Una lindísima iniciativa que busca que Azul se convierta en la puerta de entrada a la Ruta de la lavanda en la provincia de Buenos Aires, y ser un espacio de encuentro e inspiración de emprendedores que ven en la lavanda un gran producto a explotar. 

Para Ximena Bengolea un viaje a Francia acompañando a su hija fue el inicio de un sueño propio. Allí se le abrieron los ojos y el corazón se ensanchó un poquito más al comprobar que podía unir sus dos pasiones para darle rienda suelta a un proyecto mágico. Relacionista pública de profesión y amante de la jardinería, creó @elclubdelalavanda como una síntesis entre el arte de conectar personas con un hobby, y por el que supo redescubrir y mirar desde otra perspectiva a Azul, la ciudad donde vive. 

El Club de la Lavanda reúne a los amantes de esta especie para compartir consejos, experiencias e ideas para seguir cultivando y aprovechando su potencial. Busca ser una red de inspiración y motivación para todos aquellos que quieran desarrollar un emprendimiento con la lavanda como estandarte. 

Empezar por el principio

Al comenzar este desafío, el primer paso fue investigar y explorar todo lo relacionado con este nuevo mundo: en qué lugares de nuestro país se cultiva, quienes la cultivan, cómo, en qué época del año. Para su asombro, en su misma ciudad había tres plantaciones, dos rurales y una urbana. También fueron a conocer un campo de lavandas en Tandil y la estancia El Pantanoso en Sierra de la Ventana, que fue uno de los pioneros del país. Balcarce, Tres Arroyos, Ayacucho, Cabildo, Trenque Lauquen, Olavarría. El mapa era alucinante, y si el circuito comenzaba en Buenos Aires, Azul se convertía en la puerta de entrada a la ruta de la lavanda. Primer gran descubrimiento.

Economía regional disruptiva

Ximena quería hacer las cosas lo mejor posible y que su proyecto tenga un gran atractivo, por eso la prolijidad en cada avance. Se contactó con Alicia Lapenta y Alicia Kahn, dos conocedoras y precursoras del armado de rutas turísticas, quienes le sugirieron infundir raíces a su plan de acción que potenciaran a Azul como origen. De ahí surgió la idea de vincular el emprendimiento con la inmigración francesa e inglesa de su partido. 

Como primera misión de este sueño que empezaba a hacerse realidad, Ximena buscaba observar su lugar, su ciudad, para encontrar puntos que se puedan embellecer con lavandas. El otro gran propósito fue empoderar a otros, conectar gente para que surjan nuevos proyectos relacionados con este cultivo. Y hoy está convencida de que es posible generar una alternativa que se convierta en una economía regional innovadora y en marca registrada de la zona.

Con la posibilidad de cultivarla de manera totalmente natural, la lavanda es versátil y la cantidad de usos que se le puede dar es enorme. “Podemos generar productos de lavanda, con lavanda, de color lavanda, con el aroma de la lavanda, con las imágenes de lavanda, con sabor a lavanda. Me genera mucha emoción y ansiedad”, nos relata Ximena. A esto también se le suma el condimento turístico que puede potenciar un pueblo o una región entera. 

Ventana al mundo

Una de las misiones de El Club de la Lavanda es ayudar y potenciar aquellos emprendimientos relacionados con esta especie. Para eso, durante la cuarentena se hicieron varios talleres online impartidos por diferentes precursores del tema, y hasta se organizó un congreso virtual con charlas con diferentes agricultores del país y del mundo. Y así, el sueño de concretar la red nacional toma vuelo al compartir conocimiento, trabajo, ideas, proveedores y sumar en el armado del mapa de la lavanda en la Argentina. 

Empezando por Azul, a través de distintos #challenges se logró llenar el Cristo de lavandas, que muchos vecinos planten lavandas en sus frentes y que la entrada a la ciudad reciba a todos con lavandas en sus rotondas. También las lavandas llegaron al ámbito educativo de la mano de Don Quijote y, como Azul es la ciudad con la más grande colección de ediciones de este clásico, la idea fue que los mismos personajes del libro enseñen a los chicos sobre huerta, aromáticas y plantas preferidas.

El entusiasmo, la adrenalina y la generosidad con la que trabaja Ximena junto a tantos emprendedores que se suman al club contagia perseverancia y pasión, y este servicio en red cada vez empodera a más proyectos. También Ximena se unió al Centro Empresario de Azul para poner manos a la obra y preparar la ciudad para el turismo post-pandemia, como también se consiguió presentar el proyecto en el Concejo Deliberante para que se declare de interés comunitario.

Ser parte de la comunidad lavandera

El nuevo y gran paso que dio Ximena en la construcción de este espacio tan importante es el lanzamiento de la membresía oficial a El Club de la Lavanda. Para lograr un proyecto a largo plazo, se necesitan alianzas estratégicas y socios que apoyen la información de calidad, los contactos, la motivación y el entusiasmo. Se trata de tres planes con acceso a diferentes contenidos y propuestas para los que ven en la lavanda un enorme potencial. 

Este sueño de convertir a Azul en la puerta de entrada para la ruta de la lavanda y contribuir en el desarrollo económico en torno a esta especie a nivel nacional, ya suma muchísimos adeptos. Una gran posibilidad para marcar la diferencia también desde lo urbanístico, lo turístico y lo educativo.