Reciclar papel en casa puede ser una actividad ideal para compartir con los más chicos: es fácil e involucra emplear las manos, que es muy positivo para canalizar su -a veces- excesiva energía. Además, es factible realizarla disponiendo de poco tiempo. No es un dato menor el hecho de que tampoco requiere de tanta concentración ya que, si bien no tengo hijos aún, hay muchos niños en mi familia, y conozco el desafío que significa que mantengan la atención en una sola cuestión durante quince minutos.
Filosofía de las pequeñas cosas
Noté que, así como una práctica DIY te invita a atravesar un proceso (que en este caso es muy simple), el juego se puede transformar en un momento ideal para que los chicos capten muchos conceptos de forma indirecta. Para empezar, experimentan la capacidad de disfrutar cada etapa, lo que se logra al evitar que el foco de atención esté puesto en el resultado final. No hay nada que les resulte más gratificante que vivamos esto como una experimentación y no con la exigencia de que todo salga perfecto.
Entonces, es ahí cuando se da el lugar a que manejen su creatividad y no sigan una receta. En este sentido, hacer papel no tiene un procedimiento muy estructurado. Sólo habrá que tener en cuenta ciertos pasos.
1) Contarles que este juego es muy bueno para el planeta Tierra en muchos sentidos. Estoy segura de que eso siempre les despierta otro interés ya que, de alguna manera, los chicos logran comprender muy bien estas necesidades.
2) Recolectar papel ya utilizado y cortarlo en pedazos chiquitos, sin necesidad de usar la tijera. A considerar: por lo general, con cuatro hojas de periódico se obtienen dos pequeñas de papel reciclado.
3) Colocar todo en un balde con agua y amasarlo durante unos minutos rompiéndolo más y escurriendo la masa de papel hasta formar una pasta más homogénea. En este paso, la licuadora también es útil aunque no excluyente.
4) Tomar el papel ya amasado o licuado que, a esta altura, ya es materia prima lista para volver a la rueda de uso. Habrá que ubicarlo en una superficie plana, distribuido en una capa lo más delgada posible.
5) Esperar a que seque porque si se mueve antes, corre el riesgo de quebrarse. Y ahora sí, ¡habemus papel reciclado!
A los chicos les encanta innovar con sus formas, los colores de los papeles o incluso tener en cuenta elementos del mundo orgánico, como se ven en las imágenes que se mezcla el material con pasto o florcitas.
¡Démosle un uso más a este papel!
Esperar al secado y a ver el resultado de su trabajo genera una gran intriga en los más chicos. A su vez, decidir dónde implementarán su obra de arte es todo un evento. Esto también se presta para el juego y es una gran satisfacción, ya que puede emplearse, por ejemplo, como el toque personal de un regalo para un compañero (se corta el papel y se escribe una nota ahí mismo).
“La naturaleza nunca se apresura, sin embargo, todo se lleva a cabo”, decía el filósofo oriental Lao Tse, lo que nos sugiere que la paciencia es una virtud fundamental en nuestra vida y, por este motivo, es probable que a algunos adultos nos toque de cerca esta invitación también. En definitiva, algo así seguramente nos ayudará, tanto como a los chicos, a practicar disfrutar de los procesos que nos toca atravesar y permitirnos experimentar sin depositar la ansiedad -no siempre bien empleada- en los resultados.
Sin más, ¡espero que les sea una linda experiencia para todos!
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Mechi,
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