Texto: María Laura Vidal Bazterrica – @itasflowersFotos: Maggie Lennon – @magglennon

Al diseñar nuestros jardines, el césped de la primera hora suele crecer exitosamente. Pero luego, con el uso y abuso que hacemos del mismo comienzan a aparecer zonas, manchones, superficies grandes y raleadas donde éste no funciona por diferentes razones. Muchas veces es a causa de diseñar un jardín que al principio tenía presencia de sol durante casi todo el día, pero después con el crecimiento de nuestras especies o las del vecino, las topografías empiezan a cambiar y nos encontramos con un gran problema. Otra razón que afecta el crecimiento del pasto son los árboles, tanto los nuestros como los del barrio y los del entorno que se han desarrollado con el tiempo y el grueso follaje no deja pasar la luz del sol, impidiendo el crecimiento del césped. Por todas estas razones, vale la pena diseñar espacios con las múltiples ventajas de los cubresuelos que acompañan senderos, canteros, escalones o barrancas.

Los cubresuelos son especies vegetales perennes de bajo mantenimiento. Se pueden colocar al sol, a la sombra y a media sombra. Con ellos podemos dibujar las líneas curvas o contra curvas de un cantero por ejemplo, dar movimiento al jardín y crear zonas de diferentes colores y perfumes. Tienen el arte de ocultar en forma completa o parcial una superficie de modo que aparente ser otra en jardines grandes o pequeños.

La hiedra (hedera mínima) es una enredadera leñosa que se usa como trepadora y cubresuelo. Es de follaje verde, con hojas pequeñas que parecen de juguete. Es ideal para la sombra y un suelo bien húmedo y drenado. Tolera muy bien el frío. Existen muchas especies y variedades, veamos:

  • Inglesa: se la utiliza mucho para cerco, y como cubresuelo es ideal para adornar grandes superficies. Durante los dos primeros años su crecimiento es lento, pero luego se convierte en invasora. Las hay disciplinadas con hojas color verde y crema, verde y amarillo, y té. Estas últimas necesitan generalmente un poco de sol (Hiedra variegada, hiedra áurea, etc.).
  • Salvia procurrens: especie autóctona rizomatosa (con tallos subterráneos) o estolonífera (con brotes laterales en la base del tallo), muy invasora, de hojas opuestas grandes, de color verde, aovadas y que no supera los 40 cm. En primavera, se eleva una vara pequeña de flor celeste por arriba de las hojas que atrae colibríes. Sol y sombra. Ideal para grandes extensiones y debajo de los árboles. Se reproduce en primavera y en otoño.
  • Polygonum capitatum: cubresuelo muy llamativo por sus hojas verdes con tintes rosados y flores pequeñas también rosadas. Le gusta el sol y la media sombra. Es invasora y en la sombra sus hojas se alargan para poder realizar la fotosíntesis. Combinadas con lirios germánicos al tono quedan muy elegantes.
  • Pasto inglés: herbácea perenne con raíces estoloníferas. Sus flores al final del verano son blancas, violáceas o rosadas y tiene frutos negros azulados con hojas en verde oscuro. Su porte es bajo y no supera los 80 cm. Tiene forma de mata compacta, parecida a una peluca, y su mantenimiento es sencillo. Ideal para marcar el final de canteros. Funciona muy bien en sombra y media sombra y no le gusta el exceso de agua  ni el encharcamiento.
  • Nigrescens: especie llamativa de follaje oscuro tirando a bordó y negro. Combinarla con hojas verde claro, amarillas o disciplinadas como por ejemplo el lamium, que es de crecimiento rápido, con hojas de un tinte gris plateado. Es invasora y prefiere la sombra, es muy rústica y adaptable a cualquier situación. En primavera y verano produce una flor amarilla sencilla y llamativa. Hay que tener cuidado con el agua: poca cantidad y nada de encharcamiento porque es propensa al hongo.
  • Erigeron mucronatum: herbácea perenne, ideal para acompañar escalones y contener el movimiento del suelo. Sus flores, pequeñas y de color blanco, se van tornando rosadas como las margaritas. Florecen desde la primavera hasta el otoño, son de fácil mantenimiento, y necesita sol y suelos bien drenados.
  • Bulbines caulescens: hojas basales como las suculentas, llega hasta los 25 cm de altura. En primavera y en otoño, su flor es de color amarillo, o amarillo y naranja. Necesita sol, media sombra y sombra total. De muy fácil mantenimiento, necesita poca agua y se reproduce en forma invasora estando en suelo. Por eso es necesaria dividirla cada dos años en otoño y combinarla con hemerocalliz y agapanthus.
  • Senecio mikanioides: de hojas verdes triangulares, con cinco o siete lóbulos y flores amarillas en ramillete, necesita de suelo fértil. Es muy invasora y de fácil reproducción por gajos en primavera y otoño.
  • Gedechone: planta con rizoma y estolones, con flores violáceas en las axilas y hojas redondas disciplinadas, ideal para combinar con blanco. No supera los 15 cm de alto y se multiplica desde el otoño hasta la primavera con estolones. Cubre rápido cualquier superficie de sol y media sombra.
  • Sedum áurea: hojas amarillas brillantes, con flor también amarilla en verano, crece rápidamente, tolera heladas, necesita de poca agua y sol pleno. Ideal para cubrir grandes superficies y combinar en el diseño con un dibujo junto a especies de follaje bordó, como las agujas reptans o verde grisáceo, como la stachys lanata. Ideal para contener lomas.
  • Vincas minor: es una especie botánica con hojas verdes y flores pequeñas en lila celeste que florecen en primavera y en otoño. Este cubresuelo es muy interesante en su época de floración, ya que da mucha luz en las zonas de media sombra. Ideal para combinarla bajo la sombra de los árboles. Necesita una poda drástica cada dos años: una en invierno y otra a fin del verano. Luego de la poda, fertilizar con potasio y fósforo.
  • Plectranthus verii: ideal para sombra y media sombra. Fácil de reconocer porque el envés de su follaje es morado y florece mucho en verano y otoño. Cubre grandes superficies, es fácil de multiplicar por gajos o esquejes en otoño y en primavera.

Existen muchísimas especies que podemos utilizar de cubresuelos como las trepadoras. Por ejemplo, a los jazmines de leche los podemos plantar acostados y los sujetamos con horquillas. Comenzarán a desarrollarse sobre la tierra y se deslizarán normalmente y sin dificultades. El farolito amarillo (abutilon mesopotámico) es una trepadora que se desarrolla muy bien a la sombra trabajándola de esta misma manera.

Si buscamos en una escala más alta, tenemos por ejemplo al pasto inglés, las wedelias y plectranthus. Cuando necesitamos contención en lomas, taludes o barrancas utilizamos especies que se fijen a la tierra como cubresuelos con otras dimensiones como la cotoneaster nana, coníferas rastreras, etc. Hay que tener en cuenta que necesitan por los menos una poda drástica una vez al año, convenientemente después de su floración. Así las mantendremos fuertes, vigorosas y sanas. Fertilizar con humus, fósforo y potasio por lo menos dos veces al año.

Todos los cubresuelos deben ser controlados desde su crecimiento si los plantamos con otra especie, ya que generalmente son muy invasores y terminan ahogando a otras plantas. Solo podremos dejarlas que sean muy salvajes si no tienen otras especies alrededor.