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Fundación Oficios vio la luz gracias al apoyo desinteresado de tantas personas que pusieron el hombro a lo largo de los años para que hoy la cifra de egresados se acerque a los casi 6000 alumnos. En homenaje, hacemos zoom para conocer a Agos Falduti, una de las muchas historias inspiradoras. 

Tiempo, plata, conocimientos, experiencia, entusiasmo. Lo que donan los voluntarios por una causa noble es algo difícil de dimensionar. Nunca se sabe con certeza cuánto bien se hace al poner un poco de lo que somos al servicio de los demás. El 5 de diciembre es su día, y no queríamos dejar de agradecer que haya tantas manos dispuestas para sacar adelante la Fundación Oficios de la mano de Eidico. Hoy queremos contar la historia de Agos Falduti (@agosf), la cara detrás del curso de “Herramientas y comunicación para Emprendedores” que ella misma propuso para los exalumnos.

Todo empezó cuando llegó a sus oídos el comentario de que en la fundación estaban buscando fotógrafos voluntarios. Sin perder el tiempo, mandó un mail y se postuló. Ese fue su primer contacto con Oficios. Como en una ONG, las manos generosas siempre son más que bienvenidas, a los pocos días estaba retratando lo que pasaba puertas adentro del taller de costura.

La escena era por demás fotogénica: mujeres de todas las edades entre máquinas de coser, géneros, tijeras y risas. Pura emoción para su ojo entrenado en encontrar la belleza en cualquier lugar. “Yo acá me quedo”, recuerda que pensó mientras estaba detrás del lente. En ese lugar se respiraba un aire de querer superarse y de que, con perseverancia todo era posible, y eso la cautivó.

Un poco más tarde, esa corazonada se hacía realidad al dirigir uno de los cursos que coronan los años de formación. Apuntado a egresados que ya aprendieron un oficio y tienen que salir al mundo a darse a conocer y vender su trabajo, sus ganas de ayudar se concretaban en una linda misión. Y su primera clase fue de vuelta en el taller de costura, un guiño de la vida y una confirmación de que estaba donde debía estar. 

Con la idea de desarrollar esas habilidades que se requieren para poder emprender con un oficio, Agos, Licenciada en Comunicación y Fotógrafa, está convencida de que todos, que fuimos creados, también somos capaces de crear. A veces solo nos falta un poco de entusiasmo y autoestima para empezar. Y con ese propósito, en este espacio se comparten miedos y alegrías, preocupaciones y proyectos, y se traen a la mesa esas barreras que nosotros mismos nos imponemos con el objetivo de derribarlas y ganar confianza.

En red por Oficios

Para hacer este proyecto posible, Agos se valió de varias manos generosas como ella que fueron voluntariamente a compartir sus experiencias. El programa, entonces, es una construcción colectiva de mucho profesionales y emprendedores. Y si hay que dar un gracias especial es a Lu Ríos Pita (@luriospitafotografia), fotógráfa, y Francisco Jorge (@franjorge1000), arquitecto y coach, que fueron protagonistas indispensables para que esto se haga realidad. 

Hoy el curso se divide en tres módulos: negocios, comunicación y desarrollo personal. Los alumnos son hombres y mujeres de todas las edades, egresados de diferentes oficios como electricidad, sanitarios, costura, herrería. “Son capaces, receptivos y muy valientes. Cada ejercicio lo encaran con entusiasmo y apertura. No puedo hablar de ellos sin emocionarme. Los admiro y es tanto lo que me enseñaron este año que me suena rarísimo cuando me llaman profe a mi”, nos cuenta Agos. 

Otra de las grandes acciones que hacen una vez al mes es la sesión de #retratoscopados, una jornada donde sacan retratos profesionales y de perfil para que los emprendedores puedan salir al mundo laboral con una mejor imagen.

Agos, puertas adentro

Hace ya varios años que Agos decidió dejar el mundo corporativo para lanzarse al emprendedurismo. Ella fue la primera de la clase que lidera que vivió en carne propia lo que significa salir a vender nuestro trabajo y nuestros talentos. Se juegan miedos e inseguridades, pero sabe que si nos animamos el crecimiento es enorme. Divide su tiempo entre la fotografía y la comunicación, una dupla interesantísima, y asegura que su trabajo es siempre diverso y el desafío, constante. Además, se hace un hueco para bailar, leer, aprender guitarra. 

“La fundación me recibió con los brazos abiertos cuando propuse ayudar a egresados a transitar este camino. Me emociona mucho ver lo que significa poder ayudar y la cantidad de gente que está dispuesta a hacerlo. ¿Qué pasaría si todos, al menos un rato a la semana o al mes, donamos nuestro tiempo? Cambiaría el mundo sí o sí”, termina Agos.

Es inmenso lo que hacen nuestros voluntarios para que este sueño se haga realidad día a día. Trabajar unidos por un objetivo tan noble no tiene precio y se nos infla el pecho cuando vemos que esta fundación crece, y cada vez son más los que deciden con esfuerzo empezar a torcer el rumbo de la historia. Gracias Agos y los muchísimos corazones que, sin importar las circunstancias, nos apoyaron durante este 2019. ¡Salud!

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