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El esmoquin, llamado por estos lados tuxedo, la gelatina y la ensalada Waldorf son algunos de los inventos que nacieron en Nueva York. Esta última ha sido creada por el maître del hotel Waldorf Astoria, ubicado hoy sobre la elegante Park Avenue en Midtown.

Detrás del Waldorf Astoria hay miles de relatos. En este hotel tan emblemático se hospedaron casi todos los presidentes de Estados Unidos, infinidad de celebridades y estrellas de cine del mundo entero, así como gangsters. Una puerta giratoria por la cual en diferentes épocas  ingresaron personalidades como Marilyn Monroe y Britney Spears, podría contar infinidad de historias sobre los años dorados y actuales de esta ciudad.

El Waldorf Astoria es otro de los íconos neoyorquinos. Tener en casa algún objeto como prueba de la estadía en semejante hotel y alardear frente a invitados era a lo que muchos aspiraban en otros tiempos.

Debido a esto, hace solo un par de años el hotel decidió dar una especie de amnistía a los ladrones pidiendo que se devolvieran en forma anónima tantos objetos robados con el fin de crear un museo. Así fue como llegaron muchísimas cucharitas de café, abridores de botellas, teteras de plata y bandejas de hace casi cien años, los cuales fueron devueltos en su mayoría por nietos arrepentidos.

Dicen que  algún empleado de mantenimiento se llevó la mampara del baño de la suite que siempre ocupaban Frank Sinatra y su mujer, y en cuyo vidrio estaban grabadas sus iniciales. Las esperanzas de recuperarla aún no se han perdido.

El Waldorf Astoria no nació sobre Park Avenue sino en la calle 34, en el lugar en el que actualmente se encuentra el Empire State Building. El Waldorf fue construido en el año 1893, y cuatro años más tarde, al lado de éste, el Astoria.  Los dos hoteles estaban comunicados por un largo paseo por el que a los huéspedes les gustaba mostrarse. Haber llegado a ocupar una habitación de alguno de los dos era tener la posibilidad de codearse con la elite neoyorquina. Ambos hoteles pertenecían a dos de los integrantes de la familia Astor, que era la más rica y poderosa de aquella época.

En los años 30, los dos hoteles fueron derribados y vueltos a construir ya como uno solo sobre la avenida Park, entre las calles 50 y 51.

Existe una leyenda que cuenta que en una noche de tormenta, un hombre y su mujer entraron empapados a la recepción de un hotel en la ciudad de Filadelfia. Buscando una habitación en donde quedarse a esperar que pasara el temporal, se acercaron al conserje. Éste les explicó que había una convención en la ciudad y que  todos los hoteles estarían repletos. La pareja no sólo no tenía cuarto disponible sino que no podría conseguir uno en ningún otro lugar. El empleado, entendiendo su situación, les ofreció su propia habitación diciendo que se quedaría durmiendo en el sillón de la oficina.

A la mañana siguiente, al pagar su factura, el señor y su mujer le dijeron al empleado del hotel que deseaban algún día poder devolverle tanta amabilidad. El matrimonio se despidió y volvió a Nueva York.

Cuenta también  la leyenda que unos años más tarde, a este conserje le llegó una carta de la pareja junto a un pasaje a Nueva York. Lo invitaban a la ciudad para devolverle su gesto. Sin saber lo que le esperaba, decidió aprovechar la oportunidad  y se subió a un tren rumbo a Manhattan.

Ya en la ciudad, se encontró con aquel hombre quien lo llevo a una esquina y, mostrándole un gran hotel, le dijo “Construí este hotel para que alguien como usted sea su gerente general”. Dicen que William Waldorf Astor contrato así a quien sería su mano derecha. Aquella noche de lluvia, con su gesto tan generoso, este conserje, sin saberlo, estaba cambiando para siempre su propia historia.

Nadie sabe con seguridad cuánto tiene de cierta esta leyenda, pero quienes aseguran que fue verdad también dicen que George fue el alma del Waldorf Astoria.

¡Los espero el mes que viene con más Postales!

Vicky,
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