Texto: Arturo Ossorio Arana – Ingeniero agrónomo de @ecoaquaargentina
Qué privilegio significa tener una laguna en el fondo del jardín o en el barrio en el que vivimos. Acceder a ella, nadar; que los más chicos jueguen en su orilla o en una playa y practicar deportes náuticos.
Pero lo que suele preocupar, en especial cuando quienes la usan son los más chicos, es si la laguna es sana, segura, y si cuenta con los controles adecuados. Son varios los aspectos involucrados en este asunto, entre ellos la construcción y el tipo de laguna, la calidad del agua y los usos que se le da.
Aspectos constructivos
Algunas lagunas tienen lo que se denomina un “bordo de seguridad” o zona costera de menor profundidad, que se hace para evitar accidentes. En la práctica, estas zonas son proclives a coparse de vegetación invasora y algas, lo que hace que se vuelva más difícil cuidarlas y mantenerlas.
Pero los accidentes no suelen ocurrir en las costas con un declive normal, sino en muelles, decks y tablestacados. Estas son las zonas a resguardar.
Por otro lado, las corrientes que se producen en lagunas profundas o canteras, sin duda deben respetarse. De todos modos, en aquellas de pocas hectáreas este tema no suele ser un problema.
Cuando hay elementos eléctricos en el agua, generalmente sistemas de aireación, iluminación, fuentes o recirculación, deben extremarse los sistemas de seguridad y cortes de emergencia. En caso de poder elegir, es más seguro colocar equipos fuera del agua; así lo que ingresa será sólo el aire para los aireadores o el agua del bombeo y recirculación. Además, estos equipos son más eficientes, estéticos y económicos.
Agua y barros
En lo que refiere a la calidad del agua, esta debe controlarse habitualmente para detectar contaminación orgánica o cloacal, e incluso el exceso de nutrientes, en especial fósforo y nitrógeno, que puede hacer que el agua se ponga verde y contenga algas tóxicas.
También es necesario controlar la acumulación de barro en el fondo y la presencia de sanguijuelas y larvas de mosquitos.
En algunos momentos, usualmente en verano, puede haber un excesivo crecimiento de plantas sumergidas y algas. Estas raramente implican peligro pero se controlan en las zonas de uso.
No hay que olvidar que las lagunas son aguas vivas con flora, fauna y ritmos biológicos propios y no piletas de natación. A comienzo del verano o ante cambios de temperatura solemos ver casos de picazón (fenómeno alérgico), y algas presentes. No deben asustarnos los insectos y sus posibles picaduras, ni la presencia de algún pez que pueda asustarse mientras defiende sus huevos.
Las lagunas de los barrios reciben habitualmente mantenimiento y controles para estar alerta por posibles complicaciones o problemas. En estos ambientes controlados no suele haber riesgo para los usuarios, y de detectarse algo fuera de los parámetros habituales, suele corregirse rápidamente.
Existen regulaciones de la Autoridad del Agua (ADA) provincial, que exige llevar registros y efectuar controles. Obliga a tener planes de contingencias y determina si el agua puede ser utilizada para bañarse o para practicar actividades náuticas en general.
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