Por María Ducos

Todo empezó una noche de insomnio, cuando la pandemia nos hacía replantearnos cada paso de nuestra vida. Por esas horas tomó forma más concreta un sueño donde la decoración se abría paso para ser protagonista.

La postergación de una pasión, la maternidad reciente y una pandemia como marco contextual fueron los ingredientes del cocktail perfecto para dar un volantazo en su vida profesional. Después de ejercer como contadora en grandes empresas durante veinte años, y con la llegada de Julia, su primera hija, Jackie necesitaba cambiar el ritmo de sus días. Una noche de insomnio, dejó que la decoración, eso que tanto le entusiasmaba, la llevara a soñar con otros caminos, igual de válidos, llenos de emoción.

La decoración siempre fue parte de ella, y por eso todo ese ímpetu se materializó esa noche en lo que hoy es @beckhouse_. El gran objetivo detrás es ayudar a hacer realidad esas ideas y proyectos para que la casa y los espacios de tanta gente encuentren la personalidad y el estilo adecuados. Todo arrancó con una idea, pero sobre todo con una necesidad: estar más cerca de su hija y preparar el nido para la llegada de uno más a esta familia.

“Desde ese día y hasta hoy me puse al frente de la marca, pero siempre con el apoyo incondicional de mi familia que, desde el primer momento, fueron parte de este impensado proyecto. En el camino se fue sumando más gente que me ayudó con el diseño, el packaging, los pedidos, las redes, la logística y tanto más”, cuenta Jackie.

La cocina de un emprendimiento

Y así como se animó y dio el primer paso, desde entonces Beck no paró de crecer. Los pocos proveedores del principio -a los que a Jackie le gusta llamarlos artesanos- hoy se multiplicaron, y eso habla de expansión, de apuesta. Lo que más la enorgullece es saber que casi la totalidad de sus productos son hechos artesanalmente y por manos argentinas.

Los frascos son su producto estrella, pero la variedad que fue incorporando le trajo lindas respuestas por parte del público. Madera, mármol, fibras naturales y cerámica, algunos de los materiales que trabaja para hacer bandejas, platos, cuencos, floreros, alfombras, canastos, entre tantos más.




“Siempre creí que al tener un emprendimiento iba a trabajar menos. Pero definitivamente, cuando lo que crece es propio, se le pone más amor, más dedicación y también más horas”, nos cuenta. 


Todo tiene su recompensa

A un año del inicio de este proyecto, muchas cosas cambiaron y mejoraron pero las bases persisten. El contacto personalizado con cada uno de sus clientes no lo negocia porque de lo que se trata es de generar vínculos perdurables. Y esto, su trato amable, su dedicación al 100% con cada consulta recibida, fue lo que el público le devolvió: cariño, reconocimiento, confianza.

Una familia apoyando desde el inicio es todo lo que se necesita para empezar a pensar en un cambio de vida. Jackie lo tuvo y hoy lo agradece porque fueron muchos los que le dieron un empujoncito cuando recién arrancaba: influencers, amigos y, por supuesto, clientes. 

Los proyectos se agolpan pero nada mejor que saber disfrutar lo que se logró, de compartir el camino y de estar siempre abierta a nuevas ideas, atenta a nuevas oportunidades. 



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