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Diez años después – En septiembre de este año, la Fundación Oficios cumplirá diez años. Quién hubiera imaginado, en aquella reunión de empleados de Eidico, que de una idea surgiría lo que es hoy la fundación. Aquí, una prueba fiel de que si se quiere, se puede. A pesar de los obstáculos, es posible una sociedad con oportunidades para todos.

Texto: Lucila Jordán

Podríamos comenzar esta nota hablando de la cantidad de diplomas que la Fundación Oficios entregó en esta década, o mencionar que cientos de miles de alumnos pasaron por sus aulas en todo este tiempo. Pero aun así, estas líneas tendrían gusto a poco, ya que lo que se vive y transmite allí es mucho más que números estadísticos.

Hace diez años que la Fundación Oficios ayuda a renovar la esperanza. A sus aulas llegan personas cansadas, algunas ya adultas, con manos pesadas, desgastadas y articulaciones duras. Muchos con el semblante gris, en busca de una ilusión que los anime, que renueve sus ganas y su fe. Y allí, dentro de esas dos aulas humildes que fueron construyéndose muy de a poco, en medio del barrio Malvinas en la localidad de Benavídez, hay lugar para la esperanza, para volver a creer que es posible. Porque allí existen oportunidades.

La idea original y el proyecto surgieron en el año 2005, y para fines de 2006 egresaban veintidós alumnos. En 2010 se creó el Centro de Formación Profesional No 405 de Tigre -el primero en Benavídez-, en convenio con la Provincia de Buenos Aires. Así fue como se empezaron a entregar títulos oficiales. Hoy en día son dos mil ochocientos treinta y seis los egresados, de los cuales novecientas catorce son mujeres que se animaron a capacitarse en oficios históricamente adjudicados a hombres.

Todo esto se hizo -y aún se hace- posible gracias a muchísimas personas: los cinco empresarios que forman el Consejo de Administración desde hace ya diez años, el equipo profesional y humano de trabajo, y cada uno de los docentes y tutores que brindan generosamente su tiempo, sin olvidar a cada institución que aporta su granito de arena. Entre todos se forma una red que hace que Fundación Oficios pueda seguir creciendo, aumentando sus cursos y agrandando sus espacios para recibir más y más alumnos cada año.

Emociona ver a personas volver a creer en sí mismas. Emociona ver cómo ellos mismos se conmueven con lo que son capaces de lograr, sin haberlo imaginado jamás. En su cabeza y corazón resuena un “yo puedo” que los anima, y se sienten impulsados a ir en busca de más. Entonces, muchos deciden volver al aula a conquistar otro escalón. Y ya no sólo los llama la realización de otro curso o la obtención de un nuevo diploma, sino que hay algo más. Se genera un vínculo muy especial entre las personas, ya sea con empleados de la fundación, tutores, profesores o entre los mismos compañeros. Un vínculo que se va alimentando, que no quieren perder y que contribuye también a que el nivel de deserción sea mucho menor.

Los alumnos egresados, luego salen al mundo a buscar ese trabajo que les devuelve la dignidad. Pueden pararse frente él ya desde otro lugar, un lugar en el que se sienten seguros, valorados, gracias a esa experiencia recibida en el aula. Así, dejan atrás la única opción que conocían, la de un trabajo precario con pocas aspiraciones.

La Fundación Oficios es una prueba más que nos revela que es posible construir una sociedad con oportunidades para todos, sólo es cuestión de unir corazones, voluntades y manos dispuestas a trabajar.

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Aportar un granito de arena
“Parece increíble que ya hayan transcurrido diez años desde aquel momento en que un grupo de ingenuos, entusiasmados con la posibilidad de ayudar a nuestros hermanos que más lo necesitan finalmente lo lograron. La idea nació en el año 2002, cuando en el país se vivía una grave crisis económica y social, y los que en ese momento trabajábamos en Eidico no queríamos permanecer pasivos. Después de analizar distintas alternativas junto a Marcos Miguens (Miguens Hermanos), Alejandro Cornejo (JPU) y Gabo Nazar (Cardón), y posteriormente Mieres Hermanos, nos decidimos a avanzar por el camino de ‘enseñar a pescar’, como variante superadora a una asistencia social que, gracias a Dios, los argentinos siempre están dispuestos a brindar. Creo que aquí se dio lo de la parábola ‘Cinco panes y dos peces’. Lo que teníamos para aportar era insignificante frente al problema a encarar. En aquel momento sólo teníamos una buena intención y una buena idea, pero ningún conocimiento de cómo hacerlo, ni con qué hacerlo. La Providencia nos envió a Santiago de La Barrera, quien con su experiencia en el tema nos brindó los conocimientos necesarios para empezar y ser el guía experimentado. El ingenio, pero sobre todo la perseverancia, junto al acompañamiento de muchísima gente que quiere cumplir el mandato evangélico de cuidar a nuestros hermanos más necesitados y a la permanente asistencia Divina que aparece cuando alguien aporta sus “cinco panes y dos peces” nos permitieron nacer y crecer. Ya son miles los que se han beneficiado con una educación técnica y humana, con orientación cristiana, y esperamos poder seguir creciendo en calidad y cantidad del servicio prestado. ¿La moraleja? Cada uno de nosotros tiene ‘cinco panes y dos peces’. Si se decide a aportarlos al bien común, el Señor se encargará de multiplicarlos y el resultado terminará superando la expectativa más optimista. Te esperamos en la fundación; tu pequeño aporte es necesario, tus hermanos te lo agradecerán, te sentirás mejor y es una muy buena manera de “acumular riqueza en el cielo”. La contribución más significativa es nuestro propio tiempo, pero también es muy importante la posibilidad de un apoyo económico, por mínimo que sea.
Patricio Lanusse, Fundador e integrante del Consejo de Administración, Fundación Oficios

“Se puede cambiar, se puede crecer y se puede vivir mejor. A veces resulta fácil, otras veces muy difícil, pero es posible. A lo largo de estos años aprendimos que hacer contacto real con las personas, ser empáticos, regenerar confianza y cumplir con el compromiso de brindar educación de acceso público, gratuita y de calidad técnica y humana son herramientas efectivas y necesarias contra la exclusión y la marginación social. Casi tres mil personas recibieron su título en manos de un docente que los guió y los empuja a nuevos desafíos. Nuestro trabajo implica sostener el compromiso, innovar para mejorar y expandir la inclusión, generar recursos económicos para que los cursos sean gratuitos y acompañar a aquellas personas que crean que es posible crecer. Para seguir creciendo necesitamos más apoyo porque hay una gran necesidad de capacitación: el trabajo de reconstruir la confianza de las personas requiere de personal capacitado y muchas horas hombre. Por eso invitamos a las empresas a que se sumen, acompañen y propongan este trabajo porque es sustentable y mucha gente necesita que sea sostenible”.
Sergio Moreno Director Ejecutivo, Fundación Oficios

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