Existe una dieta que puede cambiarte el ánimo, tu cuerpo, la vida misma. Y todo eso sin gastar un centavo en regímenes que organizan tus días en porciones de comida ínfimas, encerradas en bandejas descartables.
Son muchas las culturas que conciben a los seres humanos como hijos de la Madre Tierra. Y no es para menos ¡porque el equilibrio de nuestro organismo se asemeja bastante al suyo!
Por eso, en lugar de gastar plata, en esta dieta vas a usar tu conexión con la Tierra. Esto es: tu intuición más ordinaria y rústica, la cual sabemos tenerla bastante dormida en general.
Para eso, te invito a que fabriques un compost casero, de manera que se degraden ahí tus residuos orgánicos. No importa si no disponés de mucho espacio, porque hacer una estructura apropiada para patios chiquitos o balcones es viable y para nada invasivo.
Si aún no sabés cómo hacerlo, en este post se detallan los lineamientos necesarios para que le des comienzo a este desafío lo antes posible.
TU OLFATO TE GUÍA
Una vez que tengas la estructura hecha, empieza la experimentación. Sólo tenés que darle al compost los restos de lo que ingerís, considerando esta única consigna: para que todo se biodegrade, el contenido debe estar equilibrado. Es decir, que no se seque mucho porque no se va a descomponer nada, ni que tampoco esté demasiado húmedo porque el desecho se pudre y saca mal olor.
Para conseguir el balance, la presencia de oxígeno y las lombrices rojas ayudan bastante, pero también hay que poner un poco de uno mismo: tu criterio para detectar qué puede deshacerse en abono.
Empezá por separar los restos de todo lo que consumís. Pero, ¿todo??? Y… cada caso puede evaluarse. De repente te incomodaría un poco tirar residuos orgánicos con tanto aceite, muchas cantidades de carnes, harinas, taparlo de yerba o café.
Y si no se lo darías a la Tierra, ¿por qué se lo suministrás a tu cuerpo sistemáticamente?
MISIÓN CUMPLIDA
Cuando te encuentres razonando cosas como “si tiro esto al compost, va a salir un olor infernal”, o “con esto las lombrices se mueren al instante” significa que tu intuición se está desperezando. ¿Quién te dice? En una de esas, termines ajustando tus hábitos de ingestión a los cuidados que le das al compost para mantenerlo equilibrado.
Desde ya, siempre se puede hilar un poco más fino en términos de consumo: ¿qué hacemos, por ejemplo, con el algodón? También puede volver a la Tierra, porque es orgánico, pero no sería bueno que tenga exceso de maquillaje, o esmalte de uñas… Habrá que considerar en cada caso qué productos cosméticos y de qué cantidades se tratan, pero en general bastaría con desechar más de dos veces por semana este tipo de residuo, como para dificultar el proceso de descomposición. Si tenés en cuenta esto, otro gran órgano de tu sistema que es tu piel también te lo agradecería.
PENSALO
Despertar y conectarnos con las necesidades de nuestra Tierra, nos aporta enseñanzas muy valiosas.
Con sólo devolverle lo que ella te cedió para tu subsistencia diaria le estás dando las gracias con un gesto. Y es con este tipo de ofrendas que de a poco vas a notar que entrás en una frecuencia sencilla pero de irrefrenable gratificación, porque cuando tenés sentimientos con buena onda, recibís a cambio muchos más motivos para dar las gracias.
Pero eso no se puede explicar con palabras, sino que más acertado será que te entregues a la experiencia de vivir tu propia Dieta del Compost.
¡Hasta la próxima!
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Mechi,
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