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Son muchos los chicos que sufren maltratos por sus compañeros de colegio. Si bien la edad promedio es entre los seis y los nueve años, el acoso se extiende durante toda la etapa escolar y sus efectos pueden durar toda la vida.

Texto: María Ducós

En Finlandia la educación es una cuestión de estado, casi sagrada. Los finlandeses comprenden que sin ciudadanos instruidos, es imposible el desarrollo de un país en todas sus dimensiones. En esta línea, el gobierno destina millones de dólares para que todos sus niños terminen el colegio de la mejor manera posible, preocupándose no sólo por los estándares de calidad de la misma, sino también previniendo cualquier tipo de violencia en las aulas que implique un posterior trauma para los afectados.

Por eso se ha desarrollado el método KiVa (juego de palabras que quiere decir “amable”, “agradable”, “buenísimo”) contra el bullying que demostró un efectivo impacto reduciendo significativamente el acoso y disminuyendo las represalias. Además, logró instaurar en los alumnos una mejor apreciación de la escuela, aumentando la motivación académica y el rendimiento escolar y, por el contrario, evidenciando una disminución en la ansiedad y en la depresión.

Hace pocas semanas, Tiina Mäkelä, investigadora y directora del programa KiVa visitó nuestro país de la mano de la editorial Logos y brindó tres conferencias sobre cómo prevenir el acoso en los colegios. En su interesante exposición, comenzó narrando la regla básica: enseñarle a los niños que todos somos diferentes. Unos son rubios, otros morochos, unos altos, otros más petisos. Las diferencias pueden convivir pacíficamente dentro del aula. Esta es la primera consigna de los educadores.

¿Qué es el bullying?

Para atacarlo, primero es importante comprender qué es bullying y qué no lo es. Se llama bullying a la agresión sistemática, repetida e intencional hacia una persona que tiene dificultad para defenderse. Se diferencia de los conflictos entre dos iguales y se puede presentar en diversas formas: verbal, social, físico, material, social, electrónico. Es un abuso de poder, donde se puede llegar a casos extremos con tal de conseguir más estima o más dominio. Se calcula que el 10% de los niños de todo el mundo son víctimas de un acoso reiterado.

El bullying está en todas las sociedades y en todos los colegios. Los niños no hablan de esto con los adultos y así es difícil detectarlo con suficiente anticipación. De ahí la urgencia por la prevención. Este comportamiento tiene una responsabilidad compartida con el grupo entero. Mientras, en promedio, el 12% del aula es víctima de este acoso, hay un 8% que son bullies (los que inician y promulgan el acoso), un 20% de reforzadores y un 24% de externos (los que no se comprometen con ninguna causa pero que no hacen nada para evitarlo). Esto hace que la víctima esté siempre muy desamparada y llegue a creer que el problema es suyo y no pide ayuda.

¿Cómo combatirlo?

El programa KiVa se desarrolló en la Universidad de Turku, en Finlandia, con financiación del Ministerio de Educación y Cultura y su misión es prevenir y enfrentar el acoso en los colegios, influyendo en el comportamiento de todo el grupo para reducir la aceptación del acosador y su motivación para acosar. Además, se trabaja para disminuir la culpabilidad de las víctimas y asegurarles que desde el colegio siempre serás escuchadas y ayudadas. Por último, se requiere un seguimiento de casos a nivel escolar para cerciorarse de que el problema esté o no disminuyendo.

Los principales componente de este programa se dividen en tres fases:

La eficacia de este programa se comprueba con estos números: en el 79,4% de los casos, el bullying se frenó completamente; en el 18,5%, se logró una disminución de los ataques; y sólo en el 1,9% de los mismos la agresión continuó sin cambios. Este último porcentaje nos da la pauta de que no hay soluciones mágicas y que, si bien el método KiVa es una gran opción para combatir estas agresiones, si no funciona se deberá buscar ayuda con otros profesionales.

Un dato muy cierto es que la efectividad del método no verá su luz si los padres no colaboran. El programa KiVa cuenta con el apoyo de ellos. Además, KiVa no pretende ser un proyecto de un año, sino una labor permanente de la escuela frente al acoso, y descubrir el problema a tiempo puede ser el ahorro de años de terapia y sufrimiento.

 

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