Como todos los grandes desafíos, querer despertar el amor por la lectura en nuestros hijos (sobrinos, nietos, alumnos…) puede dar un poco de miedo o de inseguridad. “¿Por cuáles empiezo? –nos podremos preguntar–, “¿qué corresponde a esta edad?¿cómo me aseguro de que el mensaje esté en sintonía con mi manera de educar?” Al principio va a parecer un poco abrumador. Y los precios en las cadenas de librerías no ayudan.

¡Pero vale la pena! A no rendirse, eso es lo importante. En el fondo, entrar en el mundo de la literatura infantil es cuestión de incorporar dos cosas: qué mirar y dónde buscar. De a poco y con el tiempo iremos identificando autores, ilustradores y editoriales que nos gusten. Paciencia.  

¿Qué mirar? Ilustración y escritura 

La clave es darles algo de lo que estamos seguros, ya sea porque nos tomamos el tiempo de leerlos enteros o porque nos lo recomienda alguien de absoluta confianza que comparta nuestros ideales. 

Las ilustraciones que pueblen nuestro libro –forma, color, expresiones de los personajes- van a poblar también nuestra imaginación. Ante la duda, buscar lo bello. No importa si se trata de un libro de hojas de plástico para la bañadera o uno para los que están terminando primaria. Cada trazo de lápiz o de pincel va a ser mirado con esa atención que solo los ojos nuevos pueden brindar. La belleza se entiende a cualquier edad. Para eso estamos hechos, para ver lo bello en el mundo, y lo que vemos de chicos nos forma la mirada para toda la vida. 

Contenido escrito: cantidad y calidad. ¿Hay algo que sorprenda más en esta vida que lo rápido que aprenden las cosas y entienden cómo funciona el mundo? Los chicos no son bobos, son simplemente chicos. Leer es, además de un pasatiempo que dura toda la vida, una forma fantástica de aprender a hilar coherentemente los pensamientos y a escribir bien, sin faltas de ortografía o sintaxis. Por eso, cuanto mejor escrito esté el libro, cuanto más profundo sea su contenido, más lo van a disfrutar y aprovechar. Esto no significa que les demos Shakespeare de buenas a primeras, pero sí que evitemos que todos los libros que tengan a mano sean… simplistas. 

Los mejores libros son los que apelan a todas las edades. Los clásicos que no fallan. Libros de cuentos, compilaciones folklóricas de distintas partes del mundo, libros de rimas y canciones, libros de fotos o de animales, libros sobre ciencias, historia… E incluso libros “para grandes”. Leerles en voz alta y de a un capítulo por vez buenos libros, llenos de aventuras (como “Las Crónicas de Narnia”) es una oportunidad genial para compartir en familia y, de paso, inculcar la paciencia.

En cuanto a formato físico: dos recomendaciones más. Por un lado, la encuadernación y, por el otro, la tipografía. Si estamos buscando regalar un libro para que miren o lean solos, y si esta a nuestro alcance, una encuadernación dura (de tapa dura u hojas de cartón) va a ser mucho más amable. Claro que hay que aprender a cuidarlos, pero eso es tema de conversación para otro día. Para cuando estan empezando a largarse a leer solos, los libros en imprenta mayúscula son una gran, gran ayuda. En Argentina, la colección Los Caminadores (hoy, de Penguin Libros) tiene algunos cuentos lindos para los intrépidos que se sientan solitos a leer. Y para los que espían por entre nuestros brazos mientras leemos en voz alta, también. 

¿Dónde buscar?

Primero y principal, en las librerías de segunda mano. Las grandes, las chicas, las de barrio, las de ciudad. Hay cosas muy buenas en las librerías convencionales pero… Es bien sabido que, si de bolsillos se trata, en nuestro país no está el horno para bollos. Lo genial es que, con los libros, ¡lo mejor es comprar usados! Incluso si estamos buscando un libro editado en los últimos años, hay una gran probabilidad de encontrarlo en buen estado y más barato. Ni hablar de los tesoros que podemos encontrar si nos animamos a chusmear libros más viejos. Es, realmente, un camino de ida. Y la mejor librería de usados… la casa de los abuelos, guardianes de tesoros inagotables.

Una gran manera de ubicar libros que ya conocemos es MercadoLibre. Por autor, por editorial o por temática, es bueno encontrar algo que parezca prometedor y meterse en la sección “Más artículos de este vendedor”. Desde ahí, como si fuera una veta en una mina de oro, podemos ir llenando el carrito y pagar un solo envío, o guardar en favoritos lo que no estemos listos para comprar. Recomendación personal: librerías “El Atril” no tiene desperdicio.  

Fuente de sorpresas son los grupos de compraventa en redes sociales. Sumarse a los de la zona es una gran forma de ahorrar, si se tiene paciencia.

Y también, las Ferias del Libro, con sus cupones y descuentos. La anual que se hace en la Rural de Palermo está buenísima pero ¡no es la única! Hay ferias municipales, está la Feria del Libro Infantil y Juvenil (¡!), ferias de editoriales, ferias de ilustradores… la lista sigue y sigue.

La literatura infantil es un mundo extenso, pero no tiene por qué ser abrumador. La clave es empezar. Que los libros sean un objeto cotidiano; la regla, no la excepción. Cuando queramos darnos cuenta, formando el hábito y dando el ejemplo, los libros van a ser parte de la vida de los chicos y de la cotidianeidad familiar.

Por Catalina María O’Reilly (@catadecuentos)