. Asegura que haber encontrado su estilo personal es el mapa que se necesita para avanzar en cualquier emprendimiento. 

Una puerta abierta para la creatividad

“Soy mamá de tres varones y hoy la pintura explota mi lado femenino y delicado que hacía rato no se veía por acá”, nos cuenta Flor, la protagonista de esta historia. Con un taller en su casa en el que abundan las flores, los libros y muchos colores pasteles se logra el equilibrio perfecto después de tanto fútbol y rugby del otro lado de la puerta. Y aunque la rutina sea un poco extraña dado el contexto que atravesamos, se puso una regla irrenunciable: pintar todos los días, aunque sea un poquito, no perder el hábito, tanto por su salud mental como por su compromiso con las entregas que cada vez son más. 

Parece trillado, dice, que sin la familia y los amigos nada de esto hubiese sido posible. Pero realmente fue así, y dejarse ayudar parece haber sido el camino indicado. A la vez, aunque suene un poco raro, agradece a la pandemia que la obligó a frenar y empezar de nuevo, desde la pasión más innata que lleva dentro. La excusa de “no tener tiempo” quedó sepultada en el pasado y hoy proyecta a largo plazo. Dar clases podría ser el próximo paso, nos cuenta, pero ante todo se esfuerza por vivir el día a día y dejarse sorprender.

 

IG: @huellasenflor

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