Por Catalina O’Reilly

¿Alguna vez fuiste a Londres? ¿A Madrid? ¿A Nueva York?

¿Y a Buenos Aires? Nuestra ciudad es una de las más grandes del mundo. La visitan de todas partes del planeta. Sus calles son famosas por las fachadas, por los arboles, por la cultura que se respira. ¿Alguna vez la miraste con ojos de turista?

No hay nada como romper la rutina y animarse a probar cosas nuevas. Estos son cinco museos que podrías visitar como parte de una salida distinta ya sea sola, acompañada o en familia.

Para empezar: MNBA en Recoleta

Nuestro “Bellas Artes” es el lugar ideal en donde animársele a los museos porteños. ¿No estás segura de qué te gusta ir a ver ni de qué es lo que más te interesa? Bien, porque hay para elegir. Desde obras de Asia hasta arte contemporáneo argentino, pasando por esculturas de Rodin, pinturas de maestros del impresionismo y tesoritos coloniales, en este museo podes verlo todo. Salvo en el caso de algunas exposiciones temporales, la entrada general es gratis.

Para llevar a los chicos: Museo Benito Quinquela Martín en La Boca

Visitar la Boca es un programa en sí mismo, pero el Quinquela es la frutilla del postre. Organizado en uno de los edificios que donó el artista a la ciudad, tiene maravillas como mascarones de proa, arte argentino de los últimos doscientos años y, por supuesto, obras de Quinquela mismo. Sus escenas vibrantes y llenas de vida van a atrapar la imaginación de toda la familia. ¡Y si vieras los muebles intervenidos por el artista! Quizás te llevás más de una idea para la renovación de tus espacios.

Para los nostálgicos: Museo Fernández Blanco en Congreso y Retiro

La colección del Fernández Blanco es la envidia del mundo en cuanto a arte hispanoamericano se refiere. ¡Incluso hay indumentaria! Está dividida en dos sedes: la Casa Fernández Blanco en Congreso y el Palacio Noel, en Retiro. La casa está abocada más bien a la Belle Epoque. El Palacio, a la época colonial virreinal. Lo bueno es que no importa cuál elijas –si es que tenés que elegir- te va a encantar seguro. ¿Querés reconectar con tus raíces y tu identidad? Nada como reclamar nuestras raíces culturales y plásticas. Secreto a voces: el jardín andaluz del Palacio Noel es el lugar perfecto para pasar una tarde tranquila. Menores de 12 años entran gratis. Los adultos pagan lo que vale un alfajor, pero no de los triples.

Para completar un día de paseo: Museo de Arte de Tigre, Tigre

Los que nos visitan desde Europa y Estados Unidos no se pierden una escapada a Tigre por nada en el mundo. Es paso obligado para el que viene a conocer Buenos Aires. ¡Y lo tenemos tan cerca! A principios del siglo pasado, Tigre era EL lugar en donde los porteños cancheros pasaban el fin de semana. Había un hotel de madera, inmenso, y un casino donde se celebraban bailes y conciertos. El hotel no está más y el casino… Hoy es un museo imperdible. Incluso si la colección no fuera fantástica, (lo es) el edificio en sí merece una visita.

En lo que a programa de sábado se refiere, no hay nada como pasar unas horas en el Puerto de Frutos, visitar el museo y tomar unos mates en los jardines, mirando las lanchas colectivas pasar, y cerrar el día con unas papitas en alguna de las cervecerías del Paseo Victorica.

Para los que se animan a más: MALBA, Palermo

Palabras mayores. El único museo privado de esta lista, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires le hace honor al último siglo de nuestra región y celebra, con su arte, cada una de sus glorias y pesares por las que pasamos. Tiene obras de artistas de los que seguro escuchaste hablar (Frida Kahlo, Antonio Berni, Diego de Rivera…) y de otros de los que quizás no, pero que te va a encantar conocer. La entrada sale bastante más que un Guaymallén: mil trescientos pesos. ¡Que no asuste! Hay descuentos y promociones con bancos y, para estudiantes, docentes y jubilados acreditados, el precio es 650 pesos.

Cambiar los rumbos

No hay nada como viajar, estamos todos de acuerdo. Si no fuera así, no se habrían escrito tantos libros y contado tantas historias sobre viajes que cambian la vida. Pero esto no es tanto porque el lugar que se visita sea especial, sino porque el protagonista se dio el espacio para cambiar y verse en una luz nueva. Mirar Buenos Aires con ojos de turista, con ojos de verla por primera vez, también es viajar.