Lo que resta del primer semestre recibirá de lleno el impacto de aumento de tarifas y correcciones de precios. Hay que cuidar el bolsillo. La buena noticia es que para la segunda parte del año, las proyecciones son positivas. El real estate consolidará sus precios y se podrá volver a pensar en ahorro e inversión a largo plazo. Cambios impositivos tendrían un efecto positivo en el salario.
Texto: Mónica Fernández
El año ya está oficialmente en marcha. Quedaron atrás las vacaciones, las escapadas de fin de semana y esa vida más slow que impone el verano y que se contagia a nuestros bolsillos y a nuestras decisiones financieras. Pasaron también los primeros cien días de gobierno y ya hay más certezas y pistas de qué camino tomarán las principales variables de la economía. Sabemos que aumentó la nafta y que los servicios públicos toman igual rumbo. Ni hablar de los colegios que ya hicieron llegar sus cartas de bienvenida al nuevo año escolar con cuotas que dan escalofríos. Medicina prepaga y expensas, otros rubros que se van para arriba (en ambos influye, y mucho, la negociación de incrementos salariales). La lista puede ser interminable. Así el tablero, marzo no será un mes sencillo. Todas las medidas que empezaron a gestarse en enero y febrero se verán en las cuentas que llegan en marzo, y todo esto, sumado a los gastos extras que implica el inicio del año lectivo. El efecto soft landing de los primeros dos meses de transición podría ponerse más movido. A ajustar cinturones entonces.
Cuidar nuestros gastos
En resumen, estamos frente a un año desafiante, un año en el que habrá que cuidar mucho el bolsillo. La inflación continúa siendo una variable que, por el momento, preocupa. El gobierno avanzó en acuerdos y maneja los hilos de la política monetaria subiendo y bajando tasas de interés para controlar el dólar (que fluctuaría entre $13,50 y $15) y la suba de precios. Lo que sucede es que éste es un trabajo de equilibrio: cuando se afloja de un lado, sube del otro. En ese contexto, se recomienda ser cautos con el manejo de nuestros ingresos, teniendo en cuenta que tras los aumentos de sueldos vendrán también los incrementos en bienes y servicios. Ése debe ser el primer objetivo de 2016 y será la principal diferencia con 2015, año en que la inflación también limaba nuestros ingresos, pero ciertos servicios seguían congelados. Pensar antes de embarcarse en gastos y cuidar el día a día será la clave para pasar medianamente tranquilos un año que se planta con mucho optimismo y expectativas positivas, pero con la economía aún en crisis.
“La nueva administración está ganando confianza para encarar reformas pendientes en un primer cuatrimestre que será desafiante. El consumo crecerá a tasas moderadas. La inversión, en cambio, será más dinámica tanto por el impacto de nuevo equipamiento necesario como por el empuje de la construcción”, arranca su diagnóstico de la economía que viene, Eduardo Fracchia, investigador senior del IAE. “Por otra parte -avanza- se espera que el nivel de actividad comience un proceso de recuperación, particularmente a partir del segundo semestre del año. La inflación, en cambio, será todavía significativa durante 2016”, plantea con precisión el especialista. El ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, estimó que rondaría el 25% anual. Sin embargo, las consultoras privadas hablan de un número bastante mayor: en torno al 32% – 35%.
Planear en positivo
Hecho el diagnóstico, hay que pasar a la acción. Así como dijimos que hay que cuidar el ingreso y defenderlo, también se presentan las ventanas de oportunidad para empezar a planificar con un horizonte un poco más largo que la compra de un lavarropas o un juego de living con el plan Ahora 12. Habrá que estar atentos a las oportunidades que pueden ir presentándose. La prometida reducción de Impuesto a las Ganancias, por ejemplo, dejará algo más de oxígeno a los trabajadores en relación de dependencia y ese dinero podría destinarse a poner metas de ahorro. La eliminación de impuestos internos para los autos cero kilómetro (que al cierre de esta edición recién estaba en proceso de implementación) impactaría en una baja de precios para muchos modelos. De acuerdo con un trabajo realizado por el Estudio Lisicki, Litvin y Asociados, gracias a esa reforma impositiva, los valores podrían bajar hasta un 45,25% en los autos importados y hasta un 26,1% en los nacionales. Son proyecciones. Habrá que ver cuánto resulta en la lista final de precios, pero es un aliciente: valores más bajos, sumados a algún plan de financiación pueden ser la llave para recambio del auto que tenemos o acceder al primer auto. Pagar una parte en cuotas lo hace más accesible y nos obliga a ahorrar.
Este año 2016 y sus aires renovados nos permiten también soñar con objetivos un poco más ambiciosos. Quizás no para estos primeros meses del año, pero sí para cuando corra el segundo semestre, momento en que la mayoría de los analistas marcan como punto de inflexión. ¿De qué se trata? Claramente, todos apuntan al regreso de los créditos de más largo plazo: los préstamos hipotecarios para acceder a la primera vivienda o para construir o agrandar la que tenemos. “Si empieza a bajar la inflación, para fines de 2016 podrían aparecer los primeros créditos a largo plazo, probablemente impulsados por bancos oficiales. Seguramente van a ser caros en un comienzo, pero en cuanto la inflación siga bajando, aparecerán créditos atractivos que le van a dar continuidad al dinamismo que el real estate comenzó este año”, evalúa Horacio Benvenuto, gerente general de Izrastzoff Agentes Inmobiliarios.
En materia de créditos habrá que ser muy precavidos durante 2016 con las tasas de interés que nos cobran, especialmente en las financiaciones de corto plazo (crédito personal) o con tarjeta de crédito. Es que al subir las tasas de interés que los bancos pagan a los ahorristas por poner su dinero en plazo fijo (se ofrecen rendimientos cercanos al 30% anual), también sube lo que las entidades cobran por prestar dinero. Mucha precaución porque superan ampliamente el 40% y más aún con tarjeta de crédito. Esto hace que un resumen de tarjeta que no se paga al vencimiento en su totalidad y se empieza a financiar con pagos mínimos, pueda convertirse en una bola de nieve para cuando llegue agosto o septiembre. Como dijimos, será un año para ser muy precavidos. Organizarse de entrada con los nuevos niveles de gastos (subirán inevitablemente) y tratar de dejar un espacio para hacer un ahorro de, por lo menos, el 10% del ingreso.