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Texto: Eduardo Cazenave

Llegan las vacaciones, ese momento que los hombres tanto ansiamos para descansar. Y de repente nos enfrentamos a hijos con necesidades, con ganas de jugar. ¿Cómo entretejemos los distintos momentos de las vacaciones familiares?

Descansar, poder frenar la locura de la rutina diaria, parar la pelota, disfrutar del tiempo libre, liberarse del estrés del tránsito, de la oficina y de las obligaciones. Eso es lo que buscamos los hombres cuando planeamos nuestras vacaciones: tener tiempo para nosotros mismos. Que el mayor estrés sea decidir si me tiro panza arriba en este lugar o en aquel otro por si se levanta viento, si acepto esa invitación a jugar al golf o mejor duermo hasta tarde, si hago asado o pedimos pizza. Tiempo para uno, y tiempo para la familia. Entonces empieza otro tema: “Papá, ¿me llevás?”; “Pa, ¿hacemos un pozo?”; “¿Jugamos un cabeza?” Y así una y otra vez. Entonces nos inundan pensamientos confusos: ¿qué quedó de nuestro descanso? Todo el año trabajando para poder pagar estas vacaciones y no se dan cuenta de que necesito renovar energías para que la rueda siga funcionando. Los hijos y las vacaciones. Éste es el tema que como padres nos genera conflictos y deseos cruzados. Me animo entonces a intentar desatar este nudo de a poco con ideas que al menos a mí me han ayudado.

La culpa
Dejala en tu casa, no la lleves de vacaciones. Es normal tener estos pensamientos que de a ratos se contradicen. Por supuesto que tenemos derecho a descansar, y es lógico que a veces las demandas de nuestros hijos, distintas acorde a sus edades, nos agoten. Vivilas sin culpa, ya que no somos malos padres por sentir esto de a ratos. Somos hombres normales, aprendiendo a ser hombres, aprendiendo a ser padres.

El tiempo es amor
Que los hijos quieran estar con nosotros, jugar, que los llevemos a lo de sus amigos, que los acompañemos, que les compremos cosas es el modo natural de pedirnos tiempo y dedicación. Significa que nos quieren, que somos importantes para ellos, que disfrutan de nuestra compañía. ¡Disfrutalo! ¡Dejate enterrar en ese pozo! Llevalo cada vez que puedas a lo de ese amigo; buscala aunque sea a las cuatro de la mañana y no te hable en el camino. Miralos a los ojos. Aprendé a ver en esa sonrisa un amor único, que se muestra como a cada uno le sale y que es nuestra tarea decodificarla, y mostrar siempre nuestro amor incondicional.

Equilibrio
Acá está el secreto. El que lo haya encontrado, será feliz. Papá sí, esclavo no. Está bien que a veces los chicos tengan que esperar un rato si quieren algo, que un día los busque el padre de algún amigo, que respeten el espacio de descanso. Ni nunca, ni siempre. Equilibrio significa armonía, y ahí está la base de la felicidad y de la educación. No sé cómo se logra, pero sé que depende de mí mismo y de nadie más. Yo soy el padre de mis hijos y yo soy quien debe buscar y encontrar esa paz.

¿Vacaciones de qué?
Nuestros hijos son algo más que una obligación o un trabajo. Son una responsabilidad de amor full life. No hay descanso de la paternidad. El problema es cuando vemos a la paternidad como tarea, como yugo, como imposición, y no como bendición, regalo, vidas que trajimos al mundo y que nos llenan el corazón cada minuto. Las madres, en general, lo viven así. Son más emocionales y no dudan en dejar todo por sus hijos. A los hombres, a veces, nos cuesta más. Somos más racionales, y la razón y el corazón no siempre se conectan. Los hijos no son un trabajo, lo que no quiere decir que no nos den trabajo. Los hijos no son un problema a resolver, lo que no significa que no nos den problemas. Los hijos no son una carga, aún cuando a veces haya que cargarlos. Los hijos no son una responsabilidad de la que podamos tomarnos vacaciones.

Mi conclusión
Cuando nos vamos de vacaciones con nuestros hijos, ellos son parte fundamental de las mismas. Tenemos que tener en claro que nuestro descanso es del trabajo, no de ellos. Es un tiempo especial para reencontrarnos, dedicarles el tiempo que no tenemos durante el año laboral. Caminar, jugar, llevarlos, traerlos, comer juntos son parte fundamental e indispensable de este tiempo. Durante el año, alguna escapada en pareja o con amigos, sin hijos, es sano y aconsejable. Pero las vacaciones en familia no son vacaciones reales si no hay familia.

Dejate querer
Este verano, cuando escuches “Pa, ¿me llevás?”; “¿Me acompañás?”; “¿Nos metemos al agua?”, aun si interrumpen tu siesta, ponete contento. Significa que tus hijos te aman, y eso es señal de que estás en el camino de ser un buen padre.

Más información:
Eduardo Cazenave (Filósofo) – Rector General del Colegio San Juan el Precursor y profesional en Fundación Padres.

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