Texto: María Paz Fernández – Acompañante espiritual y coach cognitiva
Tanto a los adultos como a los jóvenes nos cuesta discernir y tomar decisiones. Pero… ¿Por qué nos resulta tan difícil elegir? ¿Será que el mundo de hoy nos ofrece demasiadas posibilidades? ¿Qué necesitamos para saber lo que queremos?
Estamos acostumbrados a correr detrás de nuestras agendas. Nos esforzamos por cumplir con todas las obligaciones que nos esperan o que nosotros mismos nos imponemos. Intentamos sobrevivir, y en ese preciso momento, nos olvidamos de vivir. Estamos distraídos, no estamos presentes. Nos cuesta registrar lo que sentimos, lo que pensamos, lo que percibimos, incuso lo que decimos y hacemos. Nos resulta arduo hacer silencio para escuchar quiénes somos y qué queremos.
¿Por qué nos cuesta tanto elegir?
Cuando tenemos que tomar decisiones, solemos vernos a nosotros mismos rodeados de obstáculos. Sentimos la presión de hacer lo que se espera de nosotros. A veces no tomamos ninguna decisión porque preferimos mantener todas las puertas abiertas. En algunas ocasiones nos invade el miedo: decidir nos expone y nos hace vulnerables; tememos cometer errores. Otras veces, nuestras elecciones responden a los deseos de los demás, que son ilimitados y que no nos traen satisfacción alguna, en lugar de responder a nuestros propios deseos. Elegir implica tomar riesgos, y no siempre estamos dispuestos a desprendernos de la seguridad. Queremos tener todo bajo control, pero al tomar una decisión jamás tendremos total garantía de que nuestra elección es la correcta. También solemos pensar que eso nos determinará de por vida.
Autoconocimiento: Una clave en la toma de decisiones
Discernir implica escuchar nuestros deseos más profundos, y para eso es fundamental conocernos: Saber quiénes somos, qué nos gusta, qué no; cuáles son nuestros dones y talentos. Implica aprender a cuidarnos y a descifrar qué necesitamos. Es descansar y respirar. Se trata de habitar nuestro territorio: recorrerlo, compartirlo y entenderlo. Dedicarle tiempo y caminarlo a pie dejando huella.
“Apurarnos” es el enemigo de “habitarnos”. Cuando nos habitamos nos vamos fortaleciendo para poder elegir, es justo el momento previo a “hacer”. Se trata de quedarnos en presencia del ser que somos. Para eso necesitamos coraje, que nos permitirá hacernos presentes tanto en esos territorios que nos gustan como en aquellos lugares oscuros y desérticos; y confianza para entender que, incluso en aquellos espacios oscuros, hay potencial para dar vida a algo nuevo.
Discernir implica clarificarnos y escuchar nuestra voz interior. Se trata de asumir la responsabilidad de elegir por nosotros mismos y de seguir los caminos que queremos.
A cada instante nos encontramos frente a la necesidad de decidir si seremos víctimas o protagonistas de nuestra vida a partir de las decisiones que tomamos. Ser protagonistas implica registrarnos, hacernos cargo, asumir nuestra responsabilidad y elegir de manera realista de acuerdo a nuestras capacidades y necesidades.
Estamos llamados a ser co-creadores y dejar una huella en nuestra vida, en la de nuestra familia, en la comunidad y en el mundo. Para ello necesitamos lanzarnos a nuestro camino único y personal y darle vida a nuestros dones.
Contacto:
María Paz Fernández – Acompañante espiritual y coach cognitiva
Taller para jóvenes: “Aprendiendo a conocerme, a discernir y a tomar decisiones”
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