Texto: Agustín Seijas
Tres historias de vida. Diferentes, propias, únicas. Un mismo deseo: el de la casa propia. A ellos la vida les sonríe.
El sol brilla aunque esté lloviendo a cántaros y yo sin paraguas. Los pajaritos cantan divinamente aunque sea de noche. El viento sopla sobre las copas de los árboles aunque estén parados en el Obelisco. El aroma a pasto recién cortado les llena los pulmones aunque se encuentren aprisionados en el subte. Se “ríen de janeiro” porque alcanzaron el sueño que todos sueñan. Hoy salen a la calle imaginándose el hogar colmado de amigos, una conversación perpetua en la calidez de la cocina, las sábanas frescas y los pies calientes mirando esa serie preferida en Netflix. Los abrazos, las caricias, las marcas que dejarán sus hijos en el marco de la puerta a medida que vayan creciendo. Hoy pueden ver todo con otros ojos, ésos que ayer tenían lágrimas de emoción, ésos que vislumbran un futuro dichoso. Hoy todo tiene otro color y la vida es bella como en las películas, porque sienten que cada vez más personas cumplen su sueño. Lo saben. Las oportunidades llegan, sólo hay que saber esperarlas con los brazos abiertos. La moneda de San Patricio cayó de la cara más dichosa.
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