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El ingreso a la vida escolar implica un cambio enorme para el niño. Pasa de ser el más grande del Jardín a ser el más chico del colegio. Se trata de un camino de motivación y acompañamiento donde la familia y el colegio tienen un rol protagónico.

Texto: María Catarineu – Ilustración: Nicolás Bolasini

En la cartuchera se preparan los útiles del aprendizaje. El lápiz negro y la goma ya están listos para delinear los primeros despliegues sobre el vasto camino de los renglones. La tijera, con sus cortes, abrirá el paso a la separación, el análisis de los contenidos, para desmenuzar el conocimiento. La goma de pegar será el vehículo de unión, de acopio, el instrumento de síntesis, que permitirá volver a integrar.

Con la simpleza de estos elementos y la complejidad de su saber, el niño dejará atrás los rincones conocidos: los bloques, la casita, las rondas con aroma a mate cocido, para abrir paso a una nueva etapa y asomarse a las desconocidas fronteras del “primer grado”.

Meses atrás era uno de los más grandes del Jardín. Ahora, al asomar su mirada por sobre las filas de la formación, da cuenta de su pequeñez. Allí, todo el espacio cobra una nueva dimensión. Las paredes se agrandan junto con las personas que lo rodean y el mástil de la bandera parece tocar las blancas nubes.

Imprescindibles: motivación y anticipación
¿Cómo será mi maestra? ¿Con quién me voy a sentar? ¿Cuánto tendré que aprender? ¿Qué juguete podré llevar? Muchos interrogantes comienzan a ocupar los pensamientos y las ilusiones del niño durante el último tiempo de su sala de cinco. Los temores de los padres no están ajenos; se despiertan también sus fantasías, miedos y expectativas. Para poder tomar lo nuevo es necesario poder imaginarlo, tocarlo y ofrecer aquellas instancias previas que colaboran para la futura experiencia. Aquí tienen un rol protagónico las dos instituciones principales que contienen al niño: la familia y el colegio. La oportunidad de conocer previamente el aula, de rozar con sus manos los bancos, de estornudar frente a la tiza del pizarrón, otorga una vivencia nítida donde se recrea lo posible. Lo desconocido comienza a delinearse. Saber el nombre de la maestra o conocerla le permitirá al niño ir gestando aquel vínculo. En ese recorrido de crecimiento todo huele distinto, los cuadernos, la mochila, el uniforme. Al identificarlos adquieren un rasgo propio. El niño los va haciendo suyos, los acomoda, los ordena. Por ello es primordial que pueda colaborar junto con sus padres y hermanos en el entramado de lo propio.

La vivencia del primero
La maestra de primer grado es quien abre las puertas al mundo escolar, a su grupo de pares y a los vaivenes del aprendizaje. Adquiere un rol primordial, ya que es ella la que colabora con la construcción de la identidad del alumno. En el inicio permanece lo suficientemente cerca, para luego alejarse gradualmente. Es un período decisivo desde lo social, ya que implica hacer cosas junto con los demás. Se va gestando el sentido de responsabilidad a través de tareas específicas tanto en la escuela como en el hogar. Comienza a clasificar y a ordenar el mundo.

En este sentido, la confección casera de un calendario con los días de la semana le facilita conocer sus horarios, sus tareas y sus días de almuerzo en el cole. Este pantallazo de su vida le otorga un mayor grado de autonomía.

A lo largo de esta etapa advienen mayores exigencias y desafíos. ¿Y cuál es entonces el espacio necesario para poder desplegar toda su novedosa realidad? El espacio de juego. Es allí donde el niño puede procesar activamente sus deseos, comunicar sus dificultades y ponerse en el lugar del otro.

Camino al andar
La niñez escolar anuncia el último peldaño de la primera infancia y el inicio de un nuevo recorrido. Las palabras de motivación y los abrazos de confianza serán las luces que iluminen sus pisadas. Esta nueva etapa que aguarda será un camino de apropiación donde todo, hasta los duros zapatos, se irá amoldando a su debido tiempo.

Más información:
Lic. María Catarineu
Baby RAYUELA – “Un espacio vincular de juego para acompañar y potenciar el desarrollo saludable de tu bebé”
Centro Médico Lirios del Talar – (Bancalari)
(15) 5178 8250
rayuelatiempodejuego@gmail.com

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