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El mundo avanza a pasos agigantados, y el sistema educativo debe acompañarlo con nuevas propuestas e ideas. Creemos que más allá de sumar contenidos, es fundamental incluir herramientas que ayuden a los chicos a controlar la ansiedad, entender sus emociones y desarrollar la creatividad. En algo de eso andamos como sociedad, y acá se los contamos.

Por María Paz Berri

Hace unos años hicimos en la revista una nota en la que hablábamos acerca de aquello que la escuela no enseña, y los chicos deberían aprender. En aquel momento,ya empezábamos a pensar cómo los avances tecnológicos y sociales, estaban modelando a nuestros niños, y la escuela tenía que adaptarse. Hoy la idea nos sigue dando vueltas en la cabeza. Es que no se trata sólo de mandarlos al colegio, sino de acomodarnos -padres y docentes- a nuevas formas, necesidades y deseos de los más pequeños.

Cuando hace unos días fui a la reunión de padres de mi hija, leí en la cartelera un mensaje que decía: “Reconocer que la forma en que los adultos aprendimos ha variado con el tiempo”. Y ese fue el puntapié para arrancar esta nota. Pero además, una pregunta que me hago siempre: ¿Cómo los preparamos hoy, para el futuro? Tal como hablé con Claudina Kutnowski, asesora en proyectos personales y transiciones laborales (a cargo de Glimar), el tema no pasa solamente por sumar materias, sino por impulsarlos a desarrollar la creatividad, la flexibilidad para adaptarse a los cambios e incentivarlos a que reconozcan sus capacidades individuales, porque ahí es donde harán la diferencia.

Lo bueno es que ya existen algunos conceptos y prácticas que en algunas escuelas empiezan a asomar la cabeza: la capacidad de evaluar resultados, la de decidir en forma consciente, la unión cuerpo-mente, el cuidado del medio ambiente, y la alimentación sana: “Todos aspectos vinculados a la armonía del ser, y a lo que nos hace más libres para transitar por la vida con responsabilidad y cuidado por nosotros mismos y el entorno”, dice Kutnowski. Y agrega: “En general, en la escuela se profundiza más en el aprendizaje de contenidos, y nadie enseña cómo hacerse de contenidos: cómo buscar, elegir, discernir, trabajar en equipo, comunicarse eficientemente, desplegar estrategias, resolver dificultades, tener tolerancia a la frustración, organizarse y desarrollar la inteligencia emocional”. ¿Materias pendientes?

No todo tiempo pasado fue mejor

Si pensamos en la escuela que todos conocemos, es clarísimo que ese modelo quedó obsoleto: se nos viene a la cabeza la figura de un docente que aparece como la autoridad absoluta, y alumnos que incorporan conocimiento con escasos recursos y dentro de un marco en el cual no se los prepara para reflexionar, ni confrontar las ideas de los “otros”. Sólo hay que estudiar para rendir bien (así sea de memoria y sin comprender lo que se estudia).

La licenciada en psicopedagogía Tati G. Ruhstaller, dice que el aprendizaje hoy debe ser abordado de una forma más dinámica, enseñando a reflexionar y promoviendo la indagación, pero sin quedarse únicamente con la tecnología: “Es de vital importancia seguir leyendo libros, escribir con lapicera, consultar enciclopedias (más allá de que en Google encontremos mil respuestas en un segundo), o estudiar algunas cosas de memoria. Hay que encontrar el equilibro”. Y reflexiona algo fundamental: “Considero que el desafío más grande para los docentes de hoy, es entender que cada alumno es diferente, por lo cual no se puede esperar de todos lo mismo, y en el mismo momento. Cada niño tiene sus tiempos y es necesario esperarlos generando, mientras tanto, situaciones desafiantes para ellos”.

De a poco este escenario se va armando… El problema –tal como asegura la licenciada en psicopedagogía Liliana Fonseca-, es que a pesar de que ya hay nuevas propuestas formuladas en los diseños curriculares, las mismas coexisten con prácticas pedagógicas y representaciones sociales arcaicas (“lo importante son los contenidos y el temario”, “si no aprendes vas a repetir”, “hecho con ayuda”, “Si te dejo tener a mano las tablas es injusto para los otros”): “Estamos atravesando un momento de grandes cambios (con aulas inclusivas, aprendizajes por proyectos, clases invertidas, y múltiples innovaciones), aunque todavía existen escuelas en donde se sigue con el formato de enseñanza tradicional: con temarios largos, copia extensa del pizarrón, bancos en fila uno detrás del otro, alumnos transcribiendo lo que está en el manual”, comenta Fonseca. Y sigue: “Debemos generar cambios en las expectativas acerca de lo que podemos lograr, y brindar las ayudas necesarias para garantizar el derecho de todos a recibir una educación de calidad. Ahí estará la verdadera innovación”.

Atención plena en las aulas

Pero eso no es todo. Porque en este contexto, también surgen propuestas que en otra época hubieran sido impensadas dentro del sistema educativo, y hoy –de a poco- suman cada vez más adeptos. Belén Sánchez Lelli y Gisela Mangone profesoras de yoga y creadoras de Yoguicos (@yoguicos), nos cuentan que por ejemplo el Mindfulness (una práctica que permite conectarse con el tiempo presente de una manera consciente), está empezando a darse en algunas escuelas y el deseo es que se extienda cada vez más: “Se trata de una técnica como la meditación por ejemplo, que ayuda a la concentración ya que nos  invita a estar presentes en la tarea que estemos desarrollando. Si la mente se dispersa, la idea es volver a tomar contacto con la propia respiración para reencontrarnos con lo que veníamos haciendo”, dice Mangone.

Por su parte, Marina Lisenberg,  psicóloga, coach certificada, y autora del libro “El Secreto de Emilia” (Mindfulness para chicos), suma que en  relación con el aprendizaje y la educación, la práctica del Mindfulness está asociada al aumento de la capacidad para calmarse, a la disminución del estrés y de la ansiedad, a potenciar el desarrollo de la atención y la capacidad de percepción: “Los chicos que aprenden a regular su atención están mejor preparados para encarar la incertidumbre y el futuro”, dice Lisenberg. Y sigue: “Beneficia tanto a alumnos como a docentes. Los docentes pueden hacer una breve práctica al comienzo o al término de una clase. La idea es tomarse un tiempo para enfocarse en el presente, y para que los niños conecten con ellos mismos, y con su respiración. De esta forma aprenderán a activar sus recursos, descubrirán lo que les gusta y lo que no, lo que pueden hacer y lo que les cuesta”.

Ayudar a los chicos a “frenar y pensar” es fundamental, tanto en casa como en la escuela. Gran desafío que nos incluye a todos (padres y docentes), en pos de una mejor educación y calidad de vida para nuestros hijos.

Más info:

Glimar: www.glimar.com.ar

Lic. Marina Lisenberg:  www.attentia.com.ar

Yoguicos: @yoguicos/ info@yoguicos.com

Tati G. Ruhstaller: Instagram @crianza_y_aprendizaje/ Mail: tatiruhstaller@gmail.com (consultorio en Zona Norte)

Liliana Fonseca: lilianaefonseca@gmail.com

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