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Como en esa primera oportunidad cuando gracias a una foto subida en Instagram, nuestra querida Fundación Oficios recibió la grandiosa ayuda de las máquinas de coser Brother, hoy abrimos las puertas para seguir sumando esfuerzos.

Texto: María Ducós ¦ Fotos: Rosario Lanusse


En 2013, desde Fundación Oficios -fundación que Eidico creó para enseñar oficios y capacitar a las personas- empezamos el diálogo con Rapsodia, nuestra lámpara de Aladino que vislumbramos en un curso de confección en el centro CONIN de Rincón de Milberg. Con gran generosidad, se entusiasmaron con la idea de replicar ese modelo en Benavídez, y en agosto de 2015 se abrió la inscripción para el primer taller de confección en la sede de Fundación Oficios. “Este taller fue mágico. En una hora se anotaron cien personas cuando teníamos solamente diez máquinas”, cuenta Inés Repetto, responsable de Desarrollo Institucional de la fundación y figura clave en cada paso firme que fue dando esta ONG.

Dieciocho mil kilómetros, un océano inmenso y bastantes husos horarios son los que separan a la Argentina de Japón. Pero eso no fue impedimento para que Pao, de Kokoro (@kokoro_origamiyetc) y dueña de un pequeño mundo de origami, descubriera, navegando por las redes, una foto del taller de confección de la Fundación Oficios en la que aparecía tímidamente una máquina de coser de Brother, la empresa japonesa donde su amiga Silvina es gerente de Ventas, y que transmitía perfectamente ese compromiso y sacrificio tan auténticos. Inmediatamente, al acordarse de ella, se la mandó sin imaginar el impacto que causaría esa acción, porque de una simple foto surgió la donación de máquinas de coser para nuestra fundación. Una cadena desinteresada de buenas iniciativas.

La anécdota de esta foto, que finalmente dio la vuelta al mundo a través de Instagram, nos hizo reflexionar sobre la importancia de las redes sociales y su gran utilidad para encontrar gente que quiere ayudar pero que no sabe cómo. Así fue que Oficios convocó a varias instagrameras a sumarse a la causa. Cientos de manos desinteresadas postearon y repostearon la labor de la fundación. Todo concluyó en un desayuno delicioso y en un lindísimo encuentro cara a cara. El gran motivo fue dar a conocer la gran misión que tiene esta ONG con la sociedad: enseñar oficios gratuitamente a adultos para reinsertarlos en el mercado laboral formal.

Despertando la generosidad

Los tablones de madera estaban disfrazados con un impecable mantel y llenos de delicias que parecían sacadas de contexto. La creatividad y generosidad de Marina Maiztegui (más conocida como @soloparami) transformó el tinglado que forma el aula de instalaciones eléctricas en una gran recepción para el evento. Ine Paéz, de Celícala, y Maru Botana colaboraron para que no faltara ningún sabor. Por supuesto, también nos acompañaron representantes de Rapsodia y de Brother, ángeles de la guarda, que desde 2013 y 2015 son sostenes incondicionales de nuestro curso de corte y confección.

El pasaporte de entrada al desayuno fue el aporte de retazos de telas que se colocaban en una carretilla que poco a poco se fue llenando hasta rebasar. Con los hashtags #retazosparaoficios y #oficioswinterbreakfast, la convocación por Instagram fue un éxito total con el que se logró cubrir la demanda anual de insumos de los cursos de confección. ¡El poder de la solidaridad es increíble! Fue la campaña más exitosa de Oficios.

Con unas palabras muy acertadas, Inés Repetto sintetizó la causa que nos convocaba: darnos cuenta del enorme bien al que puede llegar esta ONG si entre todos colaboramos para que se difunda más y más, y así llegar a consolidar tres cambios radicales: llegar a aquellas personas con ganas de aprender un oficio que les devuelva la dignidad del trabajo; relacionar los seguidores de las instagrameras con los alumnos y alumnas y que les puedan ofrecer trabajo; y que la misma difusión colabore en la obtención de más recursos e insumos para los distintos cursos.

A once años de concretar un sueño

En septiembre de este año la Fundación Oficios cumple once años siendo educadora y constructora de sueños. Son miles las personas que volvieron a confiar en sí mismas porque se dieron cuenta del valor incalculable que tiene saber un oficio. Electricidad, soldadura, gas, carpintería y confección son algunos de los cursos que imparte esta fundación, que tiene la misión de favorecer la inclusión socio-laboral de los sectores de menores recursos.

Cuando decimos que nuestra inclusión es socio-laboral nos referimos a que en nuestros cursos apuntamos a impartir conocimientos, pero también a transformar las aulas en un espacio donde los alumnos puedan venir a hacerse amigos, a entablar relaciones con sus profesores y donde, después de un mate y tortas fritas, puedan contar sus problemas y sentirse escuchados y valorados.

Desde Eidico, la Fundación Oficios es nuestro niño más mimado. Somos conscientes del enorme cambio que se está gestando dentro de estas aulas y soñamos con transformar nuestro país. Para eso, necesitamos de la colaboración de todos los actores en esta gran cadena: difusores, donantes de materiales y de tiempo. ¡Ayudanos a ayudar!

El esquema de la Fundación Oficios se replicó en Rincón de Milberg, en Derqui, en la ciudad de Rojas, provincia de Buenos Aires, y en las unidades 46 y 48 del Penal de San Martín.

 

 

 

 

 

 

 

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