Victoria Bayugar es madre de cinco hijos, y fue en la misma maternidad y siendo hogar de un chiquito en tránsito que nació y dio sentido a @seispuntadas, un proyecto de bordado con la intención de rezar unos por otros.
Antes de empezar a bordar y de hacerlo como emprendimiento formal, Vicky se dedicó exclusivamente a su familia. Madre de cinco hijos, el ritmo vertiginoso de la rutina fue su compañero durante años de crianza y también el termómetro de su felicidad. Era allí, en medio de las mañanas agitadas y los almuerzos llenos de risas donde se sentía plena.
Fue quizás esa alegría cotidiana tan auténtica, ese sabor de familia tan acogedor lo que la impulsó a querer compartirlo. Y así, justo antes de ese temible marzo del 2020, Vicky, Gustavo, su marido hace 28 años, y sus cinco hijos abrieron su corazón para ser hogar de tránsito y esperanza. Un bebito de apenas un mes tocó su puerta para poner la casa patas para arriba y cambiarles su mundo como nunca se lo imaginaron.
Como los cambios nunca llegan solos, entre pañales, mamaderas y horas de silencio, se cruzó con su primera Virgen bordada de la mano de Bordelita, su gran maestra. Los hilos y los diseños también empezaron a tejerse en su vida y de a poco fueron abriendo una faceta tan inesperada como maravillosa. “Empecé a bordar para mi, porque me gustaba, y a regalar esos primeros cuadros. Casi sin darme cuenta fueron llegando los pedidos”, nos cuenta esta emprendedora sobre los inicios de @seispuntadas.
Rezar cada puntada
La fe siempre estuvo muy arraigada en su vida, y bordar escenas del Evangelio y de la vida de tantos santos, es su forma de devolver al Cielo tantas gracias. Y rezar en el proceso por la persona que va a recibir ese tesoro corona este trabajo artesanal tan dedicado. “Rezar cada puntada por el destinatario alimenta mi fe y me conecta con el acto de amor más grande: rezar unos por otros”, nos comparte.
Después de dos años de alegrías y risas, tocó despedirse de ese bebito que había llevado tanto amor a la familia. Y tocó hacerlo de una manera triste y, revela Vicky, que de no haber sido de la mano de Jesús y María hubiese sido humanamente imposible. “Siempre nos muestran el camino, y en ese caminar pasan cosas maravillosas”.
Un pedido especial
“Algunas veces Dios nos quita algo que nunca pensamos perder, para darnos algo que nunca pensamos tener” es una de las frases que puede aplicar perfectamente a la vida de Vicky. Después de esa despedida desgarradora, le llegó un encargo que ella tomó como señal: un cuadro de la Virgen del Cerro para el mismísimo Papa Francisco. Y su entusiasmo tomó alas nuevamente.
Cada bordado de Vicky es especial. Además de recibir un bordado de una imagen particular, la persona recibe horas de oración por sus intenciones particulares. Así el trabajo que es 100% artesanal cobra un sentido nuevo. “Los pedidos llegan en muchos momentos felices como casamientos, bautismos, nacimientos, comuniones, pero también en momentos en que no lo son tanto, por eso son tan especiales y pensados”, nos sigue contando.
Es por ahí
Creer en uno mismo es siempre el primer paso para cualquier proyecto. Vencer miedos e inseguridades, y crecer en amor propio es un proceso de autoconocimiento que no es opcional. “Bordar me ayudó a vencer miedos y me mostró que la gente es súper amorosa y cariñosa. Saber que detrás de todo hay personas que rezan unas por otras me hace sentir que estoy por el camino correcto”, afirma.
Y en este camino, Vicky debe el agradecimiento a unos cuantos. Por empezar, a su familia que aguanta sus trasnochadas porque bordar de noche es su inspiración; también a sus amigas, especialmente Ceci y Ali, por ser su gran motor; y por supuesto a su primera gran maestra, Bordelita, que con su generosidad la ayudó a meterse en este mundo.
“Espero poner más amor en cada puntada, que este proyecto me siga conectando con gente increíble que me inspire a seguir y que Jesús y María nunca me suelten la mano”, termina Vicky