Una invitación a viajar con las palabras y descubrir el alma de cada ciudad.

Hay proyectos que nacen de una historia personal, de una búsqueda, de una emoción que se vuelve camino. Así nos lo cuenta Paula Levallois, licenciada en Letras y creadora de Rumbos Literarios, una propuesta que une dos pasiones: leer y viajar. En esta nota, Paula comparte el recorrido que dio origen a su proyecto y cómo, a través de la literatura, descubrió una nueva manera de conocer el mundo.

Rumbos Literarios

Soy Paula Levallois, y me gustaría contarles qué es Rumbos Literarios, el proyecto del cual soy directora, como si fuera un cuento; un cuento que empieza cuando era muy chica y me pasaba las horas haciendo la vertical en la puerta de entrada del departamento donde vivía o suspendida en el aire de cada hamaca que encontraba. Si ato esta manía de separar las piernas del suelo con los recuerdos de las primeras redacciones en el colegio, ya tenemos el germen de Rumbos Literarios. Enseguida verán por qué.

Rumbos Literarios es una propuesta que combina dos pasiones: leer y viajar. Ambos verbos tienen para mí un impulso común: la curiosidad, el asombro. Las ganas de conocer el mundo. Los libros fueron siempre esa ventana a través de la cual me pude acercar a otras historias, conocer otras culturas, otros modos de pensar y de ser, lejanos en el espacio o en el tiempo. Creo que la vida se ensancha y se profundiza entre las hojas de un libro.

Y por muchos años, la literatura fue ese modo de levantar los pies de la tierra: estudié Letras y trabajé en proyectos que tienen el lenguaje en el centro. Durante mucho tiempo di talleres de lectura y de escritura, maravillada por los vínculos que se generan entre las personas que leen o escriben juntas. La vida que germina en esos encuentros.

Cuando cumplí 30 años, una amiga me regaló mi primer libro de Fernando Pessoa sin saber que me estaba regalando un destino. Me fascinó Pessoa y seguí leyendo todo lo que iba encontrando de él, sus heterónimos y de literatura portuguesa. Mis hijos eran chicos y por una u otra razón tardé años en conocer Lisboa. Cuando llegué en junio de 2017, lo que encontré fue un escándalo. Lisboa resplandecía. Era tanto más linda. Los tilos estaban en flor. El río Tajo te sorprendía a la vuelta de cualquier esquina, inmenso como un mar. Supe que eso que yo había sentido siguiendo las pisadas literarias había sido un descubrimiento y que lo quería compartir. A partir de ese entonces, el proyecto de llevar a las personas a hacer una experiencia similar —leer primero literatura de una ciudad y después viajar— me rondaba todo el tiempo.

En septiembre de 2024, Rumbos Literarios llevó a cabo el primer viaje literario a Lisboa y constaté que se propagaba la magia. Nadie resultó indemne a la belleza. El impacto de la emoción de reencontrarnos con lo leído y profundizar en ese conocimiento fue masivo. Nos enamoramos o nos volvimos a enamorar. De Lisboa y de su historia, de sus gentes, su música, su comida. Seguimos la huella de sus escritores, conocimos a quienes escriben hoy en día, visitamos sus museos, sus librerías, leímos, nos emocionamos, nos reímos. Navegamos por el Tajo. Miramos a lo lejos. Entendimos mucho más, ahora, con otros ojos.

Y algo más: lo que se comparte en esas lecturas y esos viajes se expande. Se contagia. Como si la literatura encontrara su modo más vivo de circular entre las personas.

En junio de 2025 hicimos otro viaje: esta vez el rumbo nos llevó a Dublín. Si el primer viaje fue un éxito, este segundo fue la confirmación de que esta es la manera de viajar para todos aquellos que quieran vivir una experiencia transformadora: un viaje donde no solo conocemos lo más representativo de la ciudad, sino su alma, sus luchas, sus contradicciones, sus conquistas. Y en ese intercambio también nos miramos a nosotros mismos con otros ojos.

Los viajes duran siete días, pero los empezamos meses antes leyendo juntos y perduran en la memoria, porque lo que se genera entre las personas que viajamos juntas es imborrable. Esta manera de viajar (y de leer) estimula en quienes viajan una sintonía más fina con aquello que se visita, que permite un redescubrimiento: la ciudad no es solo un lugar bonito, sino que es el escenario donde ponemos en juego nuestra subjetividad: nuestra manera de mirar, de percibir, de recibir, de transformarnos, de reconocernos y diferenciarnos de aquello que vemos. Nuestra manera de conectar con los otros, sean estos viajeros como yo, lugareños o escritores de tiempos remotos. Esa puesta en juego hace que la experiencia del viaje sea transformadora.

Para lograr esto, nosotras —Mora Beccar Varela, colaboradora de Rumbos Literarios, y yo— hacemos un exhaustivo trabajo de curaduría e investigación que lleva meses de trabajo: todo lo que sucede en el viaje está pensado y diseñado conceptualmente, y la elección del hotel o de cualquier restaurante al que vamos colabora con lo que queremos que suceda. Con ese amor y dedicación preparamos cada destino.

El próximo viaje será en Buenos Aires, porque queríamos homenajear a nuestra ciudad y proponemos un fin de semana recorriéndola a través de un lente cortazariano. En abril visitaremos Ciudad de México, y en junio y en septiembre volveremos a Dublín y a Lisboa, respectivamente.

Quizás, al fin y al cabo, Rumbos Literarios sea esto: una forma de invitar a otros a levantar por un rato los pies de la tierra, y suspender el peso de nosotros mismos para mirar el mundo desde otro ángulo y compartir la emoción de leer y redescubrir lo que cada ciudad tiene para decirnos.

Paula Levallois

Gracias, Paula, por compartirnos tu historia y recordarnos que viajar también puede ser leer, sentir y descubrirnos en lo que vemos.

Gracias por mostrarnos que detrás de cada libro puede haber un pasaje de avión, y detrás de cada viaje, una nueva página por escribir.

📩 paulalevallois@gmail.com
📷 @paulalevallois.lit

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