Texto: Amelia y Eugenia de Estilo Vanderlust – @estilovanderlust

Nuestro viaje por Grecia no solo nos deleitó con sus increíbles monumentos y su fascinante historia. También fue un exquisito viaje a través de los sabores más variados. Allí, entre fuertes especias, aceitunas y frutos secos, no dejamos pasar por alto el conocidísimo Café Griego, o bien, el “elinikós”.

Este café forma parte de las bebidas ancestrales del país, que hacen a sus tradiciones y costumbres. Con el tiempo fue cayendo en desuso debido a la labor que implica su preparación. Esto hace que hoy sea aún más entretenido encontrar esos lugares típicos que lo preparen a la “vieja escuela”.

El tipo de café y utensilios no tienen gran diferencia con los utilizados en el café árabe o turco —quien haya estado allí sabe de qué hablamos—, pero el ritual de preparación que acompaña su consumo lo hace único, así como ocurre con la famosa ceremonia del té chino o japonés.

Lo habitual es tomarlo sentado y relajado, nunca de pie. Además, todo “buen tomador” de esta clase de café, sabe que no se filtra. Por eso solo se bebe hasta antes de encontrar su borra.

Hora de degustar

En una mañana bastante fría pero soleada, cuando terminamos de recorrer los monasterios de Meteora, para seguir adentrándonos en la cultura griega decidimos parar en un “kafenio” —tienda de café—, llamada Mikel, en plena plaza principal, con vista a la ciudad y a las montañas de Kalambaka. Ya era hora de dejar de lado nuestra degustación de cervezas y saborear un caliente Greek Coffee.

¿En qué consiste la preparación?

Se necesita café extra molido, una jarrita o recipiente conocido como “briki”, que se llena con agua caliente y se le agrega el café, una pequeña estufa a gas para mantener el calor de la mezcla —siempre a fuego lento—, y por supuesto, azúcar en terrón.

Llegará el mozo con todos sus elementos y comenzará con el ritual, mientras te invade el olor profundo a café recién hecho. Al poner el briki en el calentador, el café comenzará a formar una leve espuma, el mozo lo retirará del fuego hasta que las burbujas desaparezcan y lo volverá a colocar en el calentador. En ese instante aparecerá una segunda espuma, el kaimaki, la cual indica que es momento de degustar.

Nada mejor que acompañarlo con algún dulce griego como las kourabiedes, galletitas de harina de almendra y azúcar impalpable.


La espera como parte del disfrute

Se puede decir que la espera y observar el paso a paso valió la pena. Fue un momento en donde los cinco sentidos se pusieron en sintonía: la vista con las imponentes montañas de la ciudad; el oído con el silencio que imperaba en la mañana; el olfato y el gusto abocados al café; y el tacto al percibir con nuestras manos. El cuerpo entraba en calor con los pequeños sorbos de esta extravagante infusión.

¡Nada mejor que deleitar tus cinco sentidos al viajar!

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