Pulso, minuciosidad y mucho talento es lo primero que reconocemos al observar la obra de Valeria Sackmann (@valeriasackmann). Colores vivos o en tonos pasteles dibujan ramilletes de flores, mariposas y motivos infantiles para plasmarse en jarras, platos, tazas, fuentes, carteles de numeración, cuadros.

La cerámica y la porcelana acompañan a Valeria desde hace unos cuantos años. Su primer taller en Buenos Aires con su mejor amiga, Maggie de las Carreras, fue el inicio de una gran etapa: trabajar de lo que las apasionaba. ¡Qué buenas épocas!, recuerda. Vendían sus propias creaciones, exploraban nuevas técnicas y se divertían muchísimo. Con el tiempo, ambas se casaron y Valeria se instaló en Trenque Lauquen, donde vive hace 23 años. 

Retomó y le dio nueva vida a su arte cuando sus hijos todavía eran chiquitos. En el comedor de su casa empezó a dar clases y asegura que esto le abrió un nuevo mundo. El trato con la gente, ver progresar a cada alumna, poder compartir todo lo aprendido convirtió a su taller en un verdadero oasis. Además, en paralelo, siguió con las piezas por encargo que siempre surgen: decoración de vajilla, murales, objetos. 

El día para Valeria empieza desde bien temprano pintando pedidos en su taller, cargando el horno de cerámica o preparando alguna clase. La inspiración surge de la naturaleza y los libros de botánica, en especial, marcaron el ritmo de su estilo. Este año un cáncer de mama, gracias a Dios con diagnóstico temprano, la obligó a bajar revoluciones y concentrarse en su tratamiento. Hoy más que nunca, su taller es su refugio y sus alumnas, esa comunidad que fue tallando a lo largo del tiempo, un gran soporte en su camino de recuperación. 

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@valeriasackmann